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Correr con honestidad, el verdadero reto del maratón

Cuando miles de personas presumen un logro que no es real, terminan erosionando el valor del esfuerzo de quienes sí se levantaron a entrenar durante meses.
sáb 13 septiembre 2025 07:00 AM
Correr con honestidad, el verdadero reto del maratón
La verdadera victoria está en cruzar la meta con honestidad, porque solo así la fiesta deportiva de nuestra ciudad podrá brillar sin sombras y mantener el lugar que merece en el calendario internacional, apunta Sandra Itzel Mejía Sandoval.

El Maratón de la Ciudad de México debería ser recordado por su grandeza, no por sus trampas. La edición XLII de 2025 reunió a más de 30,000 corredores, incluidos 1,500 atletas extranjeros de 35 países. Con Etiqueta Oro de la World Athletics desde 2018, este evento cumple con los más altos estándares internacionales de organización, seguridad e infraestructura, lo que lo coloca entre los 40 mejores del mundo y lo convierte en un referente deportivo de América Latina.

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Sin embargo, la sombra de los tramposos volvió a empañar la fiesta. Miles de participantes fueron detectados acortando la ruta o cruzando la meta sin completar los 42.195 kilómetros, con tal de obtener una medalla que luego circula en redes sociales. No es un fenómeno nuevo, pero sí cada vez más visible, y con consecuencias que van más allá del ridículo: ponen en riesgo la reputación de un evento avalado por organismos internacionales y, con ello, su permanencia en la élite mundial.

¿Por qué ocurre? Correr está de moda. La efervescencia mediática y el marketing han creado la falsa idea de que cualquiera puede correr un maratón sin preparación. Influencers que carecen de la formación necesaria entrenan a otros; algunos corredores buscan calificaciones para eventos en el extranjero; otros incluso se prestan como “mulas”, corriendo por alguien más. Pero el fenómeno más dañino es el de quienes llegan sin entrenar, compran números en reventa y, en plena fiebre colectiva, cortan ruta.

El problema no es solo logístico, es cultural. El maratón se convierte en un espejo incómodo porque aquí no se trata de ganar dinero ni privilegios, sino de robar un símbolo: una medalla que debería representar disciplina, constancia y honestidad. Cuando miles de personas presumen un logro que no es real, terminan erosionando el valor del esfuerzo de quienes sí se levantaron a entrenar durante meses. El fraude en este contexto no es menor: es un reflejo de cómo se normaliza en la sociedad la idea de que la apariencia importa más que el mérito.

Las consecuencias son claras: la frase “maratón de los tramposos” se ha vuelto casi inseparable del evento. Y aunque el reglamento establece un tiempo máximo de seis horas (8:30 minutos por kilómetro), pocos toman en serio ese requisito. Descalificar a quien no cumple la ruta no basta, porque lo que buscan no es el tiempo oficial, sino la medalla. Y mientras no se modifiquen los mecanismos de control, el incentivo para hacer trampa seguirá presente.

¿Qué hacer? Candados más estrictos son urgentes. Validación de tiempos comprobables para inscribirse, bloques de salida definidos por marcas previas, sistemas de cronometraje que registren todos los puntos de control en el momento y una entrega de medallas condicionada a completar la ruta. En pocas palabras: blindar el evento para proteger su esencia. Y sobre todo, comunicar con fuerza que el maratón es un compromiso serio: no basta con “correr con el corazón”, hay que correr con preparación y respeto.

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Porque el Maratón de la Ciudad de México es mucho más que una medalla. Es una celebración de esfuerzo, disciplina y constancia. La organización, la cobertura médica y la seguridad están a la altura de los mejores del mundo. Lo que falta es reforzar la cultura del respeto, la ética y la responsabilidad, para que el orgullo de contar con un evento de talla mundial no se vea ensombrecido por la trampa.

El reto no es solo de los organizadores: también es de los corredores y de una sociedad que debe entender que un maratón no se corre con likes, sino con entrenamiento. La verdadera victoria está en cruzar la meta con honestidad, porque solo así la fiesta deportiva de nuestra ciudad podrá brillar sin sombras y mantener el lugar que merece en el calendario internacional.

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Nota del editor: Sandra Itzel Mejía Sandoval es maratonista primer respondiente voluntaria de grupo Centinelas. Es Licenciada en Periodismo, lleva más de una década en el mundo del running como ultracorredora de obstáculos, atleta híbrida y crossfitera. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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