Europa se siente amenazada por las sanciones de EU A Rusia
Europa lucha contra la posibilidad de nuevas sanciones de Estados Unidos contra Rusia.
Los titulares se leen como si Bruselas y Washington rompieran tras años de esfuerzos coordinados por castigar a Moscú por la anexión de Crimea.
La ruptura es tan severa que la Comisión Europea, que siente que sus intereses económicos están bajo amenaza, incluso ha dado señales de tomar represalias si el Congreso continúa sin tomar en cuenta sus preocupaciones.
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Esto es lo que sucede:
Esta es una disputa diplomática que se resume principalmente a un asunto: el gas natural.
A pesar de los esfuerzos por reducir su dependencia de energía importada de Rusia, aproximadamente un tercio del gas natural de la Unión Europea todavía proviene de ese país.
Una parte del gas relativamente barato es enviado a Italia y Francia, pero muchas naciones del centro y este de Europa dependen aún más de los suministros provenientes de Rusia.
La seguridad energética, por ende, está altamente politizada y es un asunto que Europa considera fuera de límites para intrusos, inclusive a los aliados como Estados Unidos.
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La preocupación ahora es que las sanciones consideradas por el Congreso podrían obstaculizar varios proyectos energéticos en el continente y exacerbar aún más las divisiones internas de la Unión Europea.
"La preocupación es que las políticas estadounidenses restringirían el comportamiento de las empresas europeas e impactaría la creación de políticas energéticas dentro de la UE”, dijo Kristine Berzina, alto miembro del German Marshall Fund.
Existe un Proyecto en particular que ha incitado la enemistad: el Nord Stream 2, un oleoducto que se extendería desde Rusia, cruzando el Báltico, hasta Alemania.
Los oponentes en la UE dicen que el ducto simplemente incrementaría la dependencia del bloque sobre la energía rusa. Pero ha encontrado apoyo en Alemania.
Ambas partes concuerdan en algo: EU no debería intervenir en la disputa a través de sanciones u otros medios.
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"El suministro energético de Europa es una cuestión para Europa, ¡no para Estados Unidos de América!”, dice un comunicado conjunto publicado en junio por Alemania y Austria.
Ese mensaje parece haber sido escuchado en Washington, en donde muchos legisladores se oponen al oleoducto. El proyecto de ley de sanciones fue alterado el fin de semana para asegurar que no afecte el proyecto.
Pero la preocupación por el amplio impacto económico de las nuevas sanciones permanece.
"Esto va más allá de Nord Stream 2", dijo el principal portavoz de la UE Margaritis Schinas el lunes. "Tenemos indicaciones de que algunas de nuestras preocupaciones están siendo consideradas, pero es necesario más trabajo para lidiar completamente nuestras preocupaciones”.
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Los expertos afirman que las sanciones podrían socavar las asociaciones entre firmas europeas y rusas para desarrollar proyectos energéticos en Egipto. También podrían evitar que las empresas italianas y rusas trabajen en conjunto en el llamado Corredor de Gas del Sur, que va a través de Turquía hacia los países del sur de la UE.
La UE ha intentado reducir su dependencia del gas ruso producido por el gigante de la industria Gazprom, subsidiado por el estado ruso.
Ha mejorado las conexiones de ductos entre los estados miembros, y ha comenzado a adquirir más gas de otras naciones, como Qatar y Estados Unidos.
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Desde 2014 se han abierto dos terminales de gas natural licuado en Polonia y Lituania, abriendo la región a importaciones de otros lugares.
La UE también ha forzado a Gazprom a dejar de evitar que las naciones europeas revendan su gas, y permitir a los clientes la renegociación del precio de los contratos a largo plazo.
Sin embargo, aún hay muchas cosas que podría hacer Europa. Las cifras de importación sugieren que las importaciones de gas desde Rusia se han mantenido relativamente estables desde 2014, y de hecho incrementaron en 2016, cuando bajaron los precios.
Frente a esta perspectiva, las decisiones de los legisladores estadounidenses que podrían impactar el suministro de energéticos en la región no son bienvenidas, especialmente después de tres años de coordinación sobre las sanciones.
"Existe una sensación de pérdida de alianza”, dijo Berzina sobre la actitud en Europa.