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Del cumplimiento al valor estratégico: el nuevo rol del compliance en empresas

En un entorno donde la confianza es el activo más valioso, proteger la reputación empresarial es tan importante como cuidar sus estados financieros.
lun 15 septiembre 2025 06:01 AM
En algunos países la semana laboral de cuatro días ya es una realidad. (Grupo de personas felices en una oficina).
Cumplir la ley y las políticas internas no es un límite, sino una guía que ayuda a construir confianza, proteger lo que es valioso y actuar con ética, poniendo los principios por encima de los intereses, apunta María Guadalupe Ramírez Cabrera.

El término compliance o cumplimiento normativo suele asociarse con manuales legales y revisiones de contratos, pero en realidad es mucho más. Hablamos de la manera en que las empresas estructuran sus políticas internas y procesos, orientándolos a garantizar que la integridad, transparencia y responsabilidad corporativa formen parte de su ADN.

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Esta función no debe concebirse como un freno ni como un mecanismo de control, sino como un socio estratégico que impulsa el logro de los objetivos bajo los más altos estándares éticos. Su implementación no puede sustentarse en el miedo, las sanciones o los escándalos, sino en principios de integridad, transparencia y honestidad, elementos que configuran un nuevo modelo de conducta empresarial.

El cumplimiento normativo es la garantía de que los compromisos asumidos por las empresas se cumplen con credibilidad. Hablar de sostenibilidad o de digitalización responsable sin un área de compliance sólida sería un riesgo: los compromisos podrían quedarse en declaraciones sin sustento. En cambio, cuando este rol participa desde el diseño de las iniciativas, asegura que cada acción tenga un respaldo normativo, ético y verificable. De esta manera, nuestra función conecta la aspiración de un negocio responsable con la realidad de la operación cotidiana.

El concepto de compliance comenzó a ganar fuerza internacional a finales del siglo XX, sobre todo en Estados Unidos, con leyes enfocadas en prevenir la corrupción y garantizar la transparencia corporativa.

En México, se formalizó a partir de la reforma al Código Penal Federal de 2016, que introdujo la responsabilidad penal de las personas morales. Desde entonces, los programas de cumplimiento dejaron de ser opcionales y pasaron a ser una exigencia para las organizaciones que buscan operar con credibilidad frente a autoridades, inversionistas y socios comerciales.

En la actualidad, crecer no significa únicamente aumentar ventas o expandirse a nuevos mercados. Crecer es hacerlo con visión a largo plazo, minimizando riesgos y generando confianza. Los programas de compliance cumplen aquí un papel fundamental: anticipan posibles contingencias legales, regulatorias o reputacionales que podrían frenar la expansión. Identificar esos riesgos con antelación y proponer soluciones no solo evita crisis, también abre camino para que los proyectos avancen con seguridad.

En un entorno donde la confianza es el activo más valioso, proteger la reputación empresarial es tan importante como cuidar sus estados financieros. Un incidente ético, un incumplimiento normativo o una percepción de opacidad pueden costar años de construcción de marca. Hoy vivimos en la era de la confianza: las personas valoran a las empresas que actúan con transparencia, honestidad, integridad y ética. Y todo esto empieza con cada uno de nosotros.

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Hoy el compliance ya no puede ser visto como un área aislada, enfocada en auditorías o revisiones. Es una función transversal que acompaña las decisiones estratégicas, da certidumbre a las iniciativas de sostenibilidad y digitalización responsable, anticipa riesgos y fortalece la relación con todos los grupos de interés.

Se trata de tomar decisiones con integridad, ser responsables con nuestro trabajo y con quienes dependen de nosotros, y mantener siempre la transparencia, incluso cuando nadie está mirando. Cumplir la ley y las políticas internas no es un límite, sino una guía que ayuda a construir confianza, proteger lo que es valioso y actuar con ética, poniendo los principios por encima de los intereses.

El desafío para las empresas es reconocer que el compliance no solo ayuda a “cumplir con la norma”, sino que constituye una ventaja competitiva. En un mundo donde la reputación es frágil y la transparencia se exige como un estándar, contar con un programa de cumplimiento normativo firme es, en realidad, contar con una estrategia de negocio sostenible y confiable.

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Nota del editor: María Guadalupe Ramírez Cabrera es Head of Compliance, Telefónica Movistar México. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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