Ante la nueva diplomacia ambientalista mundial, esto ha complicado a muchos países tener al control de esta soberanía debido, principalmente, a la falta del financiamiento de proyectos propios bajo las políticas públicas y, ante los incrementos de los gastos presupuestarios, se han originado un alto déficit presupuestario e incrementos en la deuda pública, ligada a altos índices de interés.
Frente a esta situación, la soberanía energética ha sido modificada y adaptada por países desarrollados, permitiendo que los proyectos sean realizados por el mercado, y bajo el riesgo de empresas que pueden generar su propia tecnología o tienen acceso. Esta apertura ha sido permitida en las últimas tres décadas en diferentes países.
¿Cómo ha sido logrado?
Ante la reciente preocupación por las guerras energéticas (Rusia-Ucrania, Israel-Hamás), el medioambiente y la pobreza energética, los administradores de diferentes países, comunidades y regiones han realizado desarrollos regulativos para fomentar el empoderamiento de los consumidores mediante la introducción de directivas, reglamentos y leyes, reforzando así su soberanía energética.
En México fue implementado bajo la reforma energética, la cual, debemos de recordar, tiene nueve años de su puesta en marcha, y del 2018 a la fecha se han registrado cambios e intentos de modificaciones, y esto ha causado un atraso energético de más de dos décadas, aumentando así la pobreza energética.
Para lograr una soberanía, en la actualidad, resulta necesario fomentar la investigación de nuevas tecnologías, desarrollar infraestructuras y permitir la participación de los distintos agentes del mercado. Requiere establecer políticas y entes reguladores autónomos que puedan evaluar, monitorear, y mejorar la forma como la energía es creada, distribuida y consumida por la sociedad, bajo el término de ser accesible en costo, confiabilidad, y en mejorar la calidad del aire, bajo el control de los gases de efecto invernadero. ¿México lo logrará?
Hoy es complicado llegar a tener una soberanía energética real. Un país puede tener los recursos naturales, pero sin una tecnología para extraer, producir, transformar, y usar de forma eficiente, no podrá conseguirla. Para lograr todo lo anterior se requiere del peculio para poder tener el control de esta soberanía energética.
Hoy los países están concentrados en tres términos para dejar de ser pobres energéticos:
Independencia energética: Es calculada al dividir la producción de energía primaria entre el consumo total energético del mismo periodo. El resultado indicaría el grado en que un país puede cubrir su consumo de energía derivado de su producción; si es mayor a uno, el país se considera autosuficiente energéticamente. México, actualmente y con datos de la Secretaría de Energía, es de 0.71. Significa que existe un déficit del 29% de energía demandada dentro del territorio nacional, la cual fue cubierta con importaciones.
Autosuficiencia energética: Se obtiene por medio de la producción entre el consumo de energía. Un índice mayor a uno índica que el país es superavitario de energía, mientras que un índice menor a uno índica que el país es un importador neto de energía. México es autosuficiente en la producción de energía primaria al tener el índice alrededor de 1.2 (cantidad de recursos naturales), pero está en riesgo ante el incremento de importación de gas natural en las próximas décadas. Así mismo, no existe autosuficiencia en la producción de energía secundaria (combustibles, principalmente), y tiene que importar, cuyo índice es del 0.55. En México predominan las actividades relacionadas con la extracción y producción de energías primarias, dejando de lado la producción de energía secundaria, para la cual es necesario contar con un sistema de transformación más amplio bajo empresas del estado y privadas (refinerías, petroquímicas, plantas de gas, fraccionadoras, centrales eléctricas del tipo de energías limpias e fósiles).