¿Por qué es tan difícil tratar la demencia?
Encontrar una cura para las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer es un desafío. Son difíciles de diagnosticar y los medicamentos luchan para llegar al cerebro, toda vez que el suministro de sangre del cerebro está en buena medida separado del resto del cuerpo.
No extraña que varias empresas hayan abandonado este territorio en los últimos años. En enero, el gigante farmacéutico Pfizer anunció que suspenderá la investigación para el desarrollo de fármacos para tratar la enfermedad de Alzheimer, después de costosos intentos fallidos en la última década.
En los últimos años, algunos ensayos clínicos con posibles medicamentos para la demencia han tenido decepcionantes retrocesos. En 2012, Pfizer y Johnson & Johnson suspendieron el desarrollo del fármaco bapineuzumab, después de que fracasara en ensayos de última etapa para tratar a pacientes con Alzheimer leve a moderado.
A pesar del anuncio el mes pasado, el apoyo de Pfizer al fondo Dementia Discovery Fund del Reino Unido (una iniciativa que involucra al gobierno, las principales compañías farmacéuticas y Alzheimer's Research UK), es donde su dinero puede lograr el mayor impacto en este campo.
El objetivo del fondo es impulsar la inversión destinada a la investigación de la demencia mediante el financiamiento de proyectos farmacológicos en etapa inicial. Entre tanto, otras compañías farmacéuticas como Eli Lilly, Biogen y Novartis continúan hasta la fecha el desarrollo de fármacos contra la demencia con un éxito modesto pero prometedor.
¿Qué hace que la demencia sea una condición tan difícil de tratar con medicamentos, y hay avances hacia un tratamiento?
Por qué la demencia es tan difícil de tratar
A pesar del gran número de personas afectadas a nivel mundial (se estima que 46.8 millones de personas viven con demencia), actualmente no existe una cura. Si bien los tratamientos actuales tratan los síntomas (la última medicina en obtener la aprobación de la FDA fue la memantina en 2003) no ofrecen perspectivas de recuperación.
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Parte de la dificultad para encontrar tratamientos para la demencia radica en el hecho de que no es una enfermedad única, sino un complejo problema de salud con más de 50 causas subyacentes. La demencia es más bien un término genérico que describe una variedad de condiciones que provocan el deterioro progresivo de partes del cerebro.
La mayoría de los tratamientos farmacológicos actualmente en desarrollo se han centrado en la patología de la enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, que representa alrededor del 60 al 70% de todos los casos.
La búsqueda de un tratamiento exitoso para el Alzheimer enfrenta dos grandes obstáculos: el primero es que todavía no sabemos lo suficiente sobre la biología subyacente de la enfermedad. No sabemos, por ejemplo, qué regula exactamente la acumulación tóxica de placas beta amiloide y ovillos tau en el cerebro que se observan en los pacientes con Alzheimer, qué tipos específicos de éstos son tóxicos o por qué la enfermedad progresa a diferentes velocidades en diferentes personas.
Tampoco ayuda que los síntomas del Alzheimer se desarrollen de manera gradual y lenta, y que el diagnóstico solo se pueda realizar años después de que el cerebro haya comenzado a experimentar cambios neurodegenerativos. Para empezar, no es raro que la enfermedad de Alzheimer se presente junto con otras formas de demencia.
El segundo gran obstáculo para encontrar un tratamiento es que los medicamentos deben cruzar primero la barrera hematoencefálica. Esta barrera proporciona una defensa contra los patógenos y las toxinas que causan enfermedades que pueden estar presentes en nuestra sangre y, por diseño, existe para impedir la entrada de sustancias extrañas al cerebro. El inconveniente es que también impide que la gran mayoría de los posibles tratamientos farmacológicos lleguen al cerebro.
Pasos prometedores
Los medicamentos actualmente disponibles, como los que bloquean las acciones de una enzima que destruye un importante mensajero químico en el cerebro para la memoria (inhibidores de la acetilcolinesterasa) o los que bloquean los efectos tóxicos de otro mensajero, el glutamato (memantina), controlan temporalmente los síntomas. Pero los nuevos tratamientos se centran en ralentizar o revertir el proceso de la enfermedad misma, esto es, su biología.
Un enfoque, llamado inmunoterapia, implica crear anticuerpos que se unen a desarrollos anormales en el cerebro (como los depósitos de la proteína beta amiloide y los ovillos de la proteína tau), y marcarlos para su destrucción mediante una variedad de mecanismos. La inmunoterapia está despertando un gran interés y actualmente se están llevando a cabo varios ensayos clínicos, dirigidos hacia las citadas proteínas.
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El aducanumab, un anticuerpo dirigido contra la proteína beta amiloide, se ha mostrado prometedor en los ensayos clínicos y al presente hay ensayos de fase tres en curso, al igual que varias estrategias enfocadas en la proteína tau. Si alguno tiene éxito, tendríamos una vacuna contra el Alzheimer.
Se estima que solo el 0.1% de los anticuerpos que circulan en el torrente sanguíneo ingresan al cerebro; esto también incluye los anticuerpos terapéuticos actualmente utilizados en los ensayos clínicos. Un abordaje que está ensayando mi equipo es usar ultrasonido para abrir temporalmente la barrera hematoencefálica, lo que aumenta la absorción de los medicamentos de Alzheimer o los fragmentos de anticuerpos.
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Hemos tenido éxito en ratones, hallamos que el ultrasonido puede eliminar ovillos o acumulaciones de proteínas tóxicas tau, y que la combinación de ultrasonido con un fragmento de anticuerpo es más efectiva que cualquier tratamiento por separado para eliminar tau y reducir los síntomas de Alzheimer. El próximo desafío será traducir este éxito en ensayos clínicos en humanos.
La misión de desarrollar medicamentos contra la demencia no es una tarea fácil, y exige la colaboración entre el gobierno, la industria y la academia. En Australia, la Red Nacional de Demencia sirve bien a este propósito. Solo a través de la perseverancia y la continua inversión en investigación encontraremos algún día un tratamiento para la demencia.
Jürgen Götz es director del Centro Clem Jones para la Investigación de la Demencia en la Universidad de Queensland, Australia. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
Copyright 2017 The Conversation.