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OPINIÓN: Oigan rugir a Hillary Clinton

Susan Bordo escribe que es extraño que se intente acallar a Hillary Clinton cuando habla de su campaña fallida de 2016.
jue 14 septiembre 2017 11:17 AM
Clinton
Clinton Pese a que Clinton fue un pararrayos, tenemos que encarar las amenazas a la democracia que frustraron su candidatura. (Foto: Drew Angerer/AFP)

Nota del editor: Susan Bordo es directora de la cátedra Otis A. Singletary en Humanidades y profesora de Género y Estudios de las Mujeres en la Universidad de Kentucky, Estados Unidos. Acaba de publicar el libro The Destruction of Hillary Clinton. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.

(CNN) — Algo muy raro está pasando en los análisis de las elecciones de 2016 en Estados Unidos. Por un lado, cada vez hay más pruebas de que una combinación de factores, que en gran medida estuvieron fuera del control de Hillary Clinton, fue la causa de que perdiera ante Donald Trump. Por el otro, parece que muchas personas no quieren que Hillary Clinton hable de eso.

Todos los días nos enteramos de reportajes nuevos sobre el alcance y la naturaleza insidiosa de la intervención de Rusia en la promoción de noticias falsas y acusaciones terribles sobre el carácter del Hillary Clinton. Fue una campaña de desprestigio que tuvo efecto en la percepción de los electores (¿por qué otra razón los rusos habrían invertido tanta energía y dinero?). Pero cuando Clinton menciona a los rusos, la acusan de evadir su responsabilidad.

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En estudios de centros de investigación respetados, como el Centro Shorenstein de la Universidad de Harvard, se ha documentado el prejuicio negativo contra Clinton en los reportajes noticiosos ordinarios. No son noticias falsas, sino una cobertura mediática diaria y repetitiva (a menudo por inspiración en el Partido Republicano) sobre los "escándalos" y las actividades "sospechosas" que daban la impresión de que Clinton estaba ocultando algo, ya fuera su servidor en el sótano o su neumonía. Esto opacaba la cobertura de sus discursos políticos y sus mensajes centrales. Pero más le valía no hablar de eso para que no pensaran que se estaba quejando de que la prensa la estaba tratando injustamente.

El encuestador Nate Silver publicó datos que indican lo desastrosos que fueron los efectos de que James Comey reviviera, en el último minuto, la obsesión de la prensa con los correos electrónicos. Todo esto ocurrió justo cuando los índices de aprobación de Donald Trump cayeron por lo que pasó en el programa Access Hollywood y cuando Clinton estaba recuperando impulso. Pero si Clinton menciona a Comey, se considera una queja más de la letanía para culpar a los demás por sus errores.

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Nos dicen que el verdadero problema fue la misma Clinton y que ella se niega a reconocerlo. Usualmente es una narrativa unidimensional: no se puso en contacto con la "gente trabajadora". No tenía un "mensaje económico". Representaba demasiado al "sistema" en un año en el que la gente quería un cambio. No fue a los estados correctos en la última semana de la campaña. Y, desde luego, el viejo recurso de que no era lo suficientemente agradable. Hagamos una pausa aquí para recordar que Hillary Clinton le ganó a Donald Trump en el voto popular por 2,864,974 votos.

Y como ahora tuvo la audacia de publicar un libro en el que presenta su propio relato multidimensional de las elecciones, tanto sus colegas como algunos académicos le recomiendan que deje de "volver a litigar" el pasado, que es hora de "superarlo".

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Es interesante que nadie haya criticado a los autores de Shattered, un libro en el que se culpa totalmente a Clinton y a su equipo de campaña, de "mirar al pasado". O que Bernie Sanders, quien ahora insinúa que "es un poco bobo" hablar de las elecciones, haya publicado su propio diagnóstico una semana después de las elecciones. No obstante, Susan Chira escribió, en la edición del New York Times del domingo 10 de septiembre, que Hillary Clinton es "la mujer que no quiere desaparecer". Mientras escribo esto, un día después de la publicación de What Happened (el nuevo libro de Clinton), las reseñas iracundas y usualmente violentas de los clientes se apilan en Amazon.

