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Desafiar el destino

Desde la perspectiva de las empresas y estrategas de marketing, ¿vale la pena arriesgar la reputación de ambos por brindar la experiencia más excéntrica?
sáb 01 julio 2023 12:05 AM
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Material, diseño, falta de certificación, un control de videojuegos, entre las fallas que llevaron al Titán hacia el desastre.

(Expansión) - Lo que te llevas es la experiencia. Esta premisa se ha metido en nuestra mente desde hace algunos años, especialmente cuando inició la pandemia y las empresas tuvieron que dar un giro a sus estrategias de mercadotecnia, donde lo importante era brindar experiencias diferentes, memorables y disruptivas para mantener el interés de sus clientes actuales y atraer la atención de nuevos prospectos, esto fue una apuesta exitosa.

Admitámoslo, todos queremos vivir experiencias increíbles, antes que cualquiera, es más, si podemos ser los pioneros y publicar antes que cualquier persona la experiencia que vivimos es como si colgáramos una medalla en nuestro muro digital y nos hace sentir con cierto poder.

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Eventos virtuales, entregas de un producto o servicio, todo se convirtió en una estrategia de CX que se centró en impactar cliente. Por eso ahora los departamentos de customer experience se volvieron tan importantes y hoy se ha abierto un nuevo camino para las empresas que brindan experiencias disruptivas.

Durante la pandemia las experiencias pronto se volvieron un poco monótonas: eventos virtuales como catas de vino, shows de magia y clases de mixiología, entre otros, acapararon las pantallas de muchas personas; pero ¿qué pasa con aquellas empresas que venden experiencias exclusivas, extravagantes y que además ponen en riesgo la vida de las personas? Me parece que no sería justo que evadan la responsabilidad que les corresponde.

Esta y otras preguntas han estado dando vueltas en mi cabeza a raíz de la tragedia del globo aerostático en Teotihuacán, donde se perdieron dos vidas y actualmente el trágico desenlace del submarino Titan, donde se cobraron cinco vidas. Experiencias de este tipo son una descarga de adrenalina para los humanos, explorar terrenos que no se dominan por el hombre, adentrarse a ecosistemas desconocidos, hacer uso de tecnologías que aún se encuentran en etapa de prueba y decir “¡yo fui de los primeros!”. ¿Por qué el riesgo es atractivo para el ser humano, hasta el punto de que quizá sea un viaje sin retorno?

Experiencias riesgosas siempre han existido: saltos en paracaídas, buceo de profundidad, nadar con tiburones, entre otras. Actualmente han surgido algunas empresas usando nuevas tecnologías, todavía en etapas de prueba y tramitando regulaciones que están promoviendo vuelos autónomos en drones manejados con control remoto en tierra y sin piloto a bordo. ¿Les parece innovador? A mí me parece sumamente riesgoso y por el bien de los que se arriesguen a tomar esos vuelos, espero que no sea el mismo control que usó el submarino Titan, porque ese modelo ya está descontinuado.

Generar grandes ganancias con este tipo de experiencias sin hacerse responsables de los daños y riesgos que ellos mismos indican es totalmente escalofriante, porque antes de cuidar la seguridad del cliente, cuidan la reputación y fama de la experiencia y de la empresa que provee estos servicios. Por eso te piden firmar una carta responsiva donde deslindas de toda responsabilidad a la empresa proveedora de ese servicio, porque algo puede salir mal. Al final este tipo de empresas no se da cuenta que la reputación de marca se desmorona en segundos ante una situación de crisis como las que describí.

Creo que nos gusta desafiar el destino y aun sabiendo que podemos no regresar de esa experiencia, o regresar en mal estado en el mejor de los casos, ahí vamos dispuestos a sentir esa descarga de adrenalina y ser de los primeros en vivirlo.

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Por absurdo que pueda ser, actualmente es un hecho que, si decidimos pagar por una experiencia que tenga alto riesgo, debemos asumir las consecuencias como usuarios. Con esto no quiero decir que no vivan las experiencias que quieran, lo que quiero compartirles es que la experiencia que decidan elegir será bajo su propio riesgo.

La ética y valores de la empresa y del estratega de marketing que apuestan por promover este tipo de experiencias están en tela de juicio. Aún faltan muchas regulaciones para este tipo de servicios, y muchas personas se preguntan ¿quién asume la responsabilidad cuando hay consecuencias fatales? Desde la perspectiva de las empresas y estrategas de marketing, ¿vale la pena arriesgar la reputación de ambos por brindar la experiencia más excéntrica?

A mí también me gusta, como a muchos de ustedes, vivir experiencias memorables, pero concuerdo con la frase de Gabriel García Márquez de uno de sus más exitosos libros: “La vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. No sé ustedes, pero yo sí lo pensaría dos veces antes de sumergirme a 4,000 metros bajo el mar o subirme a una aeronave para volar de un edificio a otro manejado desde tierra firme por un piloto con control remoto; creo que optaré por otras experiencias que me emocionen y que pueda vivir para contarlas.

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Nota del editor: Lourdes Baeza es estratega de Marketing, Comunicación, Branding Personal y Relaciones Públicas, Mtra. en Marketing Internacional por el Chartered Institute of Marketing de Londres y Mtra. en Community Management, Enterprise 2.0, Transformación Digital y Social Media por el Innovation & Entrepreneur Bussiness School de Barcelona. Síguela en LinkedIn y/ oTwitter . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión.

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