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Loretta Cusack-Doyle: Las lecciones de vida del judo

Sin importar la talla, la edad, la capacidad o la discapacidad que tengas, puedes practicar judo.
dom 10 junio 2018 07:01 AM
judo
Lección de vida El judo me dio ese escape y me dio la confianza de decir que era buena para algo. Unos 44 años después, esa sensación sigue conmigo, comparte Loretta Cusack-Doyle. (Foto: rbv/Getty Images/iStockphoto)

Nota del editor: Loretta Cusack-Doyle ha participado activamente en el judo desde hace más de 40 años. La judoca de octavo dan se coronó campeona del mundo en 1982 y actualmente es entrenadora y comentarista en todo el mundo.

(CNN) — Cuando me inicié en el judo, a los 10 años, era hiperactiva, tenía dislexia y me costaba mucho trabajo la escuela. Me exasperaba tratar de aprender y sentía que no solo era una amenaza para mi familia, sino que era incapaz de canalizar mis energías.

Al principio era muy pequeña para competir, así que me hicieron sentarme en la banca a observar por unos seis meses… me sentía totalmente frustrada de no poder salir a practicar.

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El judo me dio ese escape y me dio la confianza de decir que era buena para algo. Unos 44 años después, esa sensación sigue conmigo.

'Una educación para la vida'

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Tres años después, empecé a competir para Gran Bretaña. Descubrí que tanto en la escuela como en las competencias, el judo me estaba dando cada vez más confianza. También me estaba dando una educación para la vida. Habilidades de interactuar con niños y niñas de mi edad, de aprender sobre otros países, de viajar por el mundo.

Me dio algo diferente, incluso aprendí un idioma nuevo: el japonés. Aprendes japonés porque tu deporte es japonés. Además, todas estas palabras —desde hajime hasta ippon— me daban algo más de lo que tenían mis amigos de la escuela.

Esos recuerdos se quedaron conmigo.

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La razón por la que empecé a enseñar judo, y la razón por la que sigo enseñando, son los valores que me dio: confianza, disciplina y respeto, no solo a mí misma, sino a la gente que me rodea. Me dio esas herramientas de vida para poder animar a otros –y a mí misma— a seguir adelante y a lograr más en la vida.

Una mentalidad positiva

En el deporte, muchos dicen: "Hice un poco de esto, lo intenté y no me pareció que fuera muy bueno, así que lo dejé". Para mí, fue adquirir las herramientas para decir: "Bueno, si no eres lo suficientemente bueno, tienes que seguir intentándolo".

Se le dedicas tu esfuerzo, lograrás algo. En vez de decir: "Oh, no sé" o "tal vez", da un giro y empieza a decir: "Sí, claro" o "seré mejor" o "soy bueno". Esos valores positivos, inculcados a temprana edad, me ayudaron también en mi adultez.

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Ahora los transmito en mis enseñanzas. Es muy satisfactorio porque veo a algunos niños que llegan a mis clases y ni siquiera hacen contacto visual contigo. Alejan la mirada, son muy, muy tímidos, son retraídos.

Suelen tener apenas tres o cuatro años, siguen escondidos detrás de su mamá o su papá cuando entran por la puerta. Están aterrados. Pero yo solo les digo a sus padres: "Está bien, déjenlos que se sienten y observen".

nullAntes de que te des cuenta, están acercándose al tatami. Antes de que te des cuenta, te están hablando. Luego, te das cuenta de que te están mostrando. Y luego, empiezan a enseñarte. Se vuelven expertos rápidamente y te dicen: "Yo sé lo que hago".

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También tienes el otro extremo, un niño que llega con problemas de conducta, tal vez sea hiperactivo como yo hace todos esos años. Se trata de canalizar esa posible agresión o aprovechar esas conductas para lograr algo que los vuelva muy positivos. A veces llegan tras pasar dificultades en el ámbito deportivo. Pronto se vuelven niños con mucha confianza, les gusta desarrollar su potencial.

Humildad

Sin importar la talla, la edad, la capacidad o la discapacidad que tengas, puedes practicar judo.

Para mí, esa clase de pasos para desarrollar a un niño para que se vuelva creativo y que confíe en sí mismo son muy valiosos y satisfactorios.

Doy clases en una zona poco privilegiada. La razón por la que trabajo en escuelas es para que los niños no la abandonen. Tan pronto como dejan la escuela, salen a la calle y no andan en nada bueno.

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Algunos regresan a casa a un ambiente en el que no hay familia que los espere o en el que sus padres sufren por las drogas y el alcohol. Es un entorno deficiente. Evitar que dejen la escuela y darles algo muy productivo que desarrolle su autoestima es mucho mejor que decir nada más "anda a casa, nos vemos mañana".

Es una gran diferencia en las campañas contra el acoso escolar. Como judoca, sabes que el código moral te obliga a respaldarlo. Proteges a los demás, incluso si no practican judo. Cuidas de todos los demás. Al final te encuentras con muchos judocas muy humildes. Son personas muy humildes por la disciplina que se les ha inculcado desde una tierna edad.

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