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OPINIÓN: Atrapada en la pista del aeropuerto, vi cimbrarse a la Ciudad de México

Alice Driver describe que cuando empezó a temblar, el martes 19 de septiembre, se encontraba en un avión en el aeropuerto capitalino.
mié 20 septiembre 2017 12:15 PM

Nota del editor: Alice Driver trabaja como periodista independiente en la Ciudad de México. Los textos y las fotografías documentales de Driver se han publicado en el New York Times, en The Atlantic, en el Oxford American y en otras publicaciones. Las opiniones vertidas en este texto pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) - Cuando el sismo comenzó, me encontraba en un avión en movimiento en la pista del aeropuerto de la Ciudad de México. Sentí que el avión se inclinaba y se mecía, como si fuera a desplomarse. Por la ventana, vi el aeropuerto mecerse y a la gente saliendo en hordas del edificio.

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Estaba consciente de la importancia de ese día. Era el aniversario del sismo de 1985, en el que murieron más de 5,000 personas y que fue el más destructivo de la historia de la ciudad. La gente ha demostrado que es adaptable y han logrado reconstruir la ciudad, pero necesitarán toda la ayuda posible (tanto voluntarios como donaciones) para recuperarse esta vez.

Cuando el temblor terminó finalmente, tras aparentemente 30 segundos, mi teléfono empezó a sonar. "Vi fotos de grietas en el aeropuerto. ¿Estás bien?", me escribió el fotógrafo mexicano Rodrigo Jardón.

Adriana Zehbrauskas, fotoperiodista que trabaja en la Ciudad de México y que colabora regularmente con el diario estadounidense The New York Times, publicó en Facebook una foto de su oficina: se veían cuadros y libros tirados por toda la sala. En otra foto, se ve a uno de sus vecinos huyendo por una escalera en ruinas. Otros amigos publicaron videos de edificios derrumbándose y pidieron ayuda en las redes sociales para sacar a sus vecinos de los escombros.

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Luego empecé a recibir fotos de los daños que habían sufrido el aeropuerto y partes de la avenida que pasa enfrente: el asfalto se abrió como si fueran las mandíbulas de un tiburón.

nullComo era de esperarse, todos los pasajeros del avión querían saber si sus seres queridos estaban a salvