“Estoy convencida que el T-MEC es importante para el próximo presidente de Estados Unidos (Donald Trump) porque es la única forma de enfrentar con éxito la competencia económica y comercial con China”, dijo ayer la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
#Entrelíneas | El cuento chino contra China
No se está tomando con la debida seriedad el análisis en torno de la vinculación de la República Popular China con México. Se trata, en primer lugar, de la segunda economía más potente del mundo, después de Estados Unidos, según el FMI. Por otro lado, se sostiene que el comercio bilateral entre México y esta potencia registró un crecimiento en el primer semestre de 2024 de 12.3%, lo que significó una tasa de 20% en las importaciones totales mexicanas, lo que colocó a China como el segundo socio comercial de México, después de Estados Unidos. Por lo tanto, ¿es conveniente pretender apostar por una táctica en la que ni se le vea ni se le escuche?
Así como no es posible imaginarse un Estados Unidos sin México, y viceversa, tampoco es posible pensar hoy en día en un México sin China, porque eso implicaría dejar de contar con un gran mercado de teléfonos celulares, redes inalámbricas, máquinas, aparatos y material eléctrico; al mismo tiempo que muchos servicios estarían en serios problemas de operación y millones de mexicanos perderían la opción de comprar calzado, autos, ropa…
Entonces, la discusión no es Estados Unidos o China; desde una perspectiva mexicana, el plan es Estados Unidos y China.
Si bien es cierto que la fragmentación comercial de América del Norte no es conveniente, frente al poder que ya carga el bloque asiático, estamos en medio de un conflicto geopolítico y geoeconómico.
El pleito lo libra Estados Unidos con China; no México. El tigre asiático comprende la presión de Estados Unidos y así ha sido desde la construcción del TLCAN, cuando se estableció una cláusula que prohibía a los países adherentes a dicho acuerdo comercial a signar algún tratado del mismo calibre con naciones con sistemas políticos y modelos económicos contrarios; desde entonces, China y sus inversionistas tenían presente que debían encontrar otros caminos para participar.
Por otro lado, China es como una mancha de agua, que penetra por todos lados. Ese es su proyecto y su objetivo. No es expansivo desde el punto de vista territorial, es expansivo en cuanto a control comercial. Bajo estas consideraciones, el análisis coyuntural debe integrar otro enfoque: aun y cuando Estados Unidos sigue siendo la potencia más influyente del mundo, China, sea como sea, es la otra protagonista de esta historia, por lo que es pertinente y estratégico sostener una relación de largo plazo con ella, al margen de circunstancias coyunturales.
El gobierno de México, sostienen fuentes consultadas, tiene presente el contexto, reconoce que hay presiones estadounidenses para que defina una postura y le está dando vueltas al tema con sus correspondientes dosis de preocupación. En corto, lejos de cualquier micrófono y reflector, funcionarios de la Secretaría de Economía confiesan que impulsar una narrativa contra China no es del todo conveniente, pero lo que también es cierto es que, hasta el momento, ni el sector público, ni los organismos empresariales, ni los partidos políticos, ni nadie, se ha manifestado públicamente sobre la ruta a seguir para equilibrar la conversación. Todo lo contrario, el péndulo antichino se está moviendo rápidamente.
El detalle es que parte de la actividad productiva mexicana no podría entenderse sin la participación china. En muchas de las exportaciones mexicanas, incluso, a Estados Unidos, hay un componente chino. De acuerdo con cifras del Centro de Estudios China-México (CECHIMEX), el valor agregado chino en las exportaciones mexicanas en 1995 era tasa cero; es decir, prácticamente no había relación. Veinticinco años después la historia empezó a cambiar. Para 2020, 21.4% de las exportaciones mexicanas tenía valor agregado chino y, de esta cifra, 70% habían sido realizadas por empresas extranjeras basadas en México y, sobre todo, estadounidenses.
Bajo este panorama, el CECHIMEX plantea una salida: impulsar el concepto de ‘nuevas relaciones triangulares’, que en términos generales significa reconocer la participación de los tres países en las cadenas de valor y así ir en contra de los intentos por capitular una nueva era de la guerra fría.
“En mucho de lo que hacemos también está China y, sin su participación, nuestro aparato productivo no funcionaría. Pero eso no se reconoce y se piensa que vamos a fortalecer América del Norte y de alguna forma excluir a China. ¿Excluir de qué?”, pregunta Enrique Dussel Peters, director del CECHIMEX. “Es de risa el argumento que no reconoce la enorme relevancia de China en la integración”.
En este momento, se está trabajando una narrativa en la que se socialice la posibilidad de sustituir importaciones desde Asia (entiéndase China) y apostar por Europa, bloque con el que también hay un tratado de libre comercio (TLCUE). Eso no está mal, nadie podría estar en contra de aprovechar el mundo de tratados comerciales que México ha firmado. Sin embargo, ya vamos muy tarde.
Para llegar a tener un componente México-Estados Unidos y alguien más que no sea China, nos va a llevar muchísimo tiempo. No será posible desaparecer de la noche a la mañana la organización industrial que se ha generado durante años. Mal timing.
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Hoy, no hay inversionista que permanezca tranquilo mientras observa los impactos que está dejando la coyuntura. Los inversionistas chinos no son la excepción. Sin embargo, ellos sí saben cómo diversificar sus exportaciones. México representa 2.44% de las exportaciones totales chinas, cifra que lo coloca como el mercado más importante de América Latina para el tigre asiático, seguido por Brasil (1.72%).
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Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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