Antes de la apertura del mercado de combustibles en 2017, previo a la Reforma Energética del 2013, sólo existía una marca de combustibles en México: Pemex. También había un solo precio a nivel nacional. Digamos que el monopolio se encargaba de llevar combustible a donde fuera, y al costo que fuera, sin importar si perdía o ganaba, porque tenía el mandato institucional.
Con la Reforma Energética, todo el sector cambió y por primera vez al país llegaron nuevas marcas. Éstas tenían que diferenciarse de la única marca hasta entonces existente. Unos se enfocaron en mejorar el servicio, otros en modernizar las estaciones e imagen, y otros pocos (petroleras internacionales) en traer combustible de mejor calidad, superando por mucho los estándares mínimos que estableció la NOM-016-CRE-2016.
Las petroleras top llegaron a México con estudios de mercado e información sobre las tendencias de consumo, creyendo que al igual que en otros productos como celulares o refrescos, los mexicanos buscarían consumir el mejor producto disponible y, en este caso, buscarían comprar el mejor combustible.
A seis años de la apertura del mercado poco se ha evolucionado en las tendencias. Las empresas petroleras privadas se han visto afectadas por la competencia desleal que desde el propio gobierno se ha instrumentado al otorgar waivers o permisos para que Pemex pueda seguir vendiendo gasolinas y diésel que no cumplen con la calidad. También el precio de los energéticos (internacional y nacional) se ha visto presionado por múltiples factores; llámese cambios en la demanda por la pandemia o la guerra entre Rusia y Ucrania.
Para mi pregunta ‘¿Realmente importa la marca en los combustibles?’, me gusta responder con una analogía: imaginemos que quieres comprar un refresco de cola y llegas a una tienda a comprarlo, ¿cuál es la marca que primero se te viene a la mente y por qué?
Invariablemente la respuesta es Coca-Cola, “por su sabor… o porque es la mejor”… Entonces les pregunto, pero si no tuvieran para comprarla, ¿qué otro refresco comprarían? Si me dicen Pepsi, les pregunto, ¿por qué no eligen desde el principio Pepsi o Big Cola u otras marcas?… Me contestan, porque no saben igual o no tienen la misma calidad.
Bueno, pues a eso se le conoce en marketing como Top of mind, es decir, que la marca que se nos viene primero a la mente ha logrado diferenciarse del resto. Coca-Cola, Apple, u otras marcas, son un claro ejemplo de lo representa estar en el Top of mind, porque le han invertido tanto a la calidad e innovación, que se han convertido en las preferidas del mercado y en sinónimo de confiabilidad.
Lo mismo sucede en las gasolinas y diésel. Existen las marcas premium, en las que las petroleras han invertido miles de millones de dólares en investigación e innovación y sus combustibles son diseñados en conjunto con la industria automotriz para buscar dar la mayor eficiencia a los motores.
Son empresas trasnacionales, que cotizan en Bolsa, que tienen los más altos estándares; por ejemplo; controlan toda la cadena de suministro y valor, extraen y refinan el petróleo con la mejor tecnología, logrando un producto que excede la calidad mínima que exigen los países en donde suministran.