Violencia y polarización
Asfura, conocido por sus apelativos de "Tito" y "Papi a la orden", ha agradecido ese apoyo al recordar que Estados Unidos es el principal socio comercial del país y que allí viven dos millones de hondureños que aportan con sus remesas un tercio del PIB nacional.
El mandatario electo promete atraer inversión extranjera a la nación de 11 millones de habitantes y ha manifestado su intención de acercarse a Taiwán, luego de que la presidenta Castro restableciera relaciones con China en 2023.
Pero tendrá que gobernar un país aún más polarizado luego del proceso electoral, que según Castro está "seriamente cuestionado" por la falta de transparencia, la coacción de electores por parte de pandilleros y las "amenazas" de Trump.
Asfura también administrará un país que sufre el azote de los narcos y las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha, que la presidenta Castro intentó combatir apoyada en un estado de excepción similar al de su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele.
Al igual que en el país vecino, organizaciones civiles denuncian que la estrategia derivó en violaciones de derechos humanos.
Y aunque bajaron los asesinatos, Honduras es aún uno de los países más violentos del continente con una tasa de homicidios de 27 por cada 100,000 habitantes en 2024.
Proceso tortuoso
Exalcalde de Tegucigalpa, Asfura tiene asegurado el apoyo de los militares, que juegan un rol clave en Honduras por cuenta de un largo historial de golpes de Estado. El último, en 2009, derrocó al presidente Manuel Zelaya, esposo de Castro.
El recién ascendido jefe de las Fuerzas Armadas, Héctor Valerio, dijo que garantizará con "firmeza" el traspaso de mando.
Asfura fue proclamado ganador 24 días después de las elecciones, cuyo conteo preliminar se vio interrumpido varias veces por fallos informáticos. El CNE tenía plazo hasta el próximo martes para proclamar al vencedor.
Las denuncias de fraude crecieron a medida que la diferencia entre los punteros se estrechaba, lideradas por Nasralla y Moncada, relegada a un lejano tercer lugar.
Sin embargo, la misión de observación de la OEA descartó "indicios" de fraude.
El CNE habilitó entonces una revisión de actas con inconsistencias, antes de dar paso a la proclamación del ganador.
Honduras carece de un árbitro independiente, pues los tres partidos se reparten el poder en el consejo y tribunal electorales.