Estos spas abandonados ahora son un refugio para los migrantes

Sin agua, calefacción ni agua corriente, los nuevos habitantes tuvieron que adaptarse y crear medios de subsistencia con sus propias manos.

"Los niños tienen toda esta zona para jugar", dijo el fotógrafo Ryan Koopmans. Se refiere a los sanatorios abandonados de Tskaltubo, un pueblito a 30 kilómetros de la costa georgiana que ahora está poblado por las víctimas de la guerra.

El fotógrafo canadiense-holandés dedicó los pasados cinco años a fotografiar los interiores extraños de estas ruinas y capturó la relación entre la majestuosidad hecha por el hombre, las fuerzas de la naturaleza y el ingenio y la improvisación de sus pobladores.

Durante la era soviética, la URSS construyó 186 sanatorios de este tipo en el país, diseñados específicamente para los camaradas que necesitaban descansar.

Los spas más cotizados estaban en la Riviera Rusa, un tramo de costa cálida en el mar Negro, en el extremo sur de Rusia y los confines occidentales de Georgia,

con Turquía.

Tskaltubo era uno de los mejores. Según la Asociación Europea de Ciudades Termales Históricas, sus llamadas "aguas de la inmortalidad" eran famosas desde el siglo VII. Los manantiales brotan de unos macizos de piedra caliza en las profundidades del subsuelo; muchas personas creen que las aguas carbonatadas, ricas en radón y minerales, tienen propiedades curativas.

Cuando la URSS colapsó, en 1991, los sanatorios quedaron fuera de servicio y la naturaleza reclamó las instalaciones. Las enredaderas, las hierbas y el musgo trepan y se enroscan en los interiores ornamentados; las raíces y las ramas se abren paso a través de las columnas de los corredores y las arcadas de los baños.

Pese a que los edificios quedaron abandonados a su suerte, la vida prosperó en Tskaltubo. En 1992, un año después de la caída de la Unión Soviética, estalló un conflicto sangriento entre las fuerzas gubernamentales y los separatistas que peleaban por la independencia de Abjasia, una república autónoma disputada en el noreste de Georgia. Los refugiados de la guerra huyeron de sus hogares en Abjasia y descubrieron los corredores desiertos de Tskaltubo.

Los refugiados nunca se fueron. Por lo tanto, la serie de Koopmans combina un estudio arquitectónico austero con los retratos de las personas que, hasta el día de hoy, habitan los sanatorios destartalados. Los pobladores originales tuvieron hijos y ahora tienen nietos. Koopmans fotografía a los niños que nunca han estado en otra parte.

Sin agua, calefacción ni agua corriente, los

del spa "tuvieron que adaptarse y crear medios de subsistencia con sus propias manos", explicó Koopmans.

Se conectaron a tuberías de agua de varias décadas de antigüedad y se colgaron de líneas eléctricas. Criaron animales y cultivaron vegetales en los terrenos de los spas. Koopmans captura los vestigios de la herrería que quitaron de los interiores del edificio para vender como fierro viejo o de los pisos de madera que han cortado para hacer fuego.

"Todo en su vida es hecho a mano, improvisado", dijo Koopmans.

En su mejor momento, el spa de Tskaltubo contaba con más de 5,000 habitaciones en 19 edificios independientes, situados alrededor de los manantiales de aguas termales.

Los sanatorios se diseñaron como modelo de la arquitectura progresista soviética, una fusión de lo que ahora se conoce como diseño estalinista clásico y decoración georgiana étnica, así como rasgos góticos y romanos.

Cuando Koopmans descubrió los sanatorios, quedó "impresionado por su hermoso diseño. Estaban suspendidos en el tiempo; las cosas estaban ahí nada más, como si alguien acabara de irse. Era como si los ciudadanos soviéticos siguieran usando los edificios. Sin embargo, los objetos se han vuelto artefactos históricos".

Los spas están en proceso de redescubrimiento. Los inversionistas

los terrenos y a regenerar los edificios derruidos. Los desarrolladores están haciendo planes de volver a abrir el spa como destino turístico de lujo.

"En los pasados dos años ha habido un gran cambio en la ciudad. Están desmantelando los edificios, pieza por pieza. Los edificios neoclásicos están a la venta y los están comprando entidades privadas. Ahora están cercados y contrataron guardias privados para protegerlos. Con suerte, revitalizarán algunos edificios y protegerán la arquitectura original, pero están demoliendo muchos", cuenta Koopmans.

"El tiempo puede ser algo difícil de medir; sin embargo, hay una manifestación física del paso del tiempo en estas fotografías. Estas fotografías deconstruyen algo que se aplica a todos: el tiempo que pasa tan rápido", dijo.