Una buena resaca —o cruda— tiene decenas de distintas soluciones. Existen personas que se han convertido en expertas en sanar los inconvenientes del exceso de alcohol combinado con el desvelo.
¿Quién ha amanecido con resaca en Qatar? Todos los que así lo deciden una noche antes.
La fiesta en el país árabe nunca terminó.
6,870 mexicanos se reunieron en el pabellón “MexiHouse Latin party”, que se convertiría desde el primer día en la casa de todos los compatriotas y latinoamericanos en Doha.
Ese pasado 26 de noviembre había fe en que México vencería a Argentina, pero ni los más incrédulos podían dejar de disfrutar la mega fiesta azteca.
Ahí no había clases sociales, políticas o religiosas. Igual estaba cantando el empresario Elias Ayub abrazado con un paisano que ahorró durante cuatro años para pisar Qatar.
Todos alentaban, cantaban, se abrazaban, saltaban y sonreían, entre decenas de gratas expresiones. Y no, no estaban tomando café o té: Sino cerveza. O hasta Clamatos “Dayvaso” y “aguaslocas”. En ese exitoso emprendimiento, nos señaló Arturo Reyes y Andrés Simg, dos de los socios mexicanos.
Decenas de miles de cervezas fueron adquiridas por parte del Bar Club21 que estaba dentro de MexiHouse. Fue una inversión de más de un millón de dólares entre cervezas y botellas de alcohol, según comentaron los propietarios Elías Sitton, Arturo Sosa y Gerardo Morris, tres jóvenes empresarios mexicanos que se arriesgaron y han invertido mucho dinero y esfuerzo para instalar todo un “antro” mexicano en uno de los hoteles más costosos de Doha: El Waldorf Astoria.
Ha sido un éxito rotundo.
¡Salud!
Muchas cosas no existen en Qatar, la resaca sí.
La única barrera entre los aficionados y el alcohol tiene que ver con el dinero.
Una cerveza cuesta igual en un pequeño y simple bar, como en el hotel St. Regis, 57 reales en promedio, algo así como $309 pesos. Aunque podía costar en algunos lugares, como hoteles y playas, hasta $480 o $500 pesos. Si, una sola cerveza Corona.
Esto se debe a que en Qatar el alcohol tiene un impuesto de 300% para que sus habitantes piensen dos veces antes de nadar en tequila.
Ahora bien, ¿qué sucede con los cientos de miles de personas que beben por su cultura occidental?
En Qatar hay una tienda, como una especie de club, su nombre es QBC (Qatar Distribution Company).
Para ser parte de él se debe presentar una carta en la que se demuestre la cantidad que el extranjero percibe al mes, pues tendrán solo 25% de presupuesto según sus ganancias, para adquirir la licencia. Tendrás que ganar mensualmente más de 10,000 ríales qataríes (57,000 pesos mexicanos).
En este par de tiendas, solo podrán entrar los extranjeros que no sean árabes musulmanes. Deberán hacer una cita, consumir y después esconder sus compras al salir y solo podrán descubrirlas dentro de tu hogar. No es que haya intentado tramitar dicha licencia, pero la información me la dio la mexicana Yezenia Navarro, líder de los aficionados mexicanos ante el comité organizador de Qatar 2022. Gran anfitriona, que lleva casi 12 años en esta tierra árabe.
Otro dato interesante es que cada botella de alto grado de alcohol tiene un código de barras, para saber quién la compró y si hay un desmán, las autoridades saben quién fue el responsable de la compra.
¿Estadios secos?
Según otros aficionados, se estima que los mexicanos tomaron entre 4 y 10 cervezas… ¡diariamente!
La falta de compra de alcohol tuvo un gran efecto en miles de aficionados mexicanos en los estadios. Nuestra costumbre es tomar mínimo un par de chelas para un partido en algún estadio del país. Sin embargo, en la mayoría de los países sudamericanos está prohibida la venta de cervezas desde hace muchos años atrás. Por lo que extrañaba a muchos que los mexicanos cantaran exigiendo la venta en los estadios, un cántico que rezaba algo así: “Alcohol, alcohol, queremos alcohol. Hemos venido a Medio Oriente a ver a México campeón. alcohol, alcohol”.
Ahora bien, para tomar dentro de los partidos se debe contar con boletos VIP, llamados “hospitality”, que no bajan de $950 dólares y hasta $180,000 en un partido importante, dentro de una suite (o palco) del estadio.
La experiencia es única. El directivo mexicano José Luis Font, me había invitado hace un año a conocer esas increíbles suites en la copa árabe. Para este mundial no solo no han bajado de lujo dichos espacios, sino que podría ser el lugar más deseado por cualquier aficionado al futbol —o al lujo— durante un partido de la copa del mundo.
En las villas dentro de esta zona, los mexicanos han sido la fiesta y el color. No importando el juego, se abarrotaban de paisanos quienes hacían valer el costo de los boletos pidiendo, literalmente, decenas de cervezas, dos horas antes y dos horas después de cada partido.
¿Antros en Doha? Claro que sí y muchos. Eso sí, una mesa en el antro Black Orchid era vendida por al menos $3,000 dólares (casi $60,000 pesos mexicanos) y alcanzaba con eso, comprar una par de botellas de champaña.
Quizá por eso una gran cantidad de mexicanos estuvimos atrincherados cada noche en el club21 (Escuchando música de Luis Miguel o molotov) o en el bar “Champions”, pues el costo era más económico que en los hoteles de alto renombre.
El alcohol fluyó, pero lo más rescatable es que los miles y miles de mexicanos se han comportado de forma ejemplar. Ni una sola mala noticia ha llegado al consulado nacional. Una gran noticia que no había ocurrido en otro mundial.
Si hay alcohol y lamentablemente resaca también.
