Arte, joyas y yates: El lujo detrás del megafraude a Petrobras
Cuadros de Renoir, Miró y Dalí, collares de perlas de Cartier y hasta un yate eran algunos de los carísimos caprichos con los que blanqueaban dinero los acusados en la macroinvestigación por desvíos en Petrobras, operación conocida como Lava Jato, y el mayor caso de corrupción de Brasil.
El proceso, que investiga la gigantesca red de desvíos en la petrolera estatal, ha permitido incautar millones de dólares en dinero en metálico, destapar abultadas cuentas en el exterior y descubrir los excesos de los implicados en la trama a la hora de lavar los fondos ilícitos.
El blanqueo de dinero a través de la compra de obras de arte, joyas o mediante inversiones inmobiliarias no es una práctica nueva, pero en la lista de los objetos incautados por la justicia brasileña desde que comenzó la operación Lava Jato, en 2014, hay algunos que llaman la atención.
Uno de los casos con mayor impacto mediático fue la detención de Eduardo Cunha, el otrora poderoso expresidente de la Cámara de Diputados, quien acumuló sumas millonarias procedentes de comisiones ilegales.
El gusto por la ostentación de Cunha, y especialmente de su mujer, la periodista Claudia Cruz, facilitó la labor de la Policía, que se ayudó de las fotos que la esposa colgaba en las redes sociales para seguir el rastro de sus cuentas en el exterior.
Cruz gastó más de un millón de dólares en compras de joyas, ropa, calzado y bolsos de marcas como Hermes, Valentino o Fendi, con los que posaba en su Facebook.
Sólo en enero de 2014, pagó unos 13,000 dólares en tiendas de Chanel, Balenciaga y Christian Dior en París, y en marzo de ese mismo año hizo compras por una cifra similar en Roma, Lisboa y Dubai.
La periodista llegó a gastar 3,000 dólares en dos pares de zapatos de Prada el día en que su marido era cesado de su cargo, y cuando comenzó la investigación, fue a declarar ante la policía con unos "discretos" pendientes de diamantes.
Pero Cunha, quien durante meses encabezó la lista de "millonarios" del Lava Jato, fue desplazado por el exgobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral, acusado del esconder unos 100 millones de dólares en cuentas en el exterior procedentes de comisiones y fondos públicos destinados, entre otras partidas, a la mejora de las favelas de la ciudad.
Cabral y su esposa, Adriana Ancelmo, ambos en prisión, compartían con los Cunha su pasión por el lujo y lavaron buena parte de su dinero sucio en ropa y joyas.
La pareja tenía una colección de diamantes valorada en más de 2 millones de dólares y era "asidua" de exclusivas joyerías de Río que, a cambio de hacer negocios con el entonces gobernador, recibían suculentas exenciones fiscales.
Entre las piezas más caras encontradas en su residencia figuran tres anillos de oro con rubíes, brillantes y esmeraldas, con valores que oscilan entre los 10,000 y los 80,000 dólares, aunque el repertorio de joyas de Ancelmo incluye un collar de perlas de Cartier, pendientes de diamantes, pulseras de oro y relojes valorados en decenas de miles de dólares.
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La ropa exclusiva era otra debilidad de Ancelmo, quien gastó 17,000 dólares de una sola vez en la compra de seis vestidos de fiesta.
Cabral no se privaba tampoco de ningún capricho y pasear en su yate Manhattan Rio, valorado en casi 3 millones de dólares y a nombre de una sociedad interpuesta, era una de sus pasiones.
Uno de los primeros en caer en las redes de la Lava Jato fue Renato Duque, exdirector de Servicios de Petrobras y hoy en prisión, que se volcó en las obras de arte para blanquear sus comisiones millonarias y llegó a acumular más de 130 cuadros, entre ellos la pintura 'Charivari' del catalán Joan Miró.
La obra de Miró está ahora en el Museo Oscar Niemeyer de Curitiba, Brasil, donde se guardan más de 300 cuadros incautados durante la investigación, de autores tan reconocidos como Jean Renoir, Salvador Dalí o Vik Muniz.
La 'pasión' por las joyas y las obras de arte de los implicados en esta trama de corrupción les ha permitido lavar cifras astronómicas sin levantar sospechas durante años.
Como apunta el juez brasileño Fausto de Sanctis, especialista en lavado de dinero, en un libro publicado en 2013, el mercado del arte facilita el blanqueo de fondos por la falta de controles.
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"Una obra que vale 8 o 10 millones de dólares se puede plegar en un cilindro y nadie se da cuenta", admite el juez.
Un buen ejemplo de la denuncia de Sanctis es el caso de Duque, que escondía sus "tesoros" de los ojos de los curiosos en un armario de su propia casa que abría con un control remoto.