Aspiración tecnológica y presión social
En la práctica, el smartphone se ha vuelto un símbolo de estatus. Para muchos estudiantes, no basta con que el celular funcione: debe tener buena cámara, capacidad para correr aplicaciones pesadas y, en muchos casos, una marca reconocida.
Liliana Gómez, quien está por entrar a la universidad confesó en entrevista que presionó a sus papás para que le compraran un teléfono que excedía su presupuesto inicial.
“Me habían dicho que el presupuesto era de 10,000 pesos pero los teléfonos que me gustaban costaban por lo menos el doble. Al final mis papás gastaron cerca de 15,000 pesos por un Galaxy S24, solo que no lo pudieron pagar de contado. No era el que yo quería pero por lo menos ya es uno de los equipos bonitos y que tienen funciones avanzadas y con IA”, explicó la joven.
Sin embargo, al ser cuestionada sobre qué “funciones avanzadas y con IA” utiliza, la joven solo señaló la edición con Inteligencia Artificial en su galería de fotos y dijo que desconocía que existían otras en su equipo como la traducción de llamadas, notas inteligentes o Samsung DeX, que permite conectar el S24 a un monitor o televisión y usarlo como si fuera una computadora de escritorio.
“Creo que también lo elegí por la marca. He oído que Apple y Samsung tienen buenos equipos y la verdad es que si te dan estatus con la gente o por lo menos con las personas que yo convivo”, reveló Gómez.
Si bien Gómez logró acceder a un equipo considerado de gama alta, este no fue el caso de Ezequiel Martínez, quien se encuentra cruzando la licenciatura y no recibió apoyo de sus padres para la compra de su teléfono.
“Tengo un Redmi Note 14 Pro. Creo que es un buen equipo, cumple con lo que necesito en mi día a día: ver mi correo, a veces navegar por internet, tomar fotos, ver redes sociales, usar el navegador y usar WhatsApp. También tiene funciones de IA que, para ser honesto, no uso mucho pero sé que las tiene”, señaló Martínez.
El joven comentó que si bien hay veces que le gustaría contar con un equipo más costoso, por el momento no puede costearlo y considera que no lo necesita.
“Tengo amigos que tienen el último iPhone o teléfonos más caros. Uno los ve y sí te impactan. Tienen más funciones, a veces también mejor cámara y hasta la pantalla se ve diferente, pero ya si lo pienso, no necesito esas cosas para la escuela”, refirió.
Aunque existen teléfonos de 4,000 pesos, la percepción de que se necesita un dispositivo más completo para estar a la altura de las exigencias escolares y sociales genera una brecha entre lo que se desea y lo que se puede pagar.
“Aunque ahora digo que no lo necesito y no lo puedo pagar, sí me gustaría en el futuro tener un teléfono de gama alta para saber qué se siente y tener acceso a lo último en tecnología. No invertiría en un equipo de 30,000 pesos, pero me conformaría con uno que cueste la mitad”, dijo.