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Xiaomi cambia las reglas en el mercado de los smartphones

La tecnológica china nos mostrará las tendencias en teléfonos inteligentes a nivel mundial; la empresa se prepara para una nueva era de expansión internacional.
mié 21 octubre 2015 08:04 AM
El CEO de Xiaomi ha sido apodado el Steve Jobs chino. (Foto: Getty Images)
xiaomi

Xiaomi es el fabricante de teléfonos más importante del que hayas oído hablar.

En el mundo de los ricos, dominado por Apple y Samsung, en el que incluso las marcas menguantes como Nokia y Blackberry siguen siendo conocidas, Xiaomi (que se pronuncia shaumi) sigue siendo desconocida en general.

Sin embargo, esta empresa de apenas cinco años de vida se ha vuelto una proveedora formidable de smartphones en China (el mayor mercado del mundo) y ha emprendido una campaña notablemente exitosa de expansión internacional.

Conforme la empresa se prepara para anunciar su modelo más reciente, el Mi5, vale la pena estar atentos porque más que cualquier otra empresa que no sea Apple, Xiaomi nos mostrará la tendencia mundial en smartphones, es decir, las computadoras móviles conectadas a la red que todos llevamos en el bolsillo.

China y Estados Unidos son las dos potencias económicas más importantes del mundo y lo son aún más en cuanto a tecnología.

Durante tres décadas, la relación podía resumirse en la frase "inventado aquí y fabricado allá" (aunque en la caja del iPhone se lea "Diseñado en California", se fabrican en Shenzhen, China). Xiaomi es uno de los muchos indicios de que esa relación terminó. Sus teléfonos están bien diseñados y son baratos, pero lo más importante es que la empresa se creó para basarse en el internet, lo que le permite desarrollar una de las estrategias de manufactura y ventas más ágiles que el mundo haya visto.

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En cuestión de media década, Xiaomi dejó de ser una empresa emergente dedicada a fabricar un nuevo teléfono móvil y el año pasado derrotó a Samsung como el vendedor número uno de teléfonos en el mercado más grande del mundo.

Los productos de Xiaomi son tan populares en China que se ha vuelto la tercera mayor empresa de comercio electrónico en ese país y solo vende productos propios. A finales de 2014, la empresa estaba valuada en 45,000 millones de dólares (unos 742,500 millones de pesos), lo que refleja un aumento de valor de alrededor del 18,000% desde la primera ronda de recaudación de recursos. De acuerdo con varios parámetros, es la empresa emergente más valiosa de la historia.

Es muy común que se diga que Xiaomi es "el Apple de China", frase que muestra asombro por su proeza de diseño y una burla a sus costumbres de copiar los diseños. Ambas reacciones tienen fundamentos: algunos de sus teléfonos se diferencian poco de los que existen en el mercado, como es el caso del Mi3, mientras que otros son casi copias de los iPhones (el Mi4).

Lei Jun, un científico computacional y empresario carismático que ahora tiene cuarenta y tantos años, fundó la empresa en Beijing en 2010. Es de esperarse que ahora suelan compararlo con Steve Jobs, tanto por su energía como por su genialidad, así como por su gusto en ropa y por las presentaciones de productos.

No obstante, la importancia de Xiaomi se basa en más que en su crecimiento. Es la forma en la que creció. La empresa se diseñó, desde un principio, con la idea de que tanto las redes sociales como el comercio electrónico eran lo normal. El éxito rápido y enorme llegó en gran parte porque estas herramientas permitieron que la empresa lo hiciera todo al revés. Para empezar, la empresa reclutó al personal antes de tener un producto y vendió software antes de empezar a fabricar teléfonos. Las intenciones de Xiaomi eran ofrecer una versión mejorada del sistema operativo Android (propiedad de Google y en uso por todos los fabricantes de smartphones, con excepción de Apple), así que su primera estrategia de negocios fue entrar a sitios chinos en busca de usuarios apasionados y expertos en Android que probaran sus productos. Sus primeros 100 usuarios se volvieron una especie de fondo intelectual externo y sección auxiliar de mercadotecnia, ya que brindaban retroalimentación detallada y halagos públicos a MIUI (Interfaz de Usuario Mi, por sus siglas en inglés), nombre que se creó para pronunciarse mi-yu-ai.

Una empresa de hardware empezó con el software porque Lei entendió la paradoja de la computación: entre mejor es el hardware, más importa el software. Los primeros productos de Xiaomi fueron docenas y más docenas de iteraciones de MIUI (sigue emitiendo cada semana una versión actualizada de MIUI).

Este ciclo rápido de iteración, emisión y retroalimentación le ganó a Xiaomi un público ávido y una versión continuamente mejorada del sistema operativo para el teléfono que presentaría a final de cuentas.

Un año después, Xiaomi presentó el Mi1, pero solo lo vendió en internet; solía ofrecer su producción limitada en "ventas relámpago" y los teléfonos se acababan en cuestión de horas (y cuando se popularizaron, en cuestión de minutos). Cada una de estas decisiones, así como incontables decisiones más, dieron a la empresa una ligera ventaja sobre su competencia. En conjunto, le han dado a la empresa una importancia mundial en un tiempo corto.

La futura expansión de Xiaomi será su verdadero legado. Los teléfonos móviles son la categoría más deseada de bienes complejos en el mundo y superan por mucho a sus únicos rivales (los autos y los televisores). El teléfono móvil también es la fuente casi universal de conectividad para gran parte de la población mundial y es cada vez más un portal a toda forma de comunicación que no sea cara a cara, a cada forma de contenido que no sea karaoke y a cada forma de comercio que no sea el regateo.

Aunque Apple inventó el iPhone y Samsung popularizó los smartphones, Xiaomi le mostró al mundo cómo crear un mercado defendible que oscile entre el lujo y la baja calidad y cómo crecer para satisfacer la demanda creciente de la clase media en expansión en Nigeria, Brasil, México e India, que en conjunto son el mayor mercado del mundo.

Estados Unidos tiene oportunidades aquí porque los productos buenos y baratos también benefician a los consumidores estadounidenses. Como siempre, también hay riesgos competitivos. Sin embargo, la mayor amenaza es que las empresas no toman en serio a Xiaomi.

Xiaomi anuncia el fin de la era en la que China era solo el productor de los productos diseñados en otros países. Fue una de las primeras empresas en adoptar los nuevos métodos que están haciendo de China el centro de la innovación en el diseño, el comercio electrónico y los servicios. Xiaomi aporta un nuevo riesgo a esa relación: no se trata del riesgo de que las empresas chinas copien demasiado a Estados Unidos, sino de que las empresas chinas le copien demasiado poco a China.

Clay Shirky es autor del libro Little Rice: Smartphones, Xiaomi, and the Chinese Dream que Columbia Global Reports acaba de publicar. Es profesor asociado de Periodismo en la Universidad de Nueva York y ahora vive en Shanghái. Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente al autor.

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