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Depresión y ansiedad, otras consecuencias del cambio climático

La salud mental debe ser también una prioridad cuando se ayude a las víctimas de desastres naturales.
vie 07 abril 2017 08:00 AM
Solo agua
Solo agua Algunos estudios muestran niveles mayores de depresión, ansiedad y TEPT en víctimas de inundaciones. (Foto: gruizza/Getty Images)

Es un sueño para muchos citadinos: mudarse a una casa espaciosa en el campo, rodeada de vegetación, en donde piensan criar a su familia.

En 1996, Heather Shepherd, quien ahora tiene 50 años de edad, hizo justamente eso. Se mudó lejos de la congestión y el ruido de su casa en el norte de Londres y migró a una casa de campo del siglo XVII que remodelaría y transformaría en su santuario.

Su pueblo, cerca de Shrewsbury, en Shropshire, Inglaterra, tenía apenas 70 habitantes, de acuerdo con Shepherd. Pero dos años más tarde, poco después de que hubieran terminado con las labores de su casa de campo, supieron lo que significaba realmente vivir en su nuevo pueblo: El lugar es propenso a inundarse.

"Estábamos a punto de volver a la normalidad y de terminar todo, pero la inundación paró todo", cuenta Shepherd. "Fue frustrante".

Esta experiencia sirvió para que Shepherd se diera cuenta no solo de las repercusiones económicas y físicas que este tipo de desastre natural tendría sobre ella y su familia porque podían perderlo todo, sino del efecto que tendría en su forma de pensar… en su salud mental.

Como se espera que las inundaciones (así como las tormentas, las olas de calor y las sequías) sean cada vez más frecuentes a causa del cambio climático , el efecto que tal situación traumática puede tener en la mente de los afectados es algo que los médicos, los políticos y los gobiernos están tomando en cuenta al planificar servicios para ayudar a la población en riesgo.

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Miedo al agua

En la inundación de 1998, la casa de Shepherd se salvó de cierta forma: solo se inundaron algunas partes de la casa y no se echó a perder ningún mueble. Lo más afectado fueron los muros nuevos y los pisos. A otros de los habitantes del pueblo no les fue tan bien, lo que dejaba ver lo que estaba por venir.

Dos años después, en 2000, llegó la inundación de verdad.

"Podíamos oír el agua que venía a casi cinco kilómetros", dijo Shepherd, comparándolo con el sonido de una cascada estruendosa que apagaba tu voz. "Era esa clase de sonido, sabías que venía hacia ti".

Ese otoño fue el más húmedo que se había registrado en toda Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Muchos pueblos quedaron inundados, entre ellos Shrewsbury. Aunque la ciudad suele inundarse, si la lluvia y las tormentas siguen aumentando, como se predice a causa del calentamiento global, el nivel del agua en todo el país seguirá aumentando, lo que exacerbará la vulnerabilidad de los pueblos que ya están en riesgo, como el de Shepherd.

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Gracias a una alerta de inundación de la Agencia Ambiental de Reino Unido, Shepherd y su familia tuvieron dos horas para prepararse. Junto con su esposo y sus dos hijos, trabajó frenéticamente para prepararse y proteger su casa.

Levantaron los muebles hasta que casi tocaban el techo; ocultaron en el piso de arriba las cajas, los artículos de valor y las posesiones valiosas, e incluso llevaron sus gallinas con sus vecinos y buscaron hogares temporales para sus perros y sus gatos.

"Fue una carrera contra el tiempo", cuenta Shepherd. "No había tiempo para pensar ni para calcular… simplemente trabajabas como si no hubiera mañana".

Luego llegó la inundación y la familia solo podía quedarse viendo las cosas flotando en los 60 centímetros de agua que había dentro de su casa.

Cuando se fueron a quedar con un vecino que tenía una casa más moderna (y más elevada), se toparon con que el agua que había al final de su calle les llegaba hasta el hombro. En la oscuridad, solo podían imaginarse el daño que su casa estaba sufriendo.

"Allí es donde realmente te das cuenta", dijo Shepherd.

Diecisiete años después, los recuerdos la hacen llorar. "Te sientes como indigente", cuenta. "Tu refugio se ha ido".

La familia vivió en una casa rodante en los campos circundantes durante más de un año después de la inundación, mientras lidiaban con las aseguradoras y los constructores que finalmente restaurarían su casa.

Sus finanzas sufrieron un duro golpe y la vida diaria era un desafío. "Todo por lo que habíamos trabajado quedó destruido", dijo Shepherd.

De acuerdo con ella, su pueblo también se inundó en 2001, 2002, 2003 y 2005, aunque su casa no se vio directamente afectada en esos años. Ahora tiene un plan para inundaciones que comprende todo lo que tiene que hacer si esto volviera a ocurrir.

Casi les tocó el clima extremo que hubo en Reino Unido en 2014: hubo grandes tormentas en el país, como no se habían visto desde hacía más de 20 años.

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A pesar de su experiencia y de su nivel de preparación, nunca se deshará de la sensación de que puede volver a pasar. De hecho, reconoce que lo más probable es que así sea. Simplemente es cuestión de tiempo.

El costo mental de la pérdida

"Uno de los principales efectos de las inundaciones sobre la salud parece ser el aspecto de salud mental", dijo James Rubin, psicólogo del King's College de Londres, quien analiza en sus investigaciones el impacto psicológico de las inundaciones en las personas que se han visto afectadas directa e indirectamente. "Interviene toda una gama de factores de estrés", dijo.

Se espera que esta clase de desastres naturales sean más frecuentes a causa del cambio climático; Rubin cree que el aspecto de la salud mental merece más atención.

"Es realmente importante intervenir y prevenir que (el cambio climático) ocurra y empeore", dijo.

Se predice que el cambio climático traerá consigo no solamente inundaciones. Podría haber olas de calor, aumento del nivel de los mares y la consiguiente pérdida de terrenos, migración forzada y sequías que afecten a la agricultura y a los agricultores.

Además, junto con todas estas cuestiones llegan un montón de situaciones que afectan a la mente humana, tales como depresión, preocupación, ansiedad, abuso de sustancias, agresión e incluso el suicidio de las personas que no pueden lidiar con todo esto.

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"Si no las resuelves, estas afecciones no necesariamente desaparecen", explicó Rubin.

Para determinar hasta dónde llega este impacto psicológico, en uno de sus estudios Rubin se centró en las inundaciones y envió encuestas a más de 8,000 personas que viven en zonas afectadas por las inundaciones entre 2013 y 2014, en busca de signos de afecciones tales como depresión y ansiedad.

Más de 2,000 personas respondieron; estaban divididas en cuanto al grado de exposición (directa, indirecta o ninguna) y por la clase de afecciones que parecían tener según sus respuestas.

"Lo que ves es una gradiente", dijo Rubin. "La gente de los grupos que sufrieron la inundación tenía la mayor cantidad de problemas mentales".

De las víctimas directas de las inundaciones, al 20% se le diagnosticó depresión; al 28.3% ansiedad, y al 36% trastorno por estrés postraumático (TEPT). Entre quienes sufrieron perturbaciones (lo que significa que la zona en la que viven se inundó, pero no su casa), el equipo determinó que casi el 10% tiene depresión y el 15% tiene TEPT. Entre quienes no se vieron afectados, se detectó solo un 6% de depresión y un 8% de TEPT.

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Los hallazgos arrojaron resultados sorprendentemente altos y no exclusivos de esta investigación, de acuerdo con Rubin, quien ahora quiere que la salud mental sea prioridad cuando se ayude a las víctimas de desastres naturales.

Rubin recomienda que se brinden servicios adecuados para la salud mental como parte estándar de una labor de reacción y que se identifiquen los factores de riesgo para ayudar a evitar que las personas desarrollen cualquiera de estas afecciones, tales como ayudar a las personas que quedaron aisladas de los servicios de apoyo social o tomar medidas preventivas para que sus casas no queden tan dañadas.

"Entre peor sea el daño, es más probable que la persona tenga un problema de salud mental", dijo.

Shepherd y su familia lidiaron con la situación de forma diferente. Su esposo prefiere negar el problema y afirma que no volverá a haber una inundación, mientras que cuando llega octubre, ella se la pasa pensando en el desastre potencial y en cómo podría preparar mejor su casa. "En todo lo que hago, tengo que pensar en las inundaciones", dijo. También se ha vuelto más adaptable y se ha informado al colaborar con el National Flood Forum (Foro Nacional sobre Inundaciones), una organización benéfica británica dedicada a apoyar y representar a comunidades y a individuos en riesgo. "Esa fue mi forma de lidiar con ello", dijo.

Sin embargo, la preocupación, la ansiedad y el miedo siempre estarán presentes; son sentimientos que muchas personas de todo el mundo tienen mientras piensan en el futuro de la Tierra.

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Estrés ambiental

"Es evidente que el estrés tiene efectos psicológicos", dijo Susan Clayton, profesora de Psicología en la Universidad de Wooster, en Reino Unido. Clayton también cree que los desastres como las inundaciones, las olas de calor y las sequías tienen un impacto significativo en la mente de millones de personas de todo el mundo.

A través de sus investigaciones, revisó varios estudios sobre el impacto del clima y del cambio climático en la salud física y mental de las personas.

"Algunas cosas las sabemos bien; con otras, especulamos", dijo.

Clayton cree que cuando se trata de aspectos de salud mental, el cambio climático puede resumirse en tres categorías principales: desastres naturales, tales como inundaciones y tormentas; cambios más lentos, tales como incremento de la temperatura a nivel mundial, y la pérdida de redes sociales o de capital social.

Los cambios más lentos tienen consecuencias como agresión y conductas violentas relacionadas con el aumento de la temperatura ; aislamiento y depresión relacionados con la migración forzada y el cambio del paisaje, y el impacto generalizado del estrés.

En cuanto a las temperaturas más altas, "las investigaciones indican que somos menos tolerantes que otras personas", dijo Clayton. "La migración se relaciona con toda clase de problemas… y con niveles mucho más altos de problemas de salud mental".

Muchas poblaciones en todo el mundo están bajo la amenaza de la migración forzada porque su tierra ya no es habitable, por ejemplo Bangladesh, ciertas islas del Pacífico o del océano Índico y comunidades de Alaska y Luisiana, en Estados Unidos. Una isla situada en las costas de Luisiana, la Isle de Jean Charles, ha perdido el 98% de su superficie a causa del aumento del nivel del mar y se ha estado hundiendo desde 1955.

La preocupación es otro elemento común. "A la gente le preocupa el cambio climático", dijo Clayton. Esto se agrava con los efectos potenciales sobre la economía y la seguridad, así como con la sensación de que está fuera del control de la persona. "Esperamos que esta preocupación tenga efectos, pero todavía no sabemos cuáles".

En un informe que el proyecto Percepciones Europeas sobre el Cambio Climático publicó a principios de marzo se detectaron niveles significativos de preocupación y ansiedad en poblaciones de Noruega, Francia, Reino Unido y Alemania; creen que las consecuencias negativas les están afectando y que esto empeorará a causa del cambio climático.

Francia fue uno de los países más afectados durante la ola de calor que golpeó a Europa en 2003. Según la Oficina Meteorológica de Reino Unido , murieron más de 20,000 personas en el continente y 15,000 de las víctimas estaban en Francia.
Tanto Clayton como Rubin creen que es crucial adentrarse más en este ámbito de investigación y darle prioridad, ya que las repercusiones llegarán más allá de las familias y las comunidades.

"Si la gente está muy deprimida, no podrán trabajar efectivamente", dijo Clayton. Entonces, la gente es más propensa a mostrar conductas de riesgo, tales como comer en exceso o abusar de sustancias. "Si la gente no está sana desde el punto de vista psicológico, impactará (a la sociedad)", dijo.

Esto es aún más marcado en los países en vías de desarrollo, de acuerdo con Rubin. "Si hay menos recursos de los cuales echar mano, me imagino que el impacto será peor", dijo.

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