El abogado que diversificará el MBA
Nota del editor: Este artículo forma parte del suplemento Educación Ejecutiva. Emprendedores a la escuela, de la revista Expansión.
(Expansión) — En un siglo de actividad, Íñiguez es el primero que preside esta asociación, que surgió en 1916, sin provenir de una escuela estadounidense. Experiencia no le falta: a sus 54 años es integrante de más de 10 comités, entre ellos, el Consejo Asesor Europeo, y, en 12 años frente a IE, ha ampliado los horizontes de esta escuela, hoy considerada número uno en los programas MBA online internacionales, según la consultora británica QS Intelligence Unit.
Impulsar los programas de negocios con un enfoque crítico, en el que los ejecutivos sean capaces de afrontar la incertidumbre y promover la diferencia de opiniones son prioridades para Íñiguez. Para ello, dice, hay que empezar por impulsar programas más incluyentes, críticos y humanos.
En un universo de más de 13,000 escuelas de negocios en el mundo, ¿cómo es el programa diferenciado?, ¿qué impulsarás desde AACSB?
Siendo el primer presidente de AACSB no estadounidense, lo primero que quisiera impulsar es la internacionalización y la diversidad. Esto incluye buscar mayor crecimiento para el mercado de América Latina. ¿Cómo tendría que ser esa oferta? De entrada, tener un sello de calidad, como la acreditación, pues hoy solo 10% de los programas cuenta con ella. El otro gran tema es la orientación ‘clínica–práctica’. Esto significa responder a preguntas como si lo que enseñan los maestros y sus investigaciones sirven a las necesidades del ejecutivo. Algunas escuelas han olvidado la relevancia práctica y que la persona puede encontrar una realidad diferente a la vivida en la escuela y necesita aplicar lo aprendido.
¿Qué le falta a las escuelas para ser más diversas?
Hay dos vectores que trabajar: alumnos y claustro. Un ejemplo: el número de estudiantes mujeres crece, pero no sucede lo mismo en cuanto a profesoras. En IE, 38% de las docentes son mujeres y no es una cifra con la que me siento contento. El problema con el mundo académico es que sigue siendo conservador en la promoción de mujeres a nivel de staff. Eso necesita cambiar y también faltan más acciones para que las profesionistas, entre 25 y 45 años, encuentren opciones para alternar vida profesional y familiar. Una opción son los programas blended, que combinan clases presenciales, para que reciban mentoreo o hagan conexiones, y aprendizaje en línea.
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También hablas de un sentido más ‘humanista’. ¿Cómo llegar a esa faceta?
Dirección y gestión son actividades relativamente jóvenes. Esto implica que necesitamos investigar y entender mejor cómo funcionan las empresas, cómo interactúan en ellas las personas, por qué los mercados reaccionan (de forma) tan volátil. Mucho de eso no se ha analizado y ese análisis no parte del todo de números. Una realidad es que, sin importar la industria, los líderes dirigen seres humanos, con todo lo que ello implica. Por eso, apunto a que los programas de negocios necesitan un enfoque pensado para entender mejor a las personas. Un empresario hoy no solo sabe de resultados, eso es un gran error; necesita entender de historia, cultura, psicología y hasta de antropología, para profundizar en el conocimiento del mercado y de la gente.
¿En programas más humanos, entran empresarios más críticos?
Aquí hay un reto importante. Los salones de clases necesitan cultivar líderes con espíritu crítico y que sepan promover esto en sus empresas, sin castigar u oprimir. Hoy presumimos que somos críticos en nuestra vida, en la empresa, en la sociedad, pero, en realidad, falta mucho para lograrlo. Un aspecto ligado es aprender a argumentar soluciones. En los salones observas muchas veces que, ante un problema, todos incurren en la misma respuesta, cuando lo necesario en la vida real es tener coraje para proponer y sostener una opinión diferente a la del jefe. También hace falta coraje para elegir consejos que, más que por provenir de un amigo, los pongamos en práctica porque harán un cambio, aunque eso implica una transformación personal. Las escuelas de negocios deben fortalecer en los estudiantes saber plantear decisiones en un entorno profesional donde, hoy, la crítica se castiga con el destierro.
La especialización es el mantra de muchos programas, ¿es una tendencia que prevalecerá?
Es indispensable renovar conocimientos, al menos cada cinco años. Pero es importante pensar cómo actualizar las habilidades y la información. Actualmente, las personas son más longevas, trabajarán más años, lo que obliga a especializarse tres, cuatro o más veces, así que me parece un error empezar con esto desde que el joven sale de la escuela. En una primera etapa, lo importante es formar la personalidad del ejecutivo, sin caer en excesiva especialización. Por ello, los programas generales son buena opción. A medida que avance la trayectoria, hay que pensar en conocimientos que favorezcan el fortalecimiento de la carrera. Una propuesta innovadora son los programas de negocios intergeneracionales, dando un revés a la figura del mentor. Imagina un salón de clases donde los jóvenes enseñan a ejecutivos más experimentados a cultivar las redes sociales, mientras los experimentados ayudan en resolución de problemas, creación de empresa y networking. Esto es ejemplo de lo que estamos trabajando en IE y que, seguramente, crecerá en las escuelas de negocio.
¿Qué retos observas para México y América Latina?
En Latinoamérica estamos viendo un florecimiento de formatos para enseñanza. Hay una diversificación en la oferta de programas, pero también en la metodología, con nuevas especialidades o áreas de concentración (como se le llama en algunas escuelas), alianzas entre escuelas e incorporación de más tecnología en los procesos de enseñanza. Aunque no podría señalar un escenario concreto, pues la educación de negocios es global, un reto en América Latina podría ser lograr una conexión más práctica con los estudiantes. Detrás de estos programas está la gran necesidad de formar líderes que sepan enfrentar la incertidumbre.
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Esto, a su vez, implica docentes que interactúen más con el mundo real para generar conocimiento práctico. Necesitan pasar de la investigación a tener herramientas para ejecutar proyectos en la realidad y, después, compartir la experiencia y los recursos con los estudiantes. Sin embargo, dependiendo del tamaño de la escuela, la docencia llega a representar 60% de tu nómina, por lo que el reto no solo es tener más conocimiento de ese tipo, sino generar la infraestructura para tener contigo al personal indicado.