Para el público inversionista, un entorno de mayores tasas pudiera resultar atractivo en términos de mayores rendimientos en instrumentos de deuda; incluso aquellos con un bajo nivel de riesgo. Por ejemplo, la tasa de Cetes se ha incrementado de 4.24% al cierre de 2020 hasta 8.75% a septiembre de 2022, de acuerdo con datos del Banco de México. Este mismo comportamiento en tasas se ve reflejado en una variedad de activos locales e internacionales, considerando además que una proporción importante de la deuda bursátil está referida a tasa variable, por lo que sigue la tendencia alcista de las tasas de referencia.
A pesar de lo anterior, identifico un bajo apetito de riesgo en los mercados, en donde las colocaciones de deuda en el mercado local se han ralentizado, a pesar de mayores tasas de interés. En mi opinión, la coyuntura económica y el potencial impacto que pudieran tener las presiones inflacionarias y de crecimiento en los emisores está teniendo una mayor ponderación en la toma de decisiones de los inversionistas, lo que ha llevado a que la demanda de inversión se concentre en activos de bajo riesgo.
Al enfocarnos en los portafolios de inversiones de la banca comercial, esta postura conservadora en cuanto a la toma de posiciones de riesgo también se observa en este sector, donde los bancos mantienen sus inversiones principalmente en instrumentos de deuda gubernamental y con un muy bajo perfil de riesgo. En el balance de riesgos, considero que esta postura es adecuada dada la coyuntura económica, donde estos instrumentos de bajo perfil de riesgo están ofreciendo rendimientos atractivos no solo a la banca, sino a sus ahorradores e inversionistas.
Pasando a las perspectivas de crecimiento de las carteras de crédito, creo que nos encontramos ante un entorno económico que limita sus perspectivas de crecimiento. En este sentido, se debe de tomar en cuenta que la demanda por crédito posiblemente provendrá por necesidades de liquidez de corto plazo o para compensar una pérdida de poder adquisitivo, y no por planes de inversión o adquisición de bienes duraderos. En mi opinión, esto aplicaría tanto para créditos de consumo como para créditos empresariales, particularmente en casos como tarjetas de crédito y créditos para pymes.
Por otra parte, espero que el contexto de alza de tasas y menor crecimiento impacte la oferta de ciertos productos de crédito, en particular por un mayor costo para los clientes potenciales en un entorno de alta inflación que limita la capacidad de endeudamiento de las personas. En particular, espero que este efecto se vea en créditos hipotecarios, y en una menor magnitud, en créditos automotrices.