La tarde del próximo 19 de marzo, en vísperas del ‘Día Internacional de la Felicidad’, que se celebrará un día después, se dará a conocer la edición 2025 del ‘Reporte Mundial de la Felicidad’, por lo que la pregunta es muy pertinente: ¿México llamará la atención por el florecimiento de la felicidad de sus habitantes en medio de un entorno turbulento u ofrecerá elementos sobre cómo apagarla sin misericordia?
#Entrelíneas | ¿Los mexicanos somos más felices o infelices?

Medir el nivel de satisfacción vital, bienestar subjetivo o felicidad, como se le quiera llamar, de las sociedades, es un ejercicio muy necesario. Por años, y hasta la fecha, dominan una tendencia y una narrativa que sostienen que la medición de las tasas de crecimiento de los países es lo único y más importante, lo que en consecuencia ha alimentado una penosa confusión: el progreso social o el desarrollo de las personas depende exclusivamente de lo material. Nada más alejado de la realidad.
A la par que el capitalismo más salvaje sigue reclutando seguidores, desde hace décadas también comenzó a crecer el interés en tratar de incorporar métricas en la discusión pública sobre qué es el progreso de las sociedades, de qué depende la calidad de vida de las personas y a registrar algo muy elemental: cómo se sienten.
El Gobierno de Bután, constituido como una monarquía constitucional desde 1994, es un claro ejemplo pues dejó de lado la idea de que el PIB era la señora de las métricas para calibrar el progreso de sus habitantes y construyó un nuevo indicador llamado ‘Felicidad Nacional Bruta’, que integra más de 100 variables y que, en buena medida, contemplan todas las dimensiones del bienestar de las sociedades y sus miembros.
Bajo esos contextos, y desde 2013, cada 20 de marzo se celebra el ‘Día Internacional de la Felicidad’, con lo que la Organización de las Naciones Unidas establece que la aproximación al desarrollo y al bienestar requiere de una mirada más holística. Así, bajo ese mismo marco, se publica el ‘Reporte Mundial de la Felicidad’, cuya edición 2025 está por darse a conocer y que nos permitirá ubicar qué tan felices somos (o no) los mexicanos ante los avatares de la vida cotidiana.
Si bien este reporte, que se publica desde 2012, no se ha concentrado en focalizar sus análisis por países, las circunstancias mexicanas han llamado la atención. El comportamiento que el país ha registrado en la mayor parte de las ediciones del ‘Reporte Mundial de la Felicidad’ se ha colocado en la escala de las 20 a 30 posiciones. En 2019, se ubicó en el asiento 23 y los autores del reporte incluyeron una mención específica al caso mexicano pues se registró un crecimiento en los niveles de bienestar de sus habitantes y una de las posibles interpretaciones tenía que ver con la elección presidencial de 2018, por lo que se percibía un alto nivel de satisfacción de la población mexicana por el desenlace de aquella jornada electoral. Para 2024 se ubicó en el lugar 25 .
¿Qué noticias podemos esperar alrededor de México en el ‘Reporte Mundial de la Felicidad’ 2025? En agosto de 2024, se anunció que un equipo internacional de investigadores interdisciplinarios contribuiría con el reporte de este año , de tal manera que se espera una mirada sobre América Latina y la importancia de las relaciones familiares en el bienestar de las personas, así como un acercamiento a la fenomenología familiar mexicana dado que 4 de los 5 autores de este capítulo son mexicanos: Gerardo Leyva (economista independiente), Mariano Rojas (Tecnológico Nacional de México), Margarita Tarragona (Centro de Estudios del Bienestar del ITAM) y Roberto Castellanos (FCPyS de la UNAM); Lina Martínez es colombiana y catedrática de la Universidad ICESI de Cali.
¿Qué tan importante es la familia en la felicidad de las y los mexicanos? ¿Habrá ciertos tipos de familia que puedan ser más favorecedores para la felicidad de las personas que otros? ¿Las y los hijos incrementan los grados de felicidad? ¿Las familias sin hijos son menos felices? ¿Las familias numerosas derrochan felicidad?
En cuanto a posiciones, la tendencia da cuenta de un paulatino comportamiento a la baja en los niveles de felicidad de los países con más alto nivel de desarrollo, lo que podría generar algún efecto (o no) en la posición que ocupe México.
En ediciones pasadas, Canadá, Estados Unidos y otros países que normalmente estaban ubicados en posiciones altas han tenido un declive muy significativo en sus niveles de satisfacción y de felicidad, al tiempo que México se ha mantenido más o menos estable. Algunas de las hipótesis sostienen que, aún y cuando las sociedades de dichos países gozan de buenas condiciones materiales, cargan con una pérdida en la calidad de sus relaciones interpersonales, lo que ha desatado problemas de soledad y muertes asociadas con sobredosis de drogas o suicidio.
Por otro lado, el ambiente en México se ha descompuesto, la polarización se ha convertido en una de nuestras incómodas compañeras, la inseguridad nos está provocando los sabores más amargos, la pobreza lacera la calidad de vida de millones de personas… Los graves problemas sociales requieren de soluciones urgentes, pero también es necesario visibilizar aquellas cosas que nutren nuestra vida y que son importantes, tomando en cuenta que los estudios de bienestar ilustran y ofrecen evidencia sobre la calidad de las relaciones personales y su significado.
Por lo tanto, no es superficial hablar sobre la felicidad en contextos tan difíciles porque ello nos obliga a discutir, entre otras cosas, las distancias que hay entre unas sociedades y otras, qué pasa en un entorno y cómo incide en los grados de felicidad de sus habitantes, cuáles son los factores que podrían detonar la manifestación de malos comportamientos, qué papel jugamos todos para bien o para mal.
El ’Reporte Mundial de la Felicidad’ no es un simple análisis sobre lo que ocurre entre las cuatro paredes de los entornos más íntimos de las y los mexicanos. El sector empresarial, de algún modo, es parte de ese espejo. Todos los empleos tienen un impacto en las familias por vía de los ingresos y, también, en la promoción (o no) del balance entre el trabajo y la vida personal. Entender que la familia tiene un peso muy importante en los colaboradores supondría la implementación de políticas dirigidas a promover un efecto significativo en sus niveles de satisfacción.
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La edición 2025 de dicho reporte también arrojará luces sobre la importancia de compartir el espacio de la comida con otras personas, las muertes por desesperación, el bienestar social de los jóvenes adultos, las donaciones, entre otros puntos.
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Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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