Niños tzotziles en Chiapas aprenden a construir robots y hacer animaciones
Ubicado en el centro del sureño estado de Chiapas, Zinacantán es una de las comunidades con mayor presencia indígena en México. De sus casi 26,000 habitantes, el 87% habla una lengua indígena, mayoritariamente tzotzil, de acuerdo con el conteo de Población y Vivienda de 2005.
Un grupo de alrededor de 30 niños y niñas de primaria y secundaria de la comunidad asisten a la casa de la cultura municipal para trabajar en dos proyectos importantes: ensamblar un robot y aprender a animar un dibujo.
Resultado de un proyecto de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y el gobierno municipal de Zinacantán, desde hace tres años la profesora Juana Hernández instruye a los niños las bases de programación computacional, ensamblaje y programación de robots , durante dos meses y medio.
“A los niños les enseño primero las partes que constituyen la computadora y luego comenzamos a operarla, usando un programa llamado MicroMundos , una plataforma de programación que tenemos instalada en cinco computadoras de la casa de la cultura de la comunidad", detalla Hernández.
Sin embargo, los niños no solo aprenden a usar la computadora, también a traducir las partes y comandos de ésta que están en inglés a los términos que conocen del tzotzil , comenta la profesora. Luego de haber aprendido programación, los alumnos empiezan a controlar animaciones y luego pasan al módulo de robótica.
“Usando procesos pedagógicos que facilitan la comprensión de conceptos abstractos, les enseñamos los procedimientos para el armado de circuitos, la operación de sensores y el control de mecanismos como pequeños helicópteros o robots, todo a partir de sencillos motores y materiales reciclados, todo controlado a través de un teléfono celular”, dice el ingeniero Juan Manuel Sánchez, coordinador del Programa Computación para Niños y Jóvenes en la AMC.
La profesora Juanita, como la llaman sus alumnos, señala que este aprendizaje ayuda a los niños a encontrar rápidamente soluciones a problemas matemáticos y lógicos.
Los cursos son más concurridos por niñas que por niños , pues ellos "a veces tienen que dedicar la tarde a labores del campo y no pueden venir con regularidad, aunque todos los papás saben que lo aprendido les beneficiará en el futuro", señala la profesora.
En Zinacantán el curso se imparte en dos turnos, uno de cuatro a seis de la tarde y otro de seis a ocho de la noche.
A las ocho de la noche la profesora de 29 años de edad, cierra la puerta de la casa de cultura y se dirige a su hogar para dedicarse a su propia tarea: terminar dos semestres para concluir su carrera de informática en San Cristóbal de las Casas.
Hasta el surgimiento del turismo en la región, la comunidad no tenía contacto con el exterior y sólo pocos miembros, en general hombres, completaban la educación media superior, detalla Hernández.
Zinacantán no es el único lugar donde la AMC está llevando el conocimiento técnico a los niños: el Programa Computación para Niños y Jóvenes opera en más de 127 sedes en 15 estados del país. En los 26 años del proyecto, más de 690,000 niños han pasado por sus aulas.