Esta historia arrojará estas conclusiones: Donald Trump, aún sin asumir la Presidencia de Estados Unidos, ya empezó a negociar; la fragmentación de América del Norte provocaría el declive del imperio estadounidense frente al resto del mundo; ante un escenario de una guerra comercial, México tiene la capacidad negociadora e instrumentos para sobrevivir, pero para blindarse requiere de mucho lobbying.
#Entrelíneas | El frente contra Trump
El plan para tratar de contener los embates del huracán llamado Donald Trump germinó varios meses atrás, aún en tiempos del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Desde la Secretaría de Economía (SE), entonces a cargo de Raquel Buenrostro, se tenían dibujados los escenarios por montarse en Estados Unidos a raíz de las elecciones presidenciales del 4 de noviembre y fue así que se acordó con el sector privado trabajar la estrategia de defensa, ante las consecuencias que provocaría la eventual derrota del Partido Demócrata.
Sin embargo, uno de los elementos que hoy caracteriza al equipo negociador tiene que ver con la pericia y buena praxis de cada uno de los sectores representados en su interior pero que no necesariamente es el mismo, dado que hay grados de experiencia muy distintos entre quienes representan a la comunidad empresarial mexicana, a las empresas estadounidenses basadas en México y al gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum.
En esos términos, la comunidad empresarial mexicana dispone de miembros y equipo que, incluso, trabajaron la estrategia de negociación del entonces TLCAN y que también incidieron en los diagnósticos para lo que después derivó en el T-MEC; por su parte, las empresas estadounidenses que operan en México cuentan con mucha data alrededor de los grandes beneficios que ha significado el acuerdo comercial para los inversionistas estadounidenses, pero sobre todo tienen de su lado la gran influencia que sus casas matrices pueden provocar en Washington.
La influencia y calidad de negociación en el gobierno mexicano es otra. Desde que asumió el poder la autollamada Cuarta Transformación, por temas presupuestales o por ideología se fue desbaratando al equipo de funcionarios que tenía la suficiente capacidad para gestionar las negociaciones en el contexto del T-MEC y eso, conforme fue pasando el tiempo, encendió las alertas en el mismo sector público pues no se tenía a una estructura que acompañara a los funcionarios que se sentarían en la mesa de negociaciones frente a sus contrapartes canadienses y estadounidenses.
Ahora, el gobierno tiene claro que requiere de un equipo mucho más técnico del que ha tenido en los últimos años. Fuentes consultadas que están cerca del proceso de reconstrucción del equipo negociador sostienen que la técnica está regresando al sector público, lo que significa que, al margen del reconocimiento del que gozan Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard, hay nombres que cargan con buenos antecedentes para enfrentar las futuras presiones que se vendrán desde el norte.
Entre los nuevos funcionarios que no tienen la fama, pero sí las cartas credenciales, se encuentran Víctor Manuel Aguilar Pérez, jefe de la Unidad de Negociaciones Comerciales Internacionales de la SE; así como Miroslava Pérez López, directora general de Política de Promoción de Inversiones y Exportación de la misma cartera.
Por otro lado, el llamado ‘Cuarto de Junto’ encabezado por Judith Garza Rangel e integrado por miembros del sector privado, ya tiene delineadas sus primeras acciones. La semana pasada se formalizaron sus 34 coordinaciones temáticas y sectoriales, mientras que la oficina del CCE montada en Washington, integrada por viejos conocedores de la relación comercial con Estados unidos como Jaime Zabludovsky y Herminio Blanco, ya tiene mapeados los contactos clave para empezar a incidir en las conversaciones. Por su parte, las empresas estadounidenses con operaciones en México jugarán un rol muy importante, sobre todo aquellas que pertenecen a sectores clave en la relación bilateral (automotriz, dispositivos médicos, componentes electrónicos, entre otros).
Por lo pronto, se espera más claridad en torno de los mecanismos de diálogo, vinculación y organización entre los sectores público y privado. Así, pronto saldrán noticias en torno de la reunión formal que deberán sostener los miembros del ‘Cuarto de Junto’ con la SE, encargada por mandato legal de encabezar las negociaciones con Estados Unidos. Al mismo tiempo, se esperaría la conformación de un Grupo de Alto Nivel, integrado por directores generales de empresas y representantes de algunas organizaciones empresariales, muy similar al que se creó en tiempos de la renovación del TLCAN y la confección del T-MEC.
Pero, en realidad, mientras que a lo lejos se escuchan tambores que anunciarían una guerra comercial con Estados Unidos, lo que en verdad mantiene preocupados a miembros de la comunidad empresarial tiene que ver con las condiciones que imperan en México y que podrían dar paso a un bajo, incluso mediocre, crecimiento económico. Es decir, se piensa que Trump discute y habla mucho, pero no actúa, al tiempo que las posibilidades de que todo se descomponga están aquí, en casa.
Como sea, la postura que prácticamente ya se ha estado socializando radica en impulsar una narrativa en la que se repita una y otra vez que una América del Norte fragmentada significa un despropósito; es decir, sin México, pierden Estados Unidos y Canadá, frente a los alcances que ya tienen otros bloques económicos y, por lo tanto, por el bien de los tres, lo mejor es trabajar juntos como región para fortalecer a América del Norte y la única manera que tiene Estados Unidos de competirle a China es como región. De arranque, entre las primeras líneas de acción está en desplegar una narrativa dirigida hacia la población estadounidense en la que se le transmita que la imposición de aranceles a los productos importados desde México, como lo ha planteado Donald Trump, provocaría un impacto en sus propios bolsillos.
Finalmente, esta historia es acompañada por una desafortunada paradoja.
México podría prepararse como nunca antes y contar con un equipo negociador de excelencia, pero si no se avanza en las discusiones que no tienen nada qué ver con comercio, como es la migración, la inseguridad y la producción y tráfico de fentanilo, la suerte de las conversaciones comerciales se descompondrá y todo podría terminar mal; bajo un entorno completamente contrario a la lógica, el futuro del principal acuerdo comercial que tiene México dependerá de circunstancias ajenas a su espíritu.
**********
El Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización (CADERR), recién anunciado por el gobierno mexicano, fue bien recibido, entre otros factores, por los nuevos liderazgos que integra y por la integración femenina. Los primeros alcances y grados de éxito del CADERR se registrarán en los próximos meses, pero corre el rumor de supuestas grillas en su interior provocadas desde la SE, en un afán de influir en la toma de decisiones y ‘torpedear’ el liderazgo de la responsable de coordinar los trabajos, Altagracia Gómez. Al tiempo.
____
Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión