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#Entrelíneas | Paquete Económico 2025: sin raíces para crecer

El paquete económico no cuenta con las bases para detonar el crecimiento económico de México en 2025; incluso, hay proyecciones que sostienen que su comportamiento será más bajo que 2024.
lun 16 diciembre 2024 06:03 AM
presupuesto 2025
Se pretende sobrevivir al 2025 a costa de sentar bases para el futuro. La prosperidad tantas veces repetida en los discursos políticos, no dejará de ser un canto de sirenas, considera Jonathán Torres.

Un país, para generar beneficios a todos sus habitantes, requiere que su economía crezca; para una buena fiesta, se necesita de un pastel que alcance para todos los invitados. Si el paquete económico 2025 fuera un pastel, puede esperarse que éste no contará con más pisos y, quizá, las porciones serán más pequeñas; además, algunos de sus ingredientes no serían de buena calidad y, así, el saldo de la celebración no sería el mejor para todos los asistentes.

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El paquete económico no cuenta con las bases para detonar el crecimiento económico de México en 2025; incluso, hay proyecciones que sostienen que su comportamiento será más bajo que 2024. Al mismo tiempo, buena parte de sus recursos están comprometidos, por lo que se espera un mayor deterioro en educación, salud, con sus correspondientes impactos en millones de habitantes. Por lo tanto, la prosperidad prometida tendrá que esperar mejores tiempos.

Esta historia se desgrana así: a grandes rasgos, el paquete económico se integra de tres documentos que son fundamentales para incidir en el crecimiento económico.

El primero, concentra los precriterios de política económica, donde se establecen las variables macroeconómicas que se piensa que van a suceder en el siguiente año (producción de petróleo y su precio, inflación esperada, estimaciones de crecimiento) y, a partir de éste, se calcula cuántos ingresos tendrán las arcas del gobierno (Ley de Ingresos) y de qué manera se repartirán (Presupuesto de Egresos). Además, junto con los niveles de deuda que se solicita para cubrir el presupuesto propuesto, se cuenta con toda la política pública del gobierno (social, económica, agrícola) que tiene injerencia en el crecimiento económico y en la productividad de las personas.

Así, en el momento en el que el paquete económico entra en vigor es cuando se empieza a registrar su calibre y, sobre todo, la calidad (o no) de sus fundamentos tomando en cuenta que la inversión pública genera inversión privada y, en consecuencia, crecimiento; pero, también, el presupuesto en educación y la salud influye en la productividad de las personas, al tiempo que, si se invierte en la primera infancia, se piensa en el crecimiento para los próximos años. Todo está conectado.

“Sin inversión pública, no podemos promover inversión privada”, dice Mariana Campos, directora de México Evalúa. “Con infraestructura pública se desarrollan vías de comunicación, que permiten que existan poblaciones en donde haya negocios, centros comerciales, servicios privados. Pero si no pones primero una instalación de agua, redes de transporte, ahí no va a llegar la inversión privada”, complementa.

Dicho lo anterior, el paquete económico 2025 no ofrece los elementos para proyectar el crecimiento de la economía sino todo lo contrario; vienen meses complicados, gran parte del recurso público ya está comprometido, la inversión pública solo se concentrará en las obras insignia de la autollamada Cuarta Transformación y las políticas públicas reflejan una desprotección al capital humano, presente y futuro.

“2024 fue un año electoral, que nos deja un crecimiento enorme en el gasto y en endeudamiento. Dadas esas características, en 2025 se tiene que hacer un ajuste”, sostiene Alejandra Macías, directora del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). “Lo que se está haciendo es recortarle a las políticas públicas y a la inversión, y también hay una probabilidad de enfrentar una recesión”.

De acuerdo con la mirada de organizaciones de la sociedad civil y expertos en la materia, el paquete económico 2025 es un plan para sobrevivir y evitar la pérdida de las calificaciones crediticias, aunque no nos aleja necesariamente de que eso ocurra.

En el detalle, la inversión pública se caerá, al margen de que costará tres veces más el ‘Tren Maya’; los recortes a la salud impactarán, principalmente, a las personas sin seguridad social; la Conagua sufrirá un recorte de 43%, en un preocupante contexto hídrico; el pago de las pensiones capturará buena parte del recurso público, sin una reforma fiscal a la vista; mientras que la narrativa política presume que es momento de la ‘prosperidad compartida’, no existe el camino para plantear finanzas públicas sostenibles ni, mucho menos, para construir el ansiado crecimiento económico.

Paradojas de las circunstancias…

Hasta hace poco tiempo, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador sostuvo una relación tirante con el sector privado. Ahora, en cambio, la vinculación registra tintes de florecimiento. Sin embargo, la inversión pública que se pretende para el próximo año se concentrará, fundamentalmente, en fortalecer a las empresas públicas, pero en términos generales no será lo suficientemente vigorosa para incentivar los polos de desarrollo que tanto se han prometido.

“Lo que se pretende es salvar la calificación crediticia y evitar, incluso, la pérdida del grado de inversión”, acusa Mariana Campos. “Es un paquete para sobrevivir, quedar bien con el sector financiero, a costa de comprometer el perfil productivo pues sacrifica todos los aspectos para el desarrollo económico y social. No caímos en el abismo, pero nos quedamos colgados de un dedo en la orilla”.

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“La administración pasada dejó atada de manos a la actual, sobre todo con el déficit”, añade Alejandra Macías. “Por lo tanto, cada día es más evidente que Claudia Sheinbaum tendrá que poner sobre la mesa la discusión de una reforma fiscal, que sea procrecimiento y a favor de la productividad. Vamos a ver en 2026”.

La historia, así, se repite. La atención a las emergencias se impone, mientras la planeación de largo plazo se queda como una simple aspiración. Se pretende sobrevivir al 2025, a costa de sentar bases para el futuro. La prosperidad tantas veces repetida en los discursos políticos, no dejará de ser un canto de sirenas.

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Los recortes a la seguridad, también plasmados en el paquete presupuestal 2025, pueden ser un factor que impacte, negativamente, en las relaciones comerciales con Estados Unidos. Mientras el clima de inseguridad se intensifica, el presupuesto para su combate se reduce, lo que podría agravar aún más la situación y poner en serios problemas a la administración de Claudia Sheinbaum, en el marco de las próximas conversaciones en torno del T-MEC y la esperada exigencia de Donald Trump por mejorar las condiciones de seguridad para la inversión en territorio mexicano.

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Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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