En primer lugar, la visita de Pelosi ha dado motivos a China para intensificar su presencia en las aguas del Mar del Sur de China, que es una zona donde según fuentes de inteligencia y expertos internacionales, hay más de 11,000 millones de barriles de petróleo y 190 billones de pies cúbicos de gas natural, o incluso mucho más que eso, según fuentes chinas.
El interés de ese país en expandir su presencia y reclamar un mayor control de las aguas al sur y al este de su territorio continental no es sólo geopolítico, sino que tiene un trasfondo económico muy importante: apropiarse de reservas de combustibles fósiles en un momento clave para el mundo.
Veamos: por un lado, para Europa el principal riesgo en este momento es la guerra de Rusia en Ucrania, a la luz de que Rusia controla gran parte del gas que le permite a las grandes economías europeas no sólo mantener los hogares calientes cuando hace frío, sino que mantiene su producción y economía andando.
No sólo el invierno se avecina sin que el continente tenga resueltas las reservas de gas y otros energéticos, sino que el principal socio comercial de Estados Unidos –como bloque económico– es justamente Europa. En este momento, quien controla la oferta de energéticos necesarios y disponibles, controla la agenda política y económica global por los próximos tres trimestres –o los próximos 30 años– en el hemisferio norte , que acumula más de la mitad de la producción internacional.
Sin embargo, quien de facto controle las reservas de combustibles fósiles en los próximos 30 años, tiene la capacidad de dictar la agenda geopolítica internacional. Después del 2050, ya no, porque habrá habido transición energética, o porque se habrán acabado dichos combustibles . Lo que ocurra primero.
Por otro lado, China ha seguido implementando una política muy restrictiva de cero contagios ante nuevos brotes de COVID-19, afectando con ello nuevamente las cadenas de suministro y retrasando nuevamente la recuperación económica global. En una era pospandemia, donde las vacunas hoy día salvan cotidianamente millones de vidas ante nuevas cepas y contagios, la resistencia de China a reincorporarse al comercio internacional a cabalidad no puede responder únicamente a la lógica sanitaria. ¿Es una forma de manifestar que tiene la sartén por el mago?
Un ejemplo de ello es que China impuso en cuestión de horas sanciones económicas a Taiwán, restringiendo el comercio de mercancías alimentarias, como pescado y algunas frutas, pero también de insumos para la producción de microchips, como la arena.
No olvidemos que más de la mitad de los semiconductores de computadoras para todo tipo de máquinas y vehículos se producen en Taiwán –menos del 5% se produce en China–, y afectar su producción es afectar la economía de la isla, de Estados Unidos y también de rebote la de México… quien se ha emocionado con promesas de inversiones extranjeras para reubicar fábricas taiwanesas en nuestro territorio hasta por 5,000 mdd anuales , un incremento potencial de casi 20% en la inversión extranjera directa. Ya veremos cuánto de eso se concreta antes del 2025.