¿Puedes enamorarte de un robot?
¿Tu media naranja podría ser un robot? A pesar de lo que has visto en la pantalla en Westworld o en Ella, la mayoría no se enamorará de la inteligencia artificial en el futuro cercano. Laurie Segall, conductora de Mostly Human, de CNN Tech, nos explica qué está pasando en realidad.
En el cine se está dejando ver una tendencia interesante. Alguien se enamora de una máquina, usualmente protagonizada por una persona de carne y hueso.
[-¿Estás saliendo con una computadora? –Ella no es solo una computadora].
Lo catalogan como ciencia ficción, pero honestamente, no es algo tan futurista.
La tecnología se vuelve más inteligente todo el tiempo. ¿Es tan increíble que la gente se enamore de algo que no es precisamente humano?
—Entonces, ¿puedes enamorarte de la inteligencia artificial?
A los humanos les encantan toda clase de cosas. Pero el amor romántico es diferente. Amar a un objeto no es común, pero tampoco es algo que nunca se haya visto. Pigmalión se enamoró de su propia estatua en el año 8 a. C., de acuerdo con la mitología griega antigua. En 2007 Erika Labrie se casó con la torre Eiffel. En 2009, Sal 9000 se casó con su novia de LovePlus de Nintendo.
—¿Puedes amar a una máquina ?
—Amo a este personaje. No es una máquina.
Una mujer diseñó y se enamoró de su propio robot en 2016. Para la mayoría de nosotros, el amor a las cosas no es romántico. P ero estamos programados para sentir algo.
—Tenemos pruebas del sector de los juguetes de la época del Tamagotchi en adelante, de que como raza sabemos cómo tener relaciones con objetos inanimados. Somos muy buenos para eso.
Esa es la razón por la que podemos identificarnos tan bien con las películas de Pixar.
—¿Recuerdan que Sony tenía un perro robot hace mucho y que a la gente le encantaba? La gente pudo haberlo visto y pensar que era solo un robot. Pero no fue así. A la gente le encantaba, sentían un afecto auténtico.
Aunque puedas sentir apego hacia un objeto, amarlo como a una pareja es inusual.
null—Le pregunté al principal experto en ética robótica (sí, existen los expertos en ética robótica) si eso podía existir.
De acuerdo con Ronald Arquin, un "pequeño segmento de la población humana no solo puede enamorarse de un robot, sino que quiere casarse con él".
Para la mayoría de nosotros, eso no está en discusión. Pero eso no significa que no tengamos una relación con la inteligencia artificial.
—¿Saben? Ni siquiera nos damos cuenta de que estamos interactuando muy íntimamente con la tecnología, y eso ya puede cambiar tu conducta.
Tomemos por ejemplo un estudio sobre los usuarios de la Roomba. La mitad de las 14 familias entablaron una relación social con su aspiradora. Dos familias le pusieron nombre.
Se teme que conforme los robots desarrollen capacidades más avanzadas, casi parecerán más humanos.
"Me estás empezando a caer bien".
"Gracias, Frank".
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—Con el tiempo, a los humanos les va a costar cada vez más distinguir entre simulación y realidad.
[-Hola, aquí estoy. –Hola.]
— Las consideraciones del futuro serán en parte robots, en parte humanas. Esto hace que nos preguntemos si seremos tan groseros con los humanos como lo somos con los robots solo porque podemos o si nos volveremos ridículamente corteses con los robots porque no estamos seguros de que sean robots.
No sabemos cómo será nuestro mundo conforme la inteligencia artificial se vuelva más avanzada. ¿Debemos prepararnos para hacer amigos o para la guerra de los clones?
"Esa cosa va a asesinarme mientras duermo".
Sea como sea, se puede decir que nuestra relación con la tecnología se está volviendo más compleja.
—Sí, los robots pueden reírse de tus chistes. Pueden saludar, pueden parecer tristes y desesperados. Y en parte es irritante en el sentido de que la autenticidad se pierde por adelantado y no está clara.
—Es una computadora, es un algoritmo, y lo que va a pasar es que la inteligencia artificial va a permitir que ciertos dispositivos, robots o lo que sea, parezcan más humanos. La gente puede creer erróneamente, por el diseño y la tecnología inteligente, que hay una relación mutua cuando no la hay.
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