¿Por qué la gente está tan molesta con Clinton por tener el descaro de contar su historia? El sexo ciertamente entra en juego… pero palabras como "misoginia" o "machismo" necesitan un análisis más preciso del que puedo hacer aquí (profundizo en ello en mi libro) y, sin esa precisión, son armas contundentes que provocan que la gente apague el cerebro. Así que dejemos esto en el fondo, como elementos decorativos que condicionaron prácticamente todo lo que pasó, incluso el sonsonete diario de mantras mediáticos como "Hillary, la que no merece nuestra confianza"; "Hillary, la evasiva"; Hillary, la que no pudo controlar a las multitudes que apoyaban a Sanders o a Trump, la que no supo "llegarle a la gente".

También hay que reconocer que las elecciones de 2016 no fueron la primera vez que Hillary Clinton, quien ha tenido presencia nacional desde principios de la década de 1990, ha recibido ataques de los medios masivos.

Pero de igual forma, hubo periodos amplios en su carrera política reciente (sorprendentemente cuando la eligieron —dos veces— senadora por el estado de Nueva York y cuando la designaron secretaria de Estado) en los que sus índices de aprobación fueron deslumbrantemente altos. En ese entonces, la primera dama que tuvo la osadía de pedir una oficina en el ala oeste de la Casa Blanca mientras trataba de obtener apoyo para el proyecto de atención médica universal quedó en el olvido y se volvió una referencia histórica difusa para una generación nueva de electores.

nullDe hecho, en 2014, un año antes de que anunciara que tenía la intención de postularse a la presidencia, en una encuesta del Times y la televisora CBS News se determinó que el 82% de los demócratas la preferían sobre Joe Biden o Elizabeth Warren; John McCain dijo en entrevista para CNN que "si las elecciones fueran mañana, lo más probable es que Hillary Clinton fuera presidenta".

Entonces, Hillary anunció sus intenciones y los ataques comenzaron… ataques con los que Hillary se dio a conocer ante varias generaciones que sabían poco sobre sus logros o de las reacciones a su feminismo y a su progresismo. Es más, como sus oponentes políticos fueron mucho más inescrupulosos que antes a la hora de aprovechar el frenesí noticioso y como la prensa prefirió (particularmente en el mundo caótico de las noticias en internet) la "percepción" sobre las investigaciones cuidadosas, las cosas se salieron de control como nunca antes.

La realidad es que casi obligaron a palos a los consumidores de la prensa popular (no solo Fox) a rechazar y a sospechar de Clinton. Hasta en los editoriales más empáticos se hacía caravana a sus "defectos". Sin importar qué tan malintencionadas fueran, las caricaturas quedaron grabadas en la consciencia popular. ¿Debería sorprendernos entonces que surjan una vez más como reacción a su libro?

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La prensa tradicional aún no especula (ya no digamos diagnostica) lo que parece perfectamente evidente para cualquiera que tenga un gramo de sentido común: que la derrota de Clinton en el colegio electoral ciertamente no se debió principalmente a los errores que pudo haber cometido, sino a una combinación inusualmente polifacética y sumamente potente de ataques diversos de parte de la izquierda, de la derecha, de los rusos, del FBI, de un oponente descaradamente mentiroso que se dedicó a pregonar que era apta para ir a prisión… y sí, de parte de la misma prensa.

En serio: ¿cómo alguien podría haber sobrevivido a todo eso? Como ella misma lo dice, fue una tormenta perfecta. Sin embargo, casi 66 millones de personas la apoyaron y muchos siguen apoyándola fielmente.

¿Qué otras elecciones culminaron en un gran desastre para la democracia? No sorprende que los demócratas, los académicos y los mismos electores estén tan ansiosos por desconocer su propia complicidad y de etiquetar a Clinton como la única causa de la situación actual de Estados Unidos.

"Ella nos trajo a Trump", dicen los partidarios descontentos de Sanders. No, el triunfo de Trump es consecuencia de muchas cosas y más nos valdría tratar de determinarlas con precisión y atención a la complejidad en vez de usar a Clinton o a su equipo de campaña como chivos expiatorios.

Aunque Hillary Clinton haya sido una clase especial de pararrayos, los elementos que provocaron su caída siguen flotando en nuestra atmósfera, listos para volver a atacar, y tenemos que hacerles frente. El hecho es que hasta que lo hagamos, no podremos "superarlo" de verdad.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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