Es que la desconfianza flota en el aire y el nuevo consumidor, más informado y exigente, ya no cae tan fácilmente en las trampas emocionales.
Según datos de la consultora de mercado Voices!, apenas el 19% de las personas a nivel global considera que las empresas manejan de manera seria y responsable las estrategias de sustentabilidad.
Del resto, un 39% asegura que se hace solo por una cuestión de marketing y reputación y un 29% considera que las organizaciones no realizan ninguna acción en ese sentido (el 17% restante simplemente no sabe/no contesta).
Los números son aún más desalentadores cuando ponemos la lupa específicamente sobre Latinoamérica: los optimistas (es decir, los que creen en planes sustentables con, valga la redundancia, sustento) solo llegan al 15%.
No se trata de meros porcentajes arrojados al azar: en la era del consumidor consciente, ese que exige que las marcas hagan su parte para frenar el calentamiento global, generar oportunidades equitativas y acabar con las desigualdades, quiere ser parte activa del cambio.
De nuevo, las cifras apoyan la teoría: de acuerdo al #CCSIndex (Índice del Gasto del Consumidor Consciente), el gasto socialmente responsable aumentó un 25% en 2021 y un 35% declaró su voluntad de adquirir más bienes y servicios a este tipo de marcas durante este año.
Y en esa necesidad, aparece un obstáculo: cada vez que adquiere un producto o un servicio de una empresa que no cumple con parámetros sustentables se siente cómplice del daño.
Si, además, descubre que esa organización promociona acciones de cuidado con el medioambiente o con la comunidad en la que opera que no pasan más allá del anuncio y de algunas fotos, el vínculo quedará roto para siempre y se convertirá en un anti-embajador de la marca: no escatimará esfuerzos para difundir su decepción a través de las redes sociales o de los medios que tenga a su alcance.
Y tarde o temprano lo descubrirá: otra característica del consumidor consciente es que ya está cansado de haber sido engañado por las empresas, por lo que exige cada vez más pruebas y transparencia.
¿Aseguran que están realizando acciones de reciclado? Necesitará números concretos y testimonios contundentes que lo demuestren. ¿Afirman que utilizan materiales biodegradables en la producción de sus empaques? Entonces seguramente algún laboratorio o alguna entidad gubernamental podrá certificarlo.