Estas redes permiten alimentar robots autónomos, sensores industriales y líneas de producción flexibles, como resultado de las promesas que trae consigo la quinta generación en telecomunicaciones.
Una red privada se compone de tres elementos fundamentales: los equipos de radio (antenas y radios que emiten la señal), el núcleo o core de red (que gestiona las conexiones y la calidad del servicio) y los dispositivos que se conectan, como sensores, robots, cámaras o vehículos autónomos.
Alfredo González, director de Nokia para el sector de manufactura en América Latina, explicó que las redes privadas no solo representan una evolución tecnológica, sino una transformación en la forma en que operan las industrias. Su principal ventaja frente a otras tecnologías inalámbricas tradicionales —como Wi-Fi o los sistemas de radio tipo push-to-talk— está en su capacidad de respuesta, robustez y, sobre todo, en la seguridad.
“Las industrias están reemplazando sus redes Wi-Fi por redes privadas principalmente por motivos de seguridad. Las redes públicas son más susceptibles a interferencias o accesos indebidos. Las privadas, en cambio, están diseñadas para ser entornos altamente protegidos”, aseguró el vocero de la compañía finlandesa.
En un contexto en el que las fábricas, puertos, aeropuertos y centros logísticos son cada vez más automatizados y conectados, la confiabilidad de la red no es opcional: es una condición necesaria para operar. Esto permite eficiencias en los procesos que se traducen en beneficios para el usuario final como productos de mayor calidad y con un menor costo- optimización de recursos y reducción de paros operativos-.
El directivo contó el caso de la operación brasileña de Flex —fabricante estadounidense de dispositivos electrónicos— que enfrentaba altos costos y paros frecuentes para reconfigurar el diseño de su planta hasta cuatro veces al año, debido a cambios en la demanda.
Cada ajuste implicaba recablear la infraestructura, con un costo de 20,000 dólares y una pausa de siete días en la producción. Pero al implementar una red privada 5G, la empresa eliminó la necesidad de cableado físico, lo que le permitió adaptar su línea de producción de forma ágil, sin interrupciones y con mayor eficiencia operativa.
“Este tipo de casos refleja por qué las redes privadas 5G se están convirtiendo en una herramienta clave para las industrias que operan con altos niveles de personalización, rotación de productos o entornos dinámicos”, dijo.
En México y otros países de América Latina, como Brasil, la empresa ha logrado habilitar redes privadas para casos de uso avanzados en fábricas y centros logísticos. De esas redes, algunas empresas han podido conectar robots móviles autónomos (AMR), manipuladores móviles y vehículos guiados automáticamente (AGV), todos diseñados para moverse dentro de las plantas y ejecutar tareas de forma autónoma, segura y eficiente.
El directivo detalló que cada uno de los dispositivos cumple un papel específico en los procesos productivos. Por ejemplo, los AMR permiten trasladar mercancías dentro de una fábrica sin intervención humana; los brazos robóticos realizan tareas como soldadura en el sector automotriz con alta precisión; y los AGV transportan componentes o materiales entre estaciones de trabajo, todo sin necesidad de operadores humanos.
Aunque el despliegue de redes privadas ya es una realidad en sectores industriales de México y América Latina, su desarrollo pleno aún enfrenta un obstáculo clave: la falta de una infraestructura 5G completamente operativa. Sin el acceso a un 5G pleno muchas de las aplicaciones como líneas de producción altamente automatizadas, no pueden alcanzar su máximo potencial.