México no podía escaparse de ser contagiado por EG.5.1, sin embargo, en este momento no se tiene del todo clara su propagación en el país debido a una circunstancia: la falta de financiamiento que se registró para rastrear durante varias semanas la evolución de las subvariantes. Pero, eso, tampoco significa que ésta despierte la pesadilla.
La historia sobre Covid-19, de alguna forma, se está repitiendo. En 2021 y 2022 se registraron picos de contagios muy marcados en los meses de verano. En un primer momento fue la variante Delta y un año después Ómicron. Para entonces, la humanidad descubrió que las variantes y subvariantes irían más allá de la protección de las vacunas y evolucionarían para ser más transmisibles pero menos letales, debido a sus propios cambios microbiológicos y a la ‘inmunidad de rebaño’.
Ahora, la subvariante EG.5.1 empieza a transmitirse y en unas semanas será la dominante. Actualmente, no se tienen muchos datos de sus características pero lo que ya se sabe es que es más contagiosa y cuenta con las condiciones para escapar a la respuesta inmune de los anticuerpos. En China, Japón, Europa, Australia, Estados Unidos, los contagios se han duplicado y en cosa de días se multiplicarán.
“Este virus tiene características de crecimiento acelerado y con la capacidad para evadir la respuesta inmune. Hay pocos estudios, pero el nivel de protección medido por anticuerpos neutralizantes disminuye cuatro veces en relación a este virus. Sin embargo, no hay datos que impliquen o que prueben que tenga una severidad mayor”, explica el doctor Carlos Arias, coordinador del Consorcio Mexicano de Vigilancia Genómica y recientemente reconocido como Investigador Emérito de la UNAM.
La nueva subvariante de Ómicron ya llegó a México, pero en este momento no se tiene mucha data de su propagación. Ante la falta de apoyo económico, el Consorcio dejó de seguir el comportamiento de las subvariantes en marzo de 2023. Ahora, dicho apoyo se ha renovado pero hay un vacío importante en el seguimiento del virus y se espera que en dos meses se pueda contar con una visión clara de lo que ha ocurrido con la gran familia de Ómicron en el país.
Por lo pronto, se cuenta con dos secuencias reportadas de EG.5.1, ambas en la CDMX, en julio, aunque se estima que llegó desde antes.
Mientras que en otros países los contagios empezaron a multiplicarse, lo que está ocurriendo en México no es propiamente una ola, dado que el número de casos confirmados es muy bajo. Pero sí estamos frente a una tendencia relacionada con el contexto epidemiológico de esta temporada. Es decir, la tendencia a la baja de casos positivos paró a mediados de junio y, a partir de entonces, los contagios subieron. El punto de inflexión ocurrió cuando la cifra superó los 3,000 casos reportados. Sin embargo, eso no se correlaciona con las muertes, que siguen bajando.
De cada 100 pruebas que se hacen a nivel nacional, en promedio 37 son positivas. Hoy se están realizando pocas pruebas, no se tiene un muestreo técnicamente diseñado que sea representativo pero sí es un indicador que nos dice algo: el virus está circulando en la comunidad y está encontrando condiciones favorables para su transmisión.