El emoji: su origen japonés, sus poderes y limitaciones
Nota del editor: El profesor Vyvyan Evans es un experto reconocido internacionalmente en temas de lenguaje y comunicación digital. Ha publicado 14 libros sobre lenguaje lenguaje, significado y mente. Este es un extracto editado de su más reciente libro ‘The Emoji Code’ publicado por Picador y Michael O’Mara Books.
Los emojis se han convertido, sin duda alguna, en un diseño clásico. Pero, ¿qué tan efectivos son como una herramienta de comunicación?
Cerca de 6,000 millones de emojis son enviados a diario y un 90% de la comunidad online hace uso regular de ellos. Los emojis pueden ser uno de los grandes productos de importación de Japón.
Hoy en día incluso son calificados como arte. En 2016, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) agregó los emojis a su colección permanente, más específicamente, los 176 emojis originales, diseñados por el ingeniero japonés Shigetaka Kurita en 1999.
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Los emojis originales de Kurita, licenciados a MoMA por NTT DoCoMo, ahora están junto a importantes obras de arte de Picasso y Jackson Pollock.
A finales de 1999, Kurita —quien trabajaba para NTT DoCoMo, uno de los mayores operadores de telefonía móvil japoneses— estuvo involucrado en el desarrollo del primer sistema de navegación de internet en teléfonos móviles del mundo. Dadas las limitaciones de tamaño de las pantallas de los primeros celulares japoneses, Kurita decidió desarrollar pictogramas para mostrar información de una manera más efectiva.
Tomando su nombre de la palabra japonesa “personaje en imagen”, nacieron los emojis.
¿Son los emoji un lenguaje?
Lo que hace que el español, el inglés, el japonés o el swahili sean un lenguaje, es la presencia de dos cosas: palabras y reglas. Y es la naturaleza única de esta organización la que permite que comuniquemos ideas complejas e ingeniosas que no pueden ser expresadas usando otros sistemas de comunicación.
El lenguaje es organizado en unidades significativas como palabras y en un sistema de reglas —como la gramática— que nos permite componer nuestras palabras y expresar todo, desde el demoledor dolor del amor no correspondido hasta la banal observación del clima.
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Comparado con, digamos, el inglés o el español, los emojis tienen un ‘vocabulario’ mucho más pequeño.
Aunque nuevos emojis entran a este ‘diccionario’ cada año, el número de emojis disponibles es muy pequeño comparado con el rango y complejidad del vocabulario que un hablante nativo competente posee: actualmente hay menos de 2,000 emojis disponibles en tu teléfono.
Compara esto con el número de palabras que tienes en tu vocabulario: cuando tenías cinco años, y cuando apenas habías salido del jardín de niños, podrías haber aprendido unas cuantos miles de palabras que se duplicaron en tu adolescencia, superando ampliamente el número total de emojis que actualmente hay.
Un problema potencialmente insuperable es la gran dificultad de expresar ideas abstractas usando pictogramas. Guiños, sonrisas, berenjenas y pasteles de manzana son una cosa, pero ¿cómo podríamos representar ideas como “machismo”, “feminismo”, “ético” o “iconoclásico” con un emoji?
Incluso si un “lenguaje emoji" puede de alguna manera superar la falta de vocabulario para expresar todas las cosas que necesitamos que el lenguaje diga, las palabras, en sí mismas, todavía están muy lejos.
La marca distintiva del lenguaje es la gramática. La usamos, aún sin saberla, para hacer el trabajo difícil: combinar vocabulario para crear oraciones de gran complejidad potencial.
Pero incluso esto no ha hecho retroceder a algunos aficionados dedicados.
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Por ejemplo, el diseñador Ken Hale es tan apasionado sobre los emojis que ha traducido clásicos de la literatura como Alicia en el País de las Maravillas en caracteres. Hale lo llama su acercamiento para crear un lenguaje emoji “cripto-semántica”.
Sin embargo, como cualquier lenguaje, a menos que atravieses por un proceso de aprendizaje de qué significan y cómo se combinan, el lenguaje emoji de Hale sigue siendo una lengua extranjera.
Comunicando emociones en la era digital
Entonces, si los emojis no son un lenguaje, ¿para qué sirven? Algunos ven los emojis como un poco más que un pequeño gruñido adolescente que nos devuelven a la etapa oscura del analfabetismo. Este prejuicio malinterpreta fundamentalmente la naturaleza de la comunicación, y al hacerlo, desestima el poder potencial y el papel benéfico de los emojis en la era digital como una herramienta de comunicación.
Con demasiada frecuencia pensamos en el lenguaje como el eje central en nuestro mundo diario de significados. Pero mucho del significado que convenimos y deducimos en nuestros encuentros sociales diarios viene de formas no verbales de comunicación.
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En el medio hablado, los gestos, las expresiones faciales, el lenguaje corporal y la entonación del habla proporcionan un significado adicional y ajustan el mensaje que enviamos con nuestras palabras. Un guiño o sonrisa pueden dar una pista crucial, ayudando a que nuestro interlocutor nos comprenda.
La comunicación digital nos proporciona un importante canal de comunicación en nuestra vida social y profesional cada vez más conectada.
Pero el rico contexto comunicativo que tenemos en los encuentros cara a cara está casi ausente en la comunicación digital.
El solo texto digital es empobrecido y aparentemente posee el poder de despojar al lenguaje de todas las formas de expresión matizadas. Pero aquí el emoji puede ayudar cumpliendo una función similar a la de la comunicación digital con un gesto, con lenguaje corporal y entonación del habla en la interacción.
Los emojis te permiten expresar un mejor tono y proporcionar señales emocionales; y además, los destinatarios son más capaces de interpretar lo que las palabras están destinadas a transmitir.
Imagínate enviar este mensaje: “Tropecé y me golpeé mi cabeza con la alacena”. Tu interlocutor podría no saber si reírse o compadecerse de ti. Pero una cara triste al final del mensaje podría darle un mensaje no verbal, podría funcionar como un metacomentario, entregando un mensaje claro: “Me duele”. Por el contrario, si usas el emoji de lágrimas de alegría, le dirás a tu destinatario que la situación es divertida: “Soy un tonto”.
Vivimos en la era digital, y los emojis son el campo más reciente de la interacción entre los humanos.