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Cuando el dinero se interpone en la ética corporativa

Se necesitan cinco minutos para que emerja la verdadera naturaleza de una cultura corporativa y 20 años para cambiarla.
dom 05 noviembre 2017 07:22 AM
Falta de transparencia
Falta de transparencia Nadie sabe si el gobierno estadounidense continuará investigando las irregularidades corporativas. (Foto: Elnur/Shutterstock / Elnur)

(The New York Times) — A los ejecutivos les encanta ensalzar las virtudes de su cultura corporativa, le anuncian al mundo que su empresa es más que una búsqueda de ganancias.

Sin embargo, varios incidentes en las últimas semanas ponen de manifiesto que, con demasiada frecuencia, a las empresas les cuesta actuar éticamente cuando eso interfiere con el lucro.

Lograr este equilibrio pronto podría convertirse en un desafío aún mayor, ya que la perspectiva de una menor vigilancia gubernamental podría animar a los directivos a poner a prueba los límites del comportamiento aceptable.

En abril, Wells Fargo publicó un informe detallando una investigación sobre las prácticas de ventas que llevaron a sus empleados a abrir cuentas falsas para cumplir agresivos objetivos de ventas. El informe señaló que los dirigentes de su división de banca comunitaria "distorsionaron el modelo de ventas y el sistema de gestión del desempeño, fomentando una atmósfera que motivó ventas de baja calidad y comportamiento impropio y poco ético".

Usar información de clientes para abrir cuentas falsas parecería una acto más grave que meras “ventas de baja calidad”. Sin embargo, cuando el fiscal de la ciudad de Los Ángeles demandó a Wells Fargo en 2015 por dichas cuentas, el entonces CEO John Stumpf, escribió en un correo electrónico: "¿Algunos hicieron las cosas mal? Claro, y eso se llama vida. No es sistémico".

Cuando fue llamado ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes en 2016, después de que el banco liquidó los cargos pagando 185 millones de dólares, Stumpf sostuvo que no pasaba nada. Y proclamó que "el mal comportamiento en la práctica comercial va completamente en contra de nuestros valores, ética y cultura", mientras deslizó la culpa a los empleados de nivel inferior.

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El informe de Wells Fargo asume una visión menos optimista del liderazgo de Stumpf, aunque utilizando el lenguaje típicamente comedido de las investigaciones corporativas para señalar que él "no pudo apreciar la gravedad del problema y el riesgo sustancial para la reputación de Wells Fargo". El banco recobrará 75 millones de dólares de la compensación que le entregó a Stumpf y al exjefe de la banca comunitaria.

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Suena a mucho dinero, pero los ejecutivos de Wells Fargo fueron jugosamente recompensados durante años, y el informe exonera en gran medida el liderazgo actual. El problema tampoco surgió de repente, años antes hubo indicios de que los empleados estaban actuando indebidamente para cumplir con los objetivos de ventas, pero nunca se hizo nada para resolverlo hasta que los reguladores finalmente intervinieron.

Por mucho que Wells Fargo jure que cambiará su cultura, la presión para entregar resultados puede ser suficiente para impedir cualquier cambio real. Y quitarles un poco de compensación a los exejecutivos difícilmente eliminará este tipo de mala conducta en el futuro.

Tampoco despedir gente marca la diferencia.

El 11 de abril, la auditora KPMG anunció que había despedido a cinco socios y un empleado que habían recibido información confidencial sobre inspecciones inminentes del Public Company Accounting Oversight Board (Consejo para la Supervisión Contable de las Empresas Públicas), el principal regulador de las firmas de contabilidad. La información puso a la firma sobre aviso para limpiar cualquier fallo potencial en las auditorías que aplicó a las empresas que serían objeto de la inspección, ayudando así a mejorar un registro que ha dejado que desear en los últimos dos años.

No se trataba de empleados de menor nivel sorprendidos haciendo trampa; de haber sido así, KPMG hubiera podido afirmar que la reprochable conducta era atribuible a unos granujas en su plantilla.

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Culpar a otros del mal comportamiento es una práctica común en el mundo corporativo.

Esa fue la explicación ofrecida por el director ejecutivo de Volkswagen tras conocerse que la compañía utilizó dispositivos manipulados para eludir las normas de emisión, todo el escándalo era culpa de un puñado de ingenieros deshonestos. Ahora sabemos que la alta gerencia sabía que Volkswagen había estado engañando durante años.

Las empresas suelen citar la acción de “marcar la pauta desde arriba” como una forma de desarrollar una buena cultura corporativa, en contraposición a la mentalidad del “haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.

Esa mentalidad parece perseguir a Fox News, que estuvo enfrascada en otra acusación de acoso sexual. Después de despedir el año pasado al expresidente de Fox News, Roger Ailes, 21st Century Fox debió lidiar con una acusación parecida que implicaba al presentador Bill O'Reilly, lo que detonó una caída en el número de anunciantes. O'Reilly fue despedido, pero la percepción generalizada de que Fox News ha tolerado una cultura del acoso no se disipará fácilmente.

Como informó The New York Times, resolver las cuestiones de acoso sexual en 21st Century Fox será "complejo" debido a las diferencias generacionales entre Rupert Murdoch y sus hijos, Lachlan y James, que controlan la compañía. Por lo tanto, más allá del tono establecido por la gerencia actual, es preciso que los propietarios de la empresa decidan cómo se desarrollará su cultura, y en qué medida esa decisión dependerá de las ganancias corporativas.

Luego está, por supuesto, el incidente en un vuelo de United Airlines, en el cual un pasajero fue sacado por la fuerza debido a que su asiento lo necesitaban los empleados de la compañía. Varias disculpas se han ofrecido desde entonces, pero la respuesta inicial del director ejecutivo de United fue defender lo sucedido, incluso lo describió como “reacomodar” a la persona. Las promesas ulteriores de no sacar violentamente a un cliente que pagó por un asiento asignado apenas muestran un cambio significativo en la actitud de United.

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Las faltas de las empresas salen a la luz casi azarosamente, a veces depende de si hay un video acusatorio o alguien dispuesto a hablar sobre estas conductas reprobables. Sin embargo, el gobierno juega un papel importante en la vigilancia de la mala praxis corporativa, descubriendo violaciones, como las que involucran a las firmas financieras, y enjuiciando a otros cuando es necesario.

Nadie sabe si el gobierno estadounidense continuará investigando las irregularidades corporativas. Recientes memorandos emitidos por el fiscal general Jeff Sessions exigen que los fiscales federales se centren más en combatir el crimen violento y los delitos de inmigración. Con los inminentes recortes al presupuesto del Departamento de Justicia, es justo inferir que las investigaciones de los delitos de cuello blanco, especialmente aquellos que involucran a las corporaciones, disminuirán en los próximos años a medida que los recursos se destinen a prioridades más altas.

La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos también puede dejar de centrarse en las violaciones corporativas. El presidente entrante, Jay Clayton, ha cuestionado si las empresas deben enfrentar grandes multas cuando son finalmente los accionistas los que pagan el precio de las sanciones corporativas. Pide que, en cambio, se preste más atención a perseguir individuos responsables de una irregularidad dentro de una corporación.

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Un problema potencial con ese enfoque es que los ejecutivos rara vez participan en las decisiones cotidianas que pueden resultar en responsabilidad, por lo que apuntar a los mandos intermedios difícilmente tendrá un impacto real en el cambio de una cultura corporativa.

Warren E. Buffett dijo una vez: "Se necesitan 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla".

Permítanme ofrecer un corolario a eso: Se necesitan cinco minutos para que emerja la verdadera naturaleza de una cultura corporativa y 20 años para cambiarla. Queda por ver si habrá la voluntad para hacer esos cambios, especialmente cuando pueden perjudicar la rentabilidad en el corto plazo.

Peter J. Henning, coautor de “Securities Crimes” (Clark Boardman Callaghan, 2013-2015), es profesor en la Escuela de Derecho de la Universidad Wayne State en Detroit.

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