“Tomé la decisión cuando tenía solo 7 años después de visitar un museo espacial”, comentó durante la entrevista. A pesar de esta temprana determinación, su camino no fue fácil. En 2012 justo cuando la NASA canceló el programa de transbordadores espaciales, Katya ya había decidido estudiar ingeniería eléctrica, siempre con la industria aeroespacial en mente. A pesar de la mala noticia en aquellos años, no abandonó su objetivo.
Los obstáculos fueron evidentes desde el inicio. Echazarreta mencionó que, por ser mujer y mexicana, el camino era más complicado. “Pensé en declinar la carrera varias veces, pero cada vez que lo hacía, recordaba lo mucho que quería llegar al espacio”, confesó. Finalmente, logró ser seleccionada entre 7,000 personas para ser la primera mujer mexicana en ir al espacio.
Además de los retos académicos y profesionales, Katya hizo grandes sacrificios personales. En 2015, cuando tenía 19 años, decidió cambiar su estilo de vida por completo. “Sentía que la dieta tradicional mexicana no me estaba permitiendo dar lo mejor de mí, y decidí eliminar carnes rojas, pollo y lácteos de mi alimentación”, aseguró. Esta decisión fue crucial para enfrentar las exigencias físicas que implica viajar al espacio, especialmente por las fuerzas G que enfrentó durante su entrenamiento.
En 2019, aplicó para su primera misión espacial, un proceso que duró tres años. En 2020, participó en su primera misión espacial, ahora bajo un convenio con SpaceX, consolidándose como un referente para futuras generaciones de mujeres en la ciencia y tecnología.
Tras su regreso del espacio, tomó una decisión importante: regresar a México y compartir su experiencia con los jóvenes a pesar de que la NASA y distintas empresas la buscaron para trabajar.