Los retos de Antonio Gali, el aliado de Moreno Valle que gobernará en Puebla
El panista Antonio Gali Fayad asumió el gobierno de Puebla este miércoles, luego de ganar las elecciones del pasado 5 de junio con promesas como bajar los impuestos, promover la generación de empleos y mejorar el combate a la inseguridad, un problema que ha crecido en la entidad a lo largo de los últimos años.
Para cumplir con esos compromisos, así como para enfrentar otros retos, tendrá un mandato inusualmente corto: 22 meses.
Esto se debe a que Puebla decidió acortar la duración de este gobierno con el fin de que las siguientes elecciones locales coincidan con las federales de 2018, en las que se renovarán la Presidencia de la República, el Senado y la Cámara de Diputados.
Pese a esto, Gali asegura que su administración trabajará para mejorar las condiciones de vida de los poblanos. Para ello, promete dar “continuidad” a la labor de su antecesor, Rafael Moreno Valle, quien aspira a conseguir la candidatura presidencial del PAN para los comicios que se realizarán en junio del próximo año.
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Un apoyo gritado "a los cuatro vientos"
La relación de Gali con Moreno Valle es justamente uno de los desafíos que los analistas creen que tendrá el nuevo Ejecutivo estatal.
“La pregunta que todos nos hacemos es: ¿en qué medida (esta administración) significará un gobierno de Antonio Gali o uno de Moreno Valle?”, dice Miguel Calderón Chelius, académico de la Universidad Iberoamericana.
Cuestionado al respecto, en varias ocasiones el nuevo gobernador ha negado que Moreno Valle sea su “padrino político”. En cambio, argumenta que ha construido su carrera de manera independiente, primero como empresario y luego en el sector público.
Sin embargo, antes de ser alcalde de la capital poblana, fue secretario de Infraestructura de Moreno Valle de 2011 a 2013 y ha hecho público su respaldo a las aspiraciones presidenciales de su antecesor.
“Queremos que como está Puebla se vean los principales estados. Por eso ratifico, y no me da ningún temor decirlo y gritarlo a los cuatro vientos: yo quiero, después del 2018, ver a un presidente de la República poblano. Yo quiero ver en la presidencia a Rafael Moreno Valle”, dijo en junio pasado.
Frente a esto, los analistas insisten en que, más allá de sus simpatías políticas, Gali tiene la responsabilidad de responder por su propia administración.
“Definitivamente vemos continuidad del gobierno de Moreno Valle, pero los poblanos votaron por Antonio Gali. Lo justo es que sea un gobierno de Antonio Gali, que sea autónomo. Ese es el reto a corto plazo”, dice Manuel Díaz Cid, politólogo de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).
Los primeros 100 días
Además de demostrar su autonomía, en el arranque de su gestión Gali tiene el reto de empezar a cumplir sus principales promesas de campaña.
El gobernador —quien se presenta como Tony— ha dicho que una de las prioridades para sus primeros 100 días de mandato es reducir de 3% a 2% el Impuesto Sobre Nómina (ISN) a quienes inviertan en innovación y contraten jóvenes menores a 29 años, un tema al que se comprometió con el sector privado para incentivar el empleo.
Además, prometió implementar una regulación base cero para los trámites de apertura y expansión de empresas, así como crear un programa de presupuesto participativo que consiste en destinar 1,000 millones de pesos a un fondo para proyectos en toda la entidad.
En materia social, se comprometió a que 70% de los recursos estatales para inversión lleguen a los municipios de interior, donde existen altos índices de pobreza.
Mientras tanto, en materia de seguridad pública el compromiso para los primeros tres meses de mandato es rescatar espacios públicos para actividades físicas, deportivas y culturales, reemplazar luminarias averiadas y colocar más, y también instalar cámaras de videovigilancia en los límites con estados como Veracruz, Ciudad de México, Oaxaca, Guerrero y Morelos.
Los desafíos de fondo
A largo plazo, Gali promete desplegar acciones en cinco ejes: igualdad de oportunidades, seguridad, empleos, medio ambiente y buen gobierno.
En ese marco, enfrentará diversos retos, algunos de ellos heredados por la administración de Moreno Valle.
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La inseguridad, por ejemplo, tuvo un repunte en el gobierno anterior en comparación con el del priista Mario Marín. Autoridades advierten que esto se debe al menos en parte al fortalecimiento de grupos delictivos que roban combustible de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Otro problema es la deuda pública. En los últimos días del sexenio de Moreno Valle, su equipo reconoció pasivos por 23 mil millones de pesos. Sin embargo, algunos especialistas advierten que el monto puede ser mayor debido a los fideicomisos privados contratados en los últimos años.
Al respecto, Gali no sólo encara el desafío de contener el endeudamiento, sino también de transparentar los instrumentos a los que se recurrió para financiar obras públicas.
En materia de derechos humanos, el nuevo gobernador enfrenta el reto de evitar que se repitan hechos como el caso Chalchihuapan, cuando, en julio de 2014, un enfrentamiento entre manifestantes y policías estatales derivó en la muerte de un menor y dejó decenas de heridos.
Y en combate a la corrupción, algunos especialistas advierten que el asunto quedó empañado por el hecho de que Moreno Valle lograra que uno de sus excolaboradores, Víctor Carrancá Bourget, fuera nombrado fiscal.
Para los críticos de Moreno Valle, esto fue una maniobra del ahora exgobernador para blindarse de posibles investigaciones en su contra. Sin embargo, no todos coinciden con esa visión. Uno de ellos es Fernando Treviño, del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), quien aboga por dar el beneficio de la duda a quien encabeza la fiscalía.
“Yo no diría que fue designado para cuidarle las espaldas a Moreno Valle. Independientemente de quién sea el gobernador, el fiscal debe hacer su trabajo. Considero que es un hombre capaz”, dice el empresario.