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De la evolución natural del capitalismo: 'stakeholder capitalism'

En la actualidad, las empresas deben cumplir no solo con obligaciones legales, sino también con expectativas de las comunidades a las que pertenecen y con las que se relacionan, apunta Andrés Peñate.
sáb 05 noviembre 2022 12:00 AM

(Expansión) - De la misma manera como Darwin indicaba en su trabajo más famoso – El origen de las especies que el proceso evolutivo era una consecuencia de la necesidad de adaptarse a los nuevos entornos, los modelos económicos también tienen que hacerlo.

Estando el capitalismo basado en los conceptos del individualismo y la concepción de que los recursos son ilimitados, conceptos arcaicos de una era y un mundo que ya no existen, se ha visto forzado a mutar para responder a los conceptos que rigen el mundo moderno: responsabilidad y generación de riquezas que respeten la sostenibilidad.

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Entonces ¿cómo podemos responder a estas nuevas necesidades? ¿Es necesaria la implementación de un nuevo modelo económico para satisfacer estas nuevas necesidades? Para poder responder a esto, primero debemos entender las necesidades del mundo actual que no podrían ser satisfechas por el capitalismo tradicional o shareholder capitalism.

En la actualidad, las empresas deben cumplir no solo con las obligaciones legales, sino también con las expectativas de las comunidades a las que pertenecen y con las que se relacionan. Uno de los ejemplos más claros de estas expectativas sociales se da en la industria extractiva en Latinoamérica, donde vemos proyectos que se aplazan o se cancelan debido a que no consiguen una “licencia social” de las comunidades en las que se encuentran. Con frecuencia esta “licencia social” es el requisito más esperado para poder entregar el retorno a los accionistas y garantizar la rentabilidad de la empresa a largo plazo.

Otro cambio en el entorno de los negocios, actualmente, es que cada vez es más claro que los recursos no son ilimitados. El caso que mejor ejemplifica esto es la capacidad del planeta de procesar el CO2 proveniente de las actividades humanas. Siempre se pensó que esta capacidad era ilimitada, pero hoy sabemos que no es así y que estamos poniendo en riesgo la sostenibilidad de la especie humana al llevar al límite esta capacidad.

¿Significa lo anterior que toda actividad económica debe ser rehén de grupos minoritarios de opinión o que debemos entrar en una senda de decrecimiento económico para vivir en un mundo sostenible? La respuesta es no. No debemos ni podemos. La actividad económica, incluyendo la actividad empresarial, existe porque satisface las necesidades de los seres humanos.

No podemos defender la sostenibilidad del planeta a costa de la calidad de vida de la gente. La única solución es encontrar una manera de satisfacer las necesidades de la gente respetando los derechos de los demás y la capacidad de la naturaleza para procesar el impacto de las actividades humanas.

El desafío hoy es buscar una fórmula que garantice el desarrollo sostenible. Es decir, un sistema económico que permita satisfacer las necesidades de las personas y mantener la viabilidad ambiental y la estabilidad social, todo al mismo tiempo.

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La respuesta a este desafío, creo yo, la podemos encontrar en lo que los anglosajones llaman Stakeholder Capitalism, donde las empresas pueden, y deben, obtener beneficios para sus accionistas, pero sin dejar de escuchar y responder a las necesidades de las comunidades en las que se encuentran, e incorporando en sus modelos de negocio los costos ambientales de sus operaciones.

Este modelo económico representa una oportunidad para América Latina, una región donde el modelo capitalista todavía se encuentra en “pañales”, y donde existe una gran brecha social que con frecuencia erosiona el consenso en favor de la economía de mercado.

El stakeholder capitalism permite visualizar un futuro prometedor para nuestros países latinos porque este tipo de capitalismo maximiza los beneficios sociales de la actividad empresarial y tiende a minimizar las externalidades negativas de la misma.

Nota del editor: Andrés Peñate es Vicepresidente Global de Asuntos Regulatorios y Políticas Públicas de AB InBev. Posee una licenciatura de la Universidad de Los Andes en Bogotá, y una maestría en Estudios Latinoamericanos de la St. Antony’s College en la Universidad de Oxford. Síguelo en LinkedIn y/o en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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