La neerlandesa ASML, por ejemplo, es la compañía que domina el campo de la fotolitografía. Es decir, la mayoría de las fabricantes, como TSMC, Samsung o Intel, recurren a ella para adquirir las máquinas que dibujan las microarquitecturas de los chips. Sin embargo, una interrupción en sus entregas representa grandes retrasos para toda la industria.
A pesar de este contexto en donde es necesaria la diversificación de la cadena de suministro, políticos como el secretario de Comercio de los Estados Unidos, Howard Lutnick, han hecho hincapié en que su país debe ser el productor de su propia tecnología.
Durante una entrevista hace un mes, Lutnick dijo que la administración Trump está analizando cómo recuperar el liderazgo en la fabricación de chips, pero también señaló que Estados Unidos debe “ser capaz de protegerse a sí mismo”.
En ese sentido cuestionó la razón por la cual la electrónica estadounidense está construida principalmente en Taiwán. “Todos tenemos nuestros iPhones, que nos encantan. ¿Por qué tienen que estar hechos en Taiwán y China? ¿Por qué no se pueden hacer con robótica de Estados Unidos? ¿Y sabes lo que ha dicho Donald Trump? Se van a hacer en Estados Unidos”, dijo.
De acuerdo con Miller, las posturas que priorizan la producción local y única por parte de los gobiernos responde a que ahora los semiconductores interseccionan con la seguridad nacional en todo el mundo.
Según su perspectiva, cada economía está expandiendo la definición de seguridad económica y seguridad nacional. Por ello, cuando los semiconductores están involucrados, los gobiernos van a defenderlos bajo el argumento de la seguridad, lo que hace que la resiliencia de la cadena de suministro sea aún más difícil, explicó.
México, por ejemplo, es un país que históricamente no había formado parte principal de la industria de los chips. Si bien cuenta con una tradición en las pruebas y el empaquetamiento, sólo hasta ahora el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum se ha planteado la idea de levantar una fábrica de semiconductores en el país.
“Cuando publiqué Chips War hace tres años, argumenté que los semiconductores eran la clave para el poder e influencia en el mundo moderno. La prosperidad económica, el poder militar, la supremacía tecnológica, todo dependía del acceso a los semiconductores más avanzados”, concluyó Miller. “Y en estos tres años desde entonces eso ha sido más que cierto, tanto por el rol de los semiconductores en la elaboración del sistema de la IA más avanzada, pero también por su papel central en cómo los gobiernos piensan la competencia tecnológica”.