Donald Trump, de niño tempestuoso a macho alfa en la escuela militar
Una bella casa de columnas victorianas, en una colina con varios robles de un próspero enclave de Nueva York: aquí creció Donald Trump, turbulento e imprevisible desde la infancia, pero a quien su estricto padre encarriló en una gran carrera inmobiliaria.
El activo candidato republicano, que desafía los pronósticos y está empatado con la demócrata Hillary Clinton en los sondeos , nació el 14 de junio de 1946 en el entonces muy "blanco" barrio de Jamaica Estates en Queens, a una hora de la Quinta Avenida donde reina hoy la Trump Tower.
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Es el penúltimo de cinco hijos de una típica familia de la post-guerra.
Su madre, Mary McLeod, acababa de llegar de Escocia. Su padre, Fred Trump, encarnaba el sueño americano: nacido en Nueva York de un padre llegado de Alemania en un barco a vapor, empresario inmobiliario, "trabajaba duro" y "contribuyó a desarrollar el barrio" de Jamaica Estates al construir allí varias casas.
Y lo logró, porque la familia Trump era "la única del barrio que tenía choferes", contó a la AFP uno de los pocos vecinos aún con vida que lo conocieron, y que pidió solo ser identificado por su primer nombre, George.
Trump comenzó así bien su vida. Llegó a los cuatro años a esta casa que entonces contaba con 23 habitaciones, y rápidamente tuvo un chofer para llevarlo a la escuela privada de Kew Forest, en el vecino barrio de Forest Hills.
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Gusto por la competencia
Pero el joven "Donny" ya era un buscapleitos y ostentaba un lado imprevisible que hoy hace temblar a sus oponentes.
Una famosa anécdota de su libro El arte del acuerdo (The art of the deal) cuenta que un día le dejó un ojo negro a su profesor de música de segundo año. Sus iniciales, "DT", se tornaron sinónimo de castigo, según sus compañeros de entonces, citados en la biografía Trump Revelado de periodistas del diario The Washington Post.
El turbulento Donald era vigilado de cerca por un padre severo, lo cual explica quizás su frase mantra, "no fue fácil para mí".
Fred Trump inició a Donald en el sector inmobiliario llevándolo consigo muy rápidamente en sus viajes. E instaló en él el gusto por la competencia, que nunca le abandonaría.
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"Invariablemente, mi padre terminaba sus edificios tres o cuatro meses antes que sus competidores", ha recordado Trump.
"Eventualmente, uno o más de sus competidores entraría en quiebra antes de terminar su edificio y ahí vendría mi padre y lo compraría".
Su madre, Mary Trump, amaba lo mundano y lo grandioso. Trump pasó horas en junio de 1953 mirando con ella la coronación de Isabel II, que le fascinaba. Es en parte por ella, luego diría Donald, que tiene "un don para la puesta en escena" que tornó en un éxito su programa de reality show The Apprentice (El Aprendiz), antes de atraer multitudes a sus actos de campaña.
"Don Juan"
Al alba de su adolescencia, Donald se tornó un granuja y hacía escapadas secretas a Manhattan.
Cuando su padre -que prefiería mantener sus negocios en Queens y Brooklyn- se enteró, su veredicto no tuvo apelación: a los 13 años, Donald Trump debió partir del capullo familiar y fue enviado como interno al liceo militar de Cornwall, en el norte del estado de Nueva York, cerca de la academia militar de West Point.
Donald Trump reconocería más tarde que su padre quería "colocarlo en el camino correcto".
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Allí permaneció cinco años y floreció en este clima muy masculino y jerarquizado, donde el machismo tan lamentado por sus oponentes forma entonces parte de la cultura. Dice que aprendió allí a canalizar su "agresividad": obtuvo ahí sus primeros galones de jefe y se destacó en los deportes, sobre todo en béisbol.
Salió en el último año con el rango de capitán de los cadetes y la distinción menos formal de "Don Juan" de la clase, después de haber llevado al campus bellas jóvenes.
Gracias a un préstamo de su padre, Donald Trump se lanzó finalmente como empresario inmobiliario. Y después de obtener su diploma en negocios en la prestigiosa escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, construyó un imperio en Manhattan, donde su padre siempre se negó a aventurarse.
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