El internet cambió el panorama
El anime ha vivido tradicionalmente del mercado nipón al margen de producciones vendidas al extranjero, pero en la primera década del siglo XXI su facturación se estancó a raíz del declive demográfico de Japón y de la caída de los ingresos por televisión y rentas de películas.
"Crear una serie de anime cuesta muchísimo tiempo y dinero", destaca Ryusuke Hikawa, quien señala que el presupuesto promedio por una temporada típica de 13 episodios ronda los 200 millones de yenes (unos 1.8 millones de dólares).
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Este coste se solía cubrir con las emisiones televisivas que servían, sobre todo, como "anuncios extendidos" para vender temporadas completas de las series o versiones extendidas en VHS, DVD o Blu-Ray y diversos productos de mercadotecnia.
Pero las ventas de formatos físicos se hundieron con la irrupción de internet y de los smartphones, que abrían una ventana a esos mismos contenidos -en ocasiones de forma gratuita e ilícita-, y los estudios comenzaron a buscar nuevas vías para sobrevivir, por ejemplo, organizando todo tipo de eventos dirigidos a los fans.