Desde el año pasado la conversación en torno al sector fintech se ha tornado gris, con muchos retos a la vista y con expectativas de crecimiento cada vez menor. Basta decir que el tema de Silicon Valley Bank no ayuda mucho a cambiar la narrativa, pues la quiebra de este banco pone a las fintech, y startups en general, en una posición sumamente vulnerable. Sin embargo, algo que los inversionistas no deben perder de vista es el valor agregado que tienen estas compañías. Y de eso hablaré en este espacio.
Sin impacto social no hay crecimiento
El impacto social de una empresa es crucial para el crecimiento a largo plazo de una región y de la compañía misma. Recordemos que muchas empresas son lo que son porque tocaron a sus usuarios de tal forma que se volvieron indispensables. En el caso de las fintech, en tiempos de crisis económica, las personas y las empresas a menudo recurren a servicios financieros que ofrezcan no sólo beneficios económicos, sino también un sentido de seguridad, estabilidad y apoyo comunitario.
Por ejemplo, durante la pandemia por Covid-19, las fintech que ofrecieron opciones de préstamos flexibles y otras ayudas financieras ayudaron a muchas personas y pequeñas empresas a superar la crisis. Algo que claramente se puede observar en 2023, de cara a una posible recesión a escala mundial que sigue como un sombrío presagio en el horizonte.
En el mismo sentido, la inclusión financiera se ha convertido en un pilar clave de la industria fintech. Al utilizar tecnología para llegar a comunidades marginadas, estas empresas han ayudado a millones de personas a acceder a servicios financieros básicos como cuentas de ahorro, seguros y crédito formal. A su vez, esto puede ayudar a romper el ciclo—y la trampa—de pobreza; paralelamente, robusteciendo la estabilidad financiera de distintas comunidades y regiones. Hablamos claramente de personas (y empresas) que de otra forma no tendrían acceso a estos productos o si lo hacen tendrían que sacrificar su porvenir y el de sus familias con deudas casi impagables. Estos usuarios no bancarizados y sub bancarizados son lo que más requieren de la industria financiera.
Además de abonar a la inclusión financiera, la industria fintech también ha sumado esfuerzos importantes en materia de educación. Muchas de estas empresas han reconocido la importancia de empoderar a las personas con los conocimientos y habilidades necesarias para tomar decisiones financieras informadas. Algunas de ellas han desarrollado recursos educativos y herramientas para ayudar a sus usuarios a entender los scores de crédito, manejar mejor su deuda e invertir en el largo plazo.
Esto es particularmente importante para los jóvenes y aquellos que no tuvieron acceso a la educación financiera formal en su desarrollo, que en el caso de México y América Latina, hablamos del grueso de la población.