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La importancia de no ser ajenos al contexto a la hora de comunicar

Es muy fácil que ante escenarios como el actual en Acapulco, Guerrero, el impulso a subirse a la conversación salga como una reacción natural.
mar 31 octubre 2023 06:07 AM
MEXICO-WEATHER-HURRICANE-OTIS
El huracán Otis golpeó al Puerto de Acapulco la semana pasada.

(Expansión) - Es un hecho innegable que la comunicación juega un papel crítico en el mundo de los negocios. Las organizaciones no solamente están interesadas en comunicar, sino que se ven en la necesidad de hacerlo por diversos motivos. Ya sea para impulsar su visibilidad, fidelizar a sus clientes a través de una relación sólida y constante, o para informar acerca de las acciones que realizan y que tienen un impacto directo en el día a día de las personas que adquieren sus productos o servicios.

De manera concreta, la comunicación es vista como una herramienta que ayuda a mejorar la imagen y reputación corporativa. Esto se hace más evidente en tiempos de crisis, donde una comunicación transparente y completa es esencial para mantener la confianza de los clientes.

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Pero, ante la creciente demanda que hay por parte de las generaciones jóvenes hacen a las compañías, solicitando ser cada vez más auténticas y enfocadas en criterios sociales y ambientales, estos criterios se han vuelto ejes rectores de mucha de la comunicación que se hace a nivel empresarial.

La importancia que hay en ellos es su relación directa con la intención de compra y adquisición. Es una realidad que aquellas compañías con mejor reputación tienen mejor oportunidad de ser consideradas al momento de que alguien que compra.

Con este interés puesto sobre la mesa, es muy fácil que ante escenarios como el actual en Acapulco, Guerrero, el impulso a subirse a la conversación salga como una reacción natural.

Principalmente si tenemos en cuenta que lo sucedido en los últimos días y las afectaciones ocasionadas por el huracán Otis en el estado han despertado el interés y movilizado a comunidades enteras, gobiernos y compañías que, en un acto de solidaridad, han emprendido acciones de ayuda a la población afectada.

Pero, ¿es eso realmente una oportunidad para seguir construyendo su reputación corporativa? ¿Es este, tan siquiera, un buen momento para seguir su agenda de comunicación y acciones realizada?

Ante eventos tan desafortunados como el actual, la clave está en entender que no son una temporada de descuentos o una efeméride más en la que las compañías deban buscar en el top of mind de sus audiencias. Al contrario, es muy probable que todo aquello fuera de esta agenda quede sin relevancia, sea sacado de contexto o pueda ser calificado como una insensibilidad. Lo cual podría, incluso, tener un potencial impacto negativo en la reputación. Muy contrario a los efectos positivos que se busca de una buena comunicación.

Esto no significa, tampoco, de ninguna manera, una invitación a comunicar y que todos los esfuerzos de relacionen con querer ser parte del contexto. Aunque se aplaude mucho el esfuerzo de distintas compañías por realizar donativos, mantener el bienestar de sus colaboradores, colaborar con gobiernos y unir esfuerzos con más compañías -incluso, sin importar si son sus competidores directos-, tampoco es momento de buscar protagonismo.

En un ejercicio de comunicación constante, a menudo subestimamos el poder del silencio y los mensajes implícitos. Aunque, a primera vista, la ausencia de palabras puede parecer simple inacción, a menudo es todo lo contrario. Y, en un caso como el actual, esto retoma más sentido.

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El silencio puede servir como una estrategia comunicativa efectiva e influyente que transmite un mensaje potente. En un escenario ideal, un silencio bien medido puede marcar una pausa reflexiva ante un tema complejo, una forma de decir que no somos ajenos y que por respeto a ello podemos pausar por un momento nuestra agenda.

La situación cambia, por ejemplo, en una compañía que tiene operaciones que se vieron afectadas o personal para el que no recibir información inmediata de su empleador sí podría desencadenar en un problema mayor.

Los negocios no están aislados de estas realidades y deben adaptarse a ellas, y actuar -o no, según sus posibilidades- basados en ellas. En el corazón de esta adaptación debe estar el respeto y la empatía por la situación y las personas, sobre cualquier apetito oportunista. Las empresas que puedan navegar con éxito por esta delicada línea emergerán más fortalecidas en el otro lado.

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Nota del editor: Luis Ruiz es licenciado en Ciencias de la Comunicación de formación –por la Universidad Nacional Autónoma de México– y consultor en comunicación estratégica y relaciones públicas de formación. En los últimos años ha colaborado en el desarrollo de campañas de comunicación corporativa de grandes corporativos a nivel nacional e internacional. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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