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#Entrelíneas | ¿'Nearshoring' sin agua? ¿El narco capturando su suministro?

Sin agua es impensable cualquier actividad humana y en particular la dinámica económica requiere de diferentes dosis de agua, con diferentes regularidades y con distintas calidades.
lun 24 julio 2023 09:44 AM
Vecinos de la colonia Agrarista reciben el suministro de agua del servicio de las pipas de agua.
Actualmente, el narcotráfico ‘gobierna’ territorios, lo que puede poner en riesgo, entre muchos otros temas, el abastecimiento de agua. Y eso, hoy, en algunas regiones del pais está ocurriendo, apunta Jonathán Torres.

(Expansión) - La relocalización de cadenas productivas podría estar en riesgo. Los estallidos populares, ante la carencia de agua, se detonarían de inmediato. El funcionamiento del Tren Maya alteraría el sistema hidrológico de la Península de Yucatán. El narco, que hoy ‘gobierna’ en algunas regiones del país, complicaría el suministro de este recurso. Habría una baja producción de alimentos, al tiempo que la actividad industrial estaría en serios problemas…

Estos escenarios se consideran hipótesis fundadas en la investigación “Agua, crecimiento económico y bienestar social de México”, realizada por Eduardo Vega López, catedrático de la Facultad de Economía de la UNAM, quien sostiene que la prioridad debiera ser el urgente rediseño de la ‘gobernanza del agua’, con el propósito de reorganizar el crecimiento económico y promover el bienestar social, con amplios beneficios directos y duraderos.

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Para arrancar esta historia, contexto:

Sin agua es impensable cualquier actividad humana y en particular la dinámica económica (actividades agrícolas, pecuarias, mineras, pesqueras, industriales, de servicios) requiere de diferentes dosis de agua, con diferentes regularidades y con distintas calidades. Entonces, importa no solo la cantidad de agua de la cual disponemos sino también la calidad.

Al mismo tiempo, en la literatura especializada se dice que, desde que se terminó de conformar la tierra como planeta, hay la misma cantidad de agua. No tenemos más, tampoco menos y lo que se ha modificado significativamente es el crecimiento de la población humana y sus actividades.

Por otro lado, la temporada de lluvias en México se concentra entre mayo y septiembre. A raíz del cambio climático, que ha modificado los patrones de temperatura y de precipitaciones pluviales, es posible que la temporada para este año se recorra unos meses y, por la tanto, se intensifiquen las sequías. 2020, 2021 y 2022 registraron sequías muy pronunciadas y se espera que 2023 tenga las mismas características o peores. Por lo tanto, la crisis hídrica ocurrirá en ciudades medias y grandes, y sobre todo en las regiones Centro, Occidente, Norte y Noroeste de México. Es decir, en dos terceras partes del país.

Visto así, la crisis hídrica ha estado entre nosotros desde tiempo atrás y continuará, por lo que muchas actividades tendrán problemas para su operación. Ciudades y su actividad económica verán cómo su crecimiento económico y el bienestar de sus ciudadanos se estresarán, ante la crisis que registrarán por el deficiente suministro de agua. Zonas metropolitanas densamente pobladas y activamente industrializadas reclamarán más agua y eso podría derivar, entre otras cosas, en conflictos sociales.

Bajo la mirada de Eduardo Vega, tres son los factores que descompondrán esta historia:

Uno, enfrentamos situaciones estructurales que no ocurren solo en una coyuntura sino que se presentan con una regularidad pertinaz. En este momento ya hay una situación de inseguridad hídrica, lo que quiere decir que no vamos a tener certeza de contar con el agua necesaria para las demandas de la población y las necesidades productivas de diferentes tamaños y giros. Dos, ante la falta de presupuesto, se intensificará la ineficacia de la gestión hidráulica para, al menos, mantener, reparar, mejorar el funcionamiento de la infraestructura hidráulica disponible. Tres, veremos la caída de las actividades económicas.

Hoy, independientemente de filias y fobias políticas, muchas son las variables que se necesitan para crecer: talento humano bien capacitado, inversiones, políticas públicas. Pero, si no metemos el agua en la misma ecuación, seguiremos teniendo episodios intensos y repetidos de escasez de agua con todas sus consecuencias. Por lo tanto, debemos ubicar el agua como un elemento fundamental para el crecimiento económico pues, en caso contrario, no solo habrá escasez de agua por cantidad sino por calidad, la producción de alimentos se complicará (lo que pondrá en problemas a la potente actividad exportadora de la agroindustria), la operación del sector industrial se complicará, entre otros impactos.

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En esas condiciones, el catedrático de la UNAM cita dos elementos, ya en marcha, que pueden sufrir las consecuencias:

La franja centro-norte del país, donde florecería el nearshoring, exigirá más disponibilidad de agua pero hoy no se tiene la garantía de que la necesidad será atendida. La relocalización de cadenas productivas puede despertar el crecimiento económico, pero también se puede desaprovechar si no se resuelve el tema del agua. Sin agua disponible en cantidad, calidad y regularidad requeridas, el nearshoring podría estar en aprietos. “Se corre el riesgo de perder inversiones porque no se cuenta con la disponibilidad de agua”, advierte Eduardo Vega.

El Tren Maya. En la Península de Yucatán hay muy pocos ríos superficiales y la mayor parte de su hidrología es subterránea pero, si eso no se comprende, se están tomando malas decisiones en la superficie. Lo que se debe de considerar es que, dado que las emanaciones y afloraciones de agua se registran fundamentalmente por los cenotes, el sistema hidrológico del subsuelo de la Península es muy frágil. Entonces, cualquier infraestructura muy pesada que se construya en la superficie puede tener afectaciones serias en esa hidrología.

“Con los recorridos diarios del Tren Maya se generará actividad económica, lo cual no está mal, pero la demanda de agua será creciente de manera exponencial”, explica el catedrático de la UNAM. “Lo que advierto es que, dado que se están tomando decisiones sin impacto ambiental, sin estudios hidrológicos, sin estudios prospectivos de la demanda que vendrá asociada a las actividades ya operativas cotidianas del funcionamiento del Tren Maya, no estamos tomando en consideración el escenario futuro dinámico”.

Bajo estas circunstancias, Eduardo Vega López desliza una propuesta: ejecutar la ‘gobernanza territorial’ del agua, basada en un conjunto de supuestos institucionales básicos para que exista agua para todos los usos y todos los usuarios. “No es dar agua o no darla, sino cómo gobernamos en el territorio este bien imprescindible; dónde está la población, dónde las actividades económicas, los caudales de agua, cómo conectamos esos tres ingredientes para tener una mejor oferta y demanda de agua”, explica.

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Para hablar de ‘gobernanza de agua’, primero, tiene que lograrse la ‘gobernanza del territorio’. Pero, si estos espacios no son plenamente gobernados por el Estado, estamos en problemas. Por desgracia, estamos ahí: actualmente, el narcotráfico ‘gobierna’ territorios, lo que puede poner en riesgo, entre muchos otros temas, el abastecimiento de agua. Y eso, hoy, en algunas regiones del país está ocurriendo.

Lograr la ‘gobernanza del agua’ registra varias piedras en el camino. La narrativa no debiera ser de exclusión para ningún usuario, sino más bien de preocupación universal de cómo sí logramos poner en la arena pública la necesidad de todos de contar con el agua de buena calidad y en la cantidad debida. Sin agua no es posible el crecimiento económico, tampoco el bienestar social ni el desarrollo. Urge tomar medidas. Es ahora, no mañana.

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La mirada pública sobre la crisis del agua genera mucha preocupación. De acuerdo con los Pre-Criterios Generales de Política Económica para el ejercicio fiscal 2024, se proyecta una drástica disminución presupuestal para los programas “Infraestructura para la modernización y la rehabilitación de riego y temporal tecnificado”, “Infraestructura de agua potable, alcantarillado y saneamiento”, “Infraestructura para la protección de centros de población y áreas productivas”. Se trata de una reducción presupuestal para el próximo año de 32,274.4 millones de pesos en estos programas.

Conclusión: no hemos entendido nada.

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Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión.

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