Ain Al Sindiane, Líbano. “La película que yo escribí no la puede hacer la Inteligencia Artificial (IA). Tal vez haga ediciones o me ayude con cosas técnicas, pero no puede tener mi voz, mi lenguaje ni mi tono”, compartió Mazen Khadra, quien además de ser cineasta, también es parte de los 210,000 refugiados palestinos que viven en Líbano .
El arte se hace de errores nuevos, y la IA no se equivoca
El 2 de mayo de este año el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA) se declaró en huelga porque no llegó a un acuerdo con la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), que representa a los principales estudios de cine y televisión en Hollywood.
Entre los principales puntos que preocupan a los más de 11,500 actores y guionistas estadounidenses es la falta de regulación en torno a la IA en la industria, pues esta tecnología se usa desde la creación de guiones y edición de películas hasta la recreación virtual de los actores.
Pero, a tres meses de haber comenzado la huelga y a casi 12,000 kilómetros de distancia, al calor de la noche mediterránea en las montañas de Líbano, un grupo de 32 jóvenes cineastas de distintos países del Medio Oriente se encontró en un campamento llamado “ Cinema For Peace ” para reflexionar sobre estos temas.
“Para escribir mis historias yo voy con los ancianos y les pregunto todo lo que saben de Palestina, lo que recuerdan y lo que solían hacer, para que los palestinos como yo, que estamos imposibilitados a volver, y que de nuestra patria solo conocemos historias, podamos conocerla por su palabra y nunca olvidarla. La restauración de esta memoria no la puede generar la IA”
compartió Mazen.
Estas palabras provocaron un silencio, pero no era incómodo. La historia de Mazen no es ajena para estos artistas, pues además de palestinos, también se encuentran refugiados sirios o libaneses de la diáspora.
La última película de Mazen se llama “Beit”, que en árabe significa “casa”, y la realizó porque a lo largo de su vida no ha podido tener un hogar. Esta es una posibilidad que él y su familia perdieron en 1948, cuando sus abuelos huyeron de Palestina con la esperanza de quedarse solamente una semana en Líbano; esperanza que se ha extendido casi 60 años.
Desde entonces, su padre le enseñó que “el estudio es su mejor arma” y por esta razón, el arte y la realización de documentales son fundamentales en la vida de Mazen y de varios de los artistas presentes.
Quien tomó la iniciativa de romper el silencio fue Ibrahim Ajami, actor y guionista:
No hay manera en que la IA haga mi trabajo porque es solo una creación computacional y no tiene nuestra esencia, eso que nos hace diferentes unos de los otros. Nosotros somos piel, nos equivocamos, y en nuestros errores está el arte. Porque el arte es eso: errores nuevos. Y la IA no se equivoca
sentenció.
Esta frase provocó un debate inesperado. Algunos tomaron la palabra y hablaron acerca de la huelga de Hollywood , recordando que se pueden hacer escaneos de actores, como lo que ocurrió en la película “Fast & Furious 7” con la recreación de Paul Walker, o que actores considerados como “extras” pueden ser escaneados y clonados.
Sobreponiéndose al debate, Ibrahim dijo: “Si usan mi imagen, me encargaré de leer bien los contratos para que me paguen por ello. Pero no va a pasar, ¿saben por qué? Porque la audiencia siempre se dará cuenta que hay algo que no es real. Las experiencias personales que cada actor vive son las que hacen que pueda desarrollar papeles con su propia personalidad. Por eso dicen que hay actores que te hacen sentir algo, mientras otros no. Si no, ¿por qué harían audiciones? aunque sea la misma historia, cada actor lo va a llevar a su propia experiencia personal”.
Noor Eladi, una cineasta de Costa de Marfil, es parte de los presentes y complementa la idea de Ibrahim, diciendo que cuando las personas nacen son como hojas en blanco, y las experiencias de la vida lo van llenando. “Y eso es lo que hacemos nosotros con una película. Escribir un ‘prompt’ a ChatGPT me da cosas muy cliché”.
Las palabras de Noor provocaron a Robert Minassian, director de cine armenio-libanés, quien compartió que, para él, la creación de un guión de una película en ChatGPT sería impensable, pues su primer proceso creativo es escribir un poema y, posteriormente, espera a soñar las imágenes. Solo después de varias noches de sueños y reconocimiento de sus emociones, escribe sus guiones.
Fue así como escribió Hawr, uno de sus más recientes cortometrajes, que trata sobre la íntima relación de un niño con su abuela y la naturaleza. El poema lo hizo el día que su abuela murió y cuenta que decidió convertirlo en película no porque quería retratar la acción de la muerte, sino porque quería provocar en los espectadores el sentimiento de dolor que él sintió con la muerte de su abuela.
Pero con cada revolución tecnológica hemos visto nuevas oportunidades. Antes solo existía el teatro. Pero cuando inventaron las cámaras, llevaron el teatro dentro de estos aparatos y se inventó el cine. Después empezaron a hacer efectos especiales, la tele a color, el sonido, y creo que algo así va a suceder con la IA
remató.
Otras voces confirmaron lo que dijo Robert, como la de Sara Safieddine. Ella es una directora de cine iraní, musulmana chiíta y por estas razones su carrera no ha sido fácil. Rompió la relación con sus padres el día que se enteraron que, desafiando sus órdenes, había estado estudiando cine a escondidas, pues el cine “no es un lugar para mujeres”.
A esa misma frase se enfrentó una vez dentro de la industria, pues a pesar de haber publicado un libro y un cortometraje a sus 25 años, en su experiencia, las mujeres con hiyab no son tomadas en cuenta y tiene que esforzarse mucho más para ser escuchada.
Todo esto ha causado que sus obras estén centradas en la mujer del Medio Oriente y sus dolores. Por ello, el primer paso en su proceso de creación es reconocerse como mujer e identificar sus sentimientos y, para ella, la IA es una herramienta útil. “Si la IA te facilita la parte técnica, entonces tienes más tiempo para trabajar en ti misma (...) solo entonces te puedes ocupar de la técnica artística”, remató.
Después de estas frases todo el mundo tenía algo que decir, pero fue Remie Akl, reconocida actriz y artista libanesa, quién volvió a lanzar una pregunta: “entonces, ¿qué opinan de las huelgas en Hollywood de guionistas y actores que se niegan a seguir el imperio de la IA?”.
“Son necesarias”, opinó Sara. “Aún sin tanta IA, últimamente las películas de Hollywood parecen salidas del mismo algoritmo. Sus historias son irreales, no hay emociones. Tal vez nosotros deberíamos estar en Hollywood. Nuestras historias son la vida real”.
Es casi medianoche y la charla ha consumido casi dos horas con ideas de cineastas, perseguidos por su pasado o por su religión; buscando un lugar a que llamar ‘hogar’; o con sus dolores como mujeres árabes. Cansado, Ibrahim se levanta para partir a su tienda de campaña y remata: “Es muy sencillo. Todo lo que sale del corazón llega al corazón. Y la IA no tiene corazón ni lo va a tener. En ese sentido nunca nos va a sustituir”.