Según el equipo legal, esta capacidad de obtener tantos detalles y recrear elementos del universo que Martin creó no habría sido posible si la tecnología no se hubiese alimentado de la obra original para dar el resultado que dio.
El caso de los escritores contra OpenAI data de septiembre de 2023, cuando Martin, junto a autores como Jonathan Franzen, John Grisham y Jodi Picoult, entre otros, y fue presentada ante el tribunal federal de Manhattan con el argumento de que OpenAI “copió las obras de los demandantes, sin permiso ni consideración”.
También señaló que la empresa utilizó las obras protegidas por derechos de autor para entrenar sus grandes modelos de lenguaje, los cuales habilitan funciones como la generación de respuestas de texto similares a las que daría un humano.
“En el centro de estos algoritmos se encuentra el robo sistemático a escala masiva”, señaló el grupo de autores, representado por la organización Authors Guild, en la presentación ante el tribunal federal.
“Es imperativo que detengamos este robo en seco o destruiremos nuestra increíble cultura literaria, que alimenta muchas otras industrias creativas en Estados Unidos”, dijo la directora ejecutiva de Authors Guild, Mary Rasenberger.
Rasenberger resaltó que los escritores dedican sus carreras y vidas a aprender y perfeccionar sus libros, por lo que deben tener la capacidad de controlar si la IA puede utilizar sus obras para su entretenimiento o no.
En ese entonces, OpenAI aceptó que los derechos de autor de los escritores se deben respetar y, por lo tanto, estos también deberían beneficiarse de la tecnología. Además, citó que ya están teniendo conversaciones con el Authors Guild para atender sus preocupaciones.
“Somos optimistas y continuaremos encontrando formas mutuamente beneficiosas de trabajar juntos para ayudar a las personas a utilizar nuevas tecnologías en un rico sistema de contenido”, dijo la compañía en un comunicado.
Sin embargo, hasta el momento no ha habido una consecuencia clara para OpenAI aun cuando ya existen otros ejemplos relevantes, como el caso de Anthropic, empresa que estuvo en una situación similar y logró un acuerdo extrajudicial de 1,500 millones de dólares para pagar a autores cuyas obras fueron utilizadas sin permiso.
Por otra parte, en Inglaterra la IA obtuvo una victoria relevante, ya que a inicios de este mes, el Tribunal Superior determinó que Stability AI no violó derechos de autor al entrenar su moderno con las imágenes de la agencia Getty, algo que sentó un precedente en contra de los creadores.