Entonces ¿cómo podemos responder a estas nuevas necesidades? ¿Es necesaria la implementación de un nuevo modelo económico para satisfacer estas nuevas necesidades? Para poder responder a esto, primero debemos entender las necesidades del mundo actual que no podrían ser satisfechas por el capitalismo tradicional o shareholder capitalism.
En la actualidad, las empresas deben cumplir no solo con las obligaciones legales, sino también con las expectativas de las comunidades a las que pertenecen y con las que se relacionan. Uno de los ejemplos más claros de estas expectativas sociales se da en la industria extractiva en Latinoamérica, donde vemos proyectos que se aplazan o se cancelan debido a que no consiguen una “licencia social” de las comunidades en las que se encuentran. Con frecuencia esta “licencia social” es el requisito más esperado para poder entregar el retorno a los accionistas y garantizar la rentabilidad de la empresa a largo plazo.
Otro cambio en el entorno de los negocios, actualmente, es que cada vez es más claro que los recursos no son ilimitados. El caso que mejor ejemplifica esto es la capacidad del planeta de procesar el CO2 proveniente de las actividades humanas. Siempre se pensó que esta capacidad era ilimitada, pero hoy sabemos que no es así y que estamos poniendo en riesgo la sostenibilidad de la especie humana al llevar al límite esta capacidad.
¿Significa lo anterior que toda actividad económica debe ser rehén de grupos minoritarios de opinión o que debemos entrar en una senda de decrecimiento económico para vivir en un mundo sostenible? La respuesta es no. No debemos ni podemos. La actividad económica, incluyendo la actividad empresarial, existe porque satisface las necesidades de los seres humanos.
No podemos defender la sostenibilidad del planeta a costa de la calidad de vida de la gente. La única solución es encontrar una manera de satisfacer las necesidades de la gente respetando los derechos de los demás y la capacidad de la naturaleza para procesar el impacto de las actividades humanas.
El desafío hoy es buscar una fórmula que garantice el desarrollo sostenible. Es decir, un sistema económico que permita satisfacer las necesidades de las personas y mantener la viabilidad ambiental y la estabilidad social, todo al mismo tiempo.