Aunque el mercado de las inversiones de impacto es relativamente pequeño, estos instrumentos están cobrando cada vez mayor fuerza. En 2017 se estimó que la inversión de impacto era un mercado de 228,000 millones de dólares (mdd), pero se espera que crezca hasta 1 billón de dólares hacia 2025.
Una encuesta sobre la inversión de impacto en América Latina, realizada por Aspen Network of Development Entrepreneurs (ANDE) reveló que entre 2018-2019 inversionistas de impacto desplegaron más de 600 mdd en sectores como la agricultura y las microfinanzas, en pequeñas empresas, aunque no en nuevos modelos de negocio que se encuentran en etapa temprana.
La misma encuesta mostró en los años 2020-2022 un repunte del 12% en el interés en el sector de agricultura y alimentos, de 14% en la biodiversidad, y sólo un 2% de incremento en el interés por la energía y de un 7% en agua y sanidad.
Lo interesante de esta encuesta es que los inversionistas de este estudio invierten principalmente en empresas en fase semilla (50%) y de emprendimiento (51%), en comparación con la muestra global de inversionistas de impacto de la Global Impact Investing Network (GIIN), que dice que en América Latina sólo hay un 36% de inversión en empresas en fase semilla y hay un menor énfasis en empresas en fases de emprendimiento, crecimiento y madurez.
También es común que los inversionistas alineen sus objetivos de impacto con los ODS de las Naciones Unidas, pues el 79% de los encuestados tenía objetivos acordes con al menos un ODS. Un ODS principal con el que se alinean los inversionistas de impacto es el 3: Salud y bienestar, con 59%. Según el “ 2020 Annual Impact Investor ” de la Red Global de Inversión de Impacto, en 2019, el 68% de las personas que participan en inversiones de impacto dijeron que sus inversiones les ayudaron a alcanzar sus objetivos financieros en tanto que el 20% informó que les ayudaron a superar sus objetivos financieros.
Pero lo importante en las inversiones de impacto es su medición para garantizar que el fondo está alcanzando sus objetivos sociales y medioambientales. Una de las características que definen la inversión de impacto, de acuerdo con GIIN, es el compromiso del inversionista de medir e informar sobre el desempeño y progreso social y ambiental de las inversiones subyacentes, garantizando la transparencia y la rendición de cuentas.
Esta medición puede realizarse en marcos como el Impact Reporting and Investment Standards (IRIS), el marco de la citada GIIN, o el enfoque For Progress, especialmente adecuado para las startups que ofrece una forma atractiva de alinear el rendimiento empresarial con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS) de la ONU.
¿Por qué optar por For Progress? En este enfoque las startups seleccionan una serie de Key Performance Indicators (iKPIs), que son métricas especializadas derivadas de los ODS. Estos indicadores se traducen en medidas relevantes para las startups ya que con la identificación y el seguimiento de estos iKPI, las empresas emergentes no sólo supervisan su rendimiento empresarial, sino también su contribución a estos objetivos globales.