Las razones de este foco en el caso de Estados Unidos está en que tanto en la gestión de Donald Trump, como en la de Joe Biden, las empresas de tecnología han tenido presencia en audiencias y conversaciones con los reguladores de este país.
Sobre todo tras la polémica de Cambridge Analytica, la Cámara de Comercio de EU (FTC) intensificó sus cuestionamientos en torno a las grandes tecnológicas, pero fue en especial 2020 el año en que este esfuerzo por vigilar vigialr se hizo más evidente.
Hubo dos nombramientos que fueron clave en este año, el de Lina Khan como directora de la FTC y el de Jonathan Kanter, que también llegó bajo la administración Biden como fiscal general adjunto de la división antimonopolio del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DoJ).
Ambos son "neobrandeisianos", seguidores de un movimiento antimonopolio preocupado por cómo un exceso de poder de mercado puede dañar la competencia, llamado así por el antimonopolio estadounidense de principios del siglo XX Louis Brandeis, quien creía que los monopolios son malos para los trabajadores y perjudican la innovación empresarial.
De hecho, en diciembre de 2020, la FTC, junto con 46 estados, presentó una demanda antimonopolio contra Meta, la empresa matriz de Facebook, alegando que sus adquisiciones de Instagram y WhatsApp eran anticompetitivas.
Por ello estas empresas, no solo enfocan sus esfuerzos de cabildeo en temas relacionados directamente con la tecnología, sino también en áreas como la seguridad nacional y las relaciones comerciales, lo cual se ha convertido en un argumento de peso para resistir regulaciones.
En 2021, Google, Amazon y Meta también apoyaron a organizaciones como el Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS), resaltando la narrativa de que la regulación podría impactar la competitividad y la seguridad de EU.
Este crecimiento es parte de un cambio general en el cabildeo corporativo: estas empresas buscan anticiparse a las reformas y posicionarse estratégicamente en los debates regulatorios clave en Washington.
Y algunas más pequeñas también lo han hecho, por ejemplo OpenAI, que desarrolló la popular herramienta ChatGPT, reportó 800,000 dólares en cabildeo en la primera mitad del año, reflejando su creciente participación en el ámbito legislativo de IA y su esfuerzo por navegar las crecientes regulaciones que afectan la inteligencia artificial.