(Expansión) - En los últimos años hemos observado una transformación significativa en la percepción de los beneficios laborales, ya que han dejado de ser algo adicional a la remuneración económica para convertirse en un pilar fundamental de la cultura organizacional en las empresas. Si nos preguntamos por qué ha ocurrido este cambio, la respuesta se encuentra en la evolución de las expectativas de los colaboradores.
Los beneficios laborales como cimientos de la nueva cultura organizacional
Los trabajadores buscan en la actualidad mucho más que un salario competitivo, aspiran a encontrar oportunidades de desarrollo profesional, a disfrutar de flexibilidad en su trabajo y a experimentar un entorno laboral que les permita conciliar de manera efectiva sus vidas personales y profesionales al mismo tiempo que contribuyen a la sociedad.
Durante mi años y experiencia en el mundo laboral he sido testigo de un cambio significativo en la forma en que las empresas abordan los beneficios laborales. Antes se centraban en la compensación monetaria, pero ahora van mucho más allá y tienen que ver con procurar la salud emocional del colaborador, por eso se les llama también “salario emocional”, lo que es crucial cuando se trata de atraer y retener al talento.
Uno de los beneficios más buscados y que ha tenido un auge notable es la flexibilidad laboral, esto en gran medida a través de la modalidad de trabajo remoto, así como por la posibilidad de ajustar los horarios según las necesidades personales. Recordemos que la capacidad de trabajar desde casa o de establecer horarios flexibles permite a los empleados tomar el control de su tiempo y reducir el estrés relacionado con los desplazamientos. Esto, a su vez, se traduce en una mayor satisfacción laboral y en la capacidad de concentrarse en tareas importantes sin las distracciones habituales de la oficina.
El bienestar integral de los empleados se ha convertido en un compromiso genuino de las empresas, que están priorizando a través de su oferta de beneficios. Sin embargo, también contribuye a reducir las preocupaciones relacionadas con la salud que pueden impactar en la productividad, ya que una fuerza laboral sana y feliz tiende a ser más productiva y menos propensa a ausentarse del trabajo debido a enfermedades.
Asimismo, la retención de los mejores empleados se apoya en el desarrollo profesional que se les ofrece, lo cual también se considera un beneficio no monetario y parte del salario emocional de las empresas. Cuando los empleados perciben que tienen oportunidades para crecer y perfeccionar sus habilidades, su motivación y compromiso con la empresa se fortalece. Este beneficio no se limita a los individuos, sino que también eleva el nivel de competitividad de la empresa.
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Por último, recordemos que un beneficio laboral también puede ir más allá de ser una recompensa directa para los colaboradores, puede ofrecerles la satisfacción de que con su trabajo contribuyen a su comunidad, país y el mundo. De esta manera, los programas de inclusión, diversidad, responsabilidad social y medioambiental cobran mayor relevancia como un factor de salario emocional que apoya la atracción y retención de los empleados, en especial de los más jóvenes.
De esta manera, podemos estar seguros de que los beneficios laborales de salario emocional no solo reportan ventajas significativas para los empleados, sino también ejercen un profundo impacto en la cultura organizacional de las empresas. Cuando los trabajadores se sienten valorados, que aportan a la sociedad y que tienen la oportunidad de desarrollarse, su satisfacción y compromiso se traduce en una mayor productividad y eficiencia en su desempeño laboral, lo que conduce a una mejora en la atracción y retención de personal, reducción de tasas de ausentismo y de rotación de personal.
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Nota del editor: Nima Pourshasb es CEO y Co-Founder de minu . Cuenta con una extensa experiencia emprendedora creando y creciendo empresas tecnológicas en diferentes países. Creó su primera empresa para consumidores latinoamericanos, FormaFina, con oficinas en seis países de la región. En México colaboró en Banco Sabadell como responsable de la Banca de Personas. Nació en Irán, creció en España y realizó sus estudios de posgrado tanto en Londres como en EU. Síguelo en LinkedIn y/o Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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