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OPINIÓN: ¿Qué cualidades debe tener el próxim@ secretario de la Función Pública?

El nuevo secretario contará con unos 20 meses para reconstruir la SFP y recobrar prestigio y respeto, tiempo necesario para dejar una estructura sólida que reduzca los riesgos del gobierno.
mar 23 agosto 2016 07:05 AM
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Valor El próximo titular de la Secretaría de la Función Pública deberá tener valor para utilizar sus facultades.

Nota del editor: Max Kaiser es Director de Anticorrupción del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Para más información sobre los estudios del IMCO entra a su página o síguelos en redes sociales: facebook.com/IMCOmx|@IMCOmx. Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.

(Expansión) – En un mundo ideal ¿qué deberíamos esperar del nuevo secretario(a) de la Función Pública? Ni siquiera hablaré de la honestidad y la integridad probadas, porque eso no forma parte del mundo ideal, sino de la exigencia mínima para ser secretario. En el plano de lo ideal, el nuevo secretario debería tener cinco cualidades: visión, claridad, experiencia, autonomía y valor.

Visión. El próximo secretario será el encargado de (re)construir el sistema de control interno y vigilancia del gobierno que perdió fuerza, presencia y respeto.

Se trata del conjunto de órganos y procesos que mantienen la regularidad, legalidad, eficiencia y eficacia de cientos de órganos que forman el gobierno federal e identifica riesgos a tiempo y desviaciones en el rumbo, analiza alternativas, propone rutas para minimizar costos y genera consecuencias para evitar su repetición.

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El gobierno no funciona hoy porque desde el inicio del sexenio se desmanteló el aparato de identificación y administración de riesgos. Este aparato de control tenía la grave tarea de controlar y vigilar que las metas y objetivos planteados en el Plan Nacional de Desarrollo fueran la única guía en el ejercicio del gasto y de vigilar que los intereses privados jamás pudieran prevalecer al interés público. Nada de esto sucedió.

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La visión también implica comprender que será el primer secretario miembro del nuevo Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Se trata de diseñar nuevos órganos y procesos necesarios para llevar a la práctica la visión de la sociedad civil y el Congreso mexicano.

Claridad. El próximo secretario debe tener claro lo que sí tiene en sus manos y lo que no tiene para trabajar.

La Secretaría de la Función Pública (SFP) es un pulpo de más de 200 tentáculos con una oficina en cada dependencia y entidad. Cada una de estas contralorías tiene facultades para auditar, investigar, sancionar e interpretar normas como las leyes de adquisiciones y obra pública. Investigarán ahora los expedientes de responsabilidades administrativas graves que se irán al Tribunal Federal de Justicia Administrativa para ser sancionados.

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Cuando estos órganos responden directamente a la SFP, ésta funciona bien. Controla y vigila, identifica riesgos, genera temor, limita apetitos privados y mantiene al gobierno en un mismo rumbo. En cambio, cuando estos tentáculos responden al ente que vigilan, cuando están supeditados a éste, desaparece la SFP.

Lo que el próximo secretario no tendrá es tiempo. Solo contará con aproximadamente 20 meses para reconstruir la SFP y recobrar prestigio y respeto. No es mucho tiempo, pero es el necesario para dejar una estructura sólida que reduzca los riesgos del gobierno.

Experiencia. El próximo secretario deberá conocer el aparato que administra, tanto como el aparato que vigila. De lo contrario, esos 20 meses se irán en aprender y estudiar el paquete a su cargo y no tendrá tiempo para construir.

La SFP tiene órganos capaces de auditar a gobiernos locales en el uso de recursos federales, puede regular todo lo relativo a las adquisiciones y la obra pública del gobierno federal, así como auditar y sancionar a todo el aparato y tiene en sus manos la información de todas las declaraciones patrimoniales. Es decir, cuenta con varios órganos que no requieren nada más que conocimiento y capacidad para ponerlos a funcionar.

Autonomía. El próximo secretario deberá tener autonomía política del titular del Ejecutivo federal. Se trata del órgano de control interno y, como tal, es lógico y adecuado que forme parte del gobierno. Sin embargo, se requiere de una persona cuyo futuro político y personal no dependa del presidente en turno.

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Esta es la única manera de asegurar que el próximo secretario hará control interno y no control de daños. Se requiere de alguien que vigile el destino de los recursos públicos y no el destino de la imagen y popularidad del presidente.

Esta autonomía también implica un deslinde absoluto de la carrera por la presidencia de la República de 2018. Lo último que necesitamos es un secretario que use la SFP para impulsar una candidatura al interior del gobierno o para bloquear otras.

Valor. El próximo secretario deberá tener valor para utilizar sus facultades. La capacidad para entender y razonar las facultades con las que cuenta sirven de poco si no se tiene el valor para utilizarlas.

Se trata de un cargo muy malo para hacer amigos y será altamente impopular al interior del gobierno si hace bien su trabajo. Sus decisiones implicarán no solo enemistades, sino que serán invisibles. La construcción de nuevas instituciones rara vez genera una nota positiva en el periódico.

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En síntesis, necesitamos una persona poco común, pero a la que es necesario encontrarla o el gobierno se mantendrá a la deriva, capturado por intereses privados y sin resultados. Compleja tarea la que tienen el presidente y el Senado de la República.

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