Ana María Lázaro, de 13 años de edad, sufre los efectos del statu quo del sistema educativo nacional. Ella estudia tercer año de secundaria en el Estado de México y siente que no aprende, aun cuando trata de poner toda su atención en la asignatura de matemática.
“No basta con lo que veo en clase, porque también tengo que ver videos de YouTube para entender bien los temas. Me gustaría que la maestra me pasara más al pizarrón y ahí hacer los ejercicios para darme cuenta si entendí bien o no, pero no lo hace así”.
Esta situación le preocupa, porque piensa que, como consecuencia, se le va a dificultar el examen de admisión al bachillerato, el cual incluirá preguntas de matemática que posiblemente no responderá correctamente.
“Y serían puntos menos por los que a lo mejor no entro a la prepa que quiero”, comparte Ana María.
El decálogo para no volver a caer en el 2+2=5
Pero no todo está perdido, en el horizonte se vislumbran 10 soluciones que, en caso de aplicarse, mejorarían la formación ofrecida a estudiantes en primarias y secundarias, según Avenilde Romo Vázquez, investigadora en matemática educativa, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).
La catedrática comenta que en primer lugar es necesario que en el país se aplique una verdadera alfabetización matemática.
"Eso quiere decir que los estudiantes que egresan de la educación básica puedan utilizar la matemática que han aprendido para comprender y mejorar el mundo."
El segundo reto es conseguir que la enseñanza permita a los estudiantes conocer la razón de ser de los objetos de estudio, de tal modo que puedan usar modelos matemáticos, aunque sencillos, para comprender y responder a los problemas sociales de la actualidad.
"Esto último sin que los niños lleguen a sentirse responsables únicos de encontrar esa solución", acota esta investigadora.
El tercer reto es emplear una evaluación que permita reconocer qué se ha aprendido y cuáles son los errores y la naturaleza de los mismos. Muchos de ellos, conforme con Romo, tienen que ver con el elevado nivel de abstracción de la matemática.
"Por ejemplo, es muy difícil para cualquier persona comprender la noción de infinito, porque no hay experiencia con el mismo. Entonces la complejidad de este objeto en sí misma es tan alta que no importa si hay un buen maestro, un buen grupo de estudiantes o buenos recursos didácticos, simplemente siempre va a ser difícil.”
El cuarto reto es la formación continua. Lo cual invita a realizar la siguiente pregunta: ¿cuándo se forman a los profesores en México? La respuesta inmediata es que normalmente esto ocurre antes de que se gradúen. Pero una vez que comienzan a impartir clases, ¿acaso ya no requieren formación?
"Al respecto, es cierto que en México hay programas de formación continua, pero no siempre están al alcance de todos los profesores", aclara.
El quinto reto es lograr sinergia entre diferentes actores, con base en la máxima de que varias cabezas piensan mejor que una. Según Romo, esto significa lograr convergencias entre investigadores en matemáticas, investigadores en educación matemática, profesores expertos e incluso padres de familia.
El sexto desafío es complementar la educación formal con la educación informal. Ambas ofrecen elementos distintos que pueden integrarse. No obstante, es un gran reto lograr que estas formaciones dialoguen.
Porque aunque en la vida cotidiana se hacen intuitivamente cálculos matemáticos, las maneras empleadas para ello son muy distintas que las utilizadas en el estudio teórico. Y no por ello dejan de ser clave para el desarrollo intelectual de los niños. Romo, a continuación, cuenta un caso ilustrativo.
"Hay un estudio de 2016 sobre unos niños piperos, quienes ayudan en la venta de agua en las colonias más desfavorecidas de la Ciudad de México, y ellos han aprendido a estimar volúmenes, o sea, cuánta agua cabe en cualquier recipiente que tú pongas frente a ellos, sin necesidad de recibir educación en un aula."
El reto número 7 es integrar y utilizar la tecnología. Romo apunta que hay muchos estudios en la disciplina de la matemática educativa que muestran que las herramientas digitales podrían ser un medio para que los niños se familiaricen más fácilmente con ciertos conceptos abstractos.
El octavo reto, según Romo, es fraguar una colaboración más intensa, ya que existen instancias como la Comisión Interamericana de Matemática Educativa, la Sociedad de Matemática Mexicana, la Asociación de Profesores de Matemáticas y la Academia Mexicana de Ciencias, que podrían trabajar con mayor coordinación.
El noveno reto es el de la diversidad, principalmente lingüística, porque en México existen más de 60 lenguas oficiales, pero la enseñanza de la matemática se imparte principalmente en español.
Esto quiere decir que hay muchos niños cuya lengua nativa es de origen prehispánico, quienes tienen que enfrentar la dificultad de primero aprender el español para aprender después matemática.
"Si nosotros revisamos lo hecho por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), nos damos cuenta de que no hay libros de texto en lenguas indígenas para la enseñanza de la matemática", precisa.
Mientras que el décimo reto, según esta especialista, se centra en realizar una investigación más centrada en los docentes y sus creencias sobre cómo debe de enseñarse la matemática. Esto para saber discernir cuáles son las buenas prácticas educativas, independientemente de si están o no de moda.