Hoy el panorama es muy diferente. Con la inmediatez y el fácil acceso a las redes sociales, cualquier persona con un dispositivo puede publicar “noticias”, pero ¿cómo sabemos si lo que leemos es cierto?
Cada día somos “víctimas” de un intenso bombardeo con información que nos llega a través de Facebook, X, WhatsApp y demás plataformas. Muchas y muchos de nosotros compartimos, irresponsablemente debo decirlo, esas publicaciones sin pensarlo dos veces. Sin embargo, pocas veces (las menos) nos detenemos a pensar: ¿quién escribió esto?, ¿de dónde viene?, ¿cuál es la fuente? o ¿por qué debería creerle en esta persona?
El enorme problema yace, en que no sabemos quién está detrás de esa pantalla. Podría ser alguien con buenas intenciones, sí, pero también puede ser una persona o un grupo con intereses ocultos y oscuros, manipulando la información y hacernos creer aquellas mentiras. Estas fake news —como ahora se les llama— pueden ser más peligrosas de lo que creemos, porque distorsionan la realidad y nos hacen tomar decisiones basadas en engaños.
Algo que considero muy preocupante, es que muchas veces confiamos en estas publicaciones porque provienen de un contacto cercano, un amigo, un familiar o un compañero de trabajo. Creemos que si alguien que conocemos lo compartió, debe ser cierto. ¡Cuidado!, no siempre es así. En muchos casos, esa persona en quien confías ciegamente simplemente dio repost exprés a una noticia falsa, y que ni siquiera se molestó en verificar. Y sí, con esto estoy asegurando que la responsabilidad no es de quien publica información falsa, sino de quien la cree, la comparte y la viraliza.
Hoy más que nunca, debemos ser críticos y cuidadosos con lo que leemos y compartimos. No todo lo que circula en internet es cierto, y no todo el que escribe, lo hace bajo el estandarte la verdad ni con las mejores intenciones. Como usuarios, insisto, es nuestra responsabilidad investigar un poco más, antes de dar por hecho algo que podría ser una mentira. Si no lo hacemos, somos parte del problema.
No sugiero que dejemos de usar las redes sociales, pero sí que las usemos con responsabilidad y precaución. Recuerda que detrás de cada pantalla puede haber alguien con intereses retorcidos. Antes de compartir cualquier noticia, pregúntate: ¿esto tiene sentido? y ¿de dónde proviene esta información? Solo así podremos evitar caer en las trampas de las fake news y perjudicar a nuestros amigos, a nuestra familia y a la sociedad.
Pero ¿por qué aún escuchamos a diario sobre este tema?, ¿seguimos siendo presas de esto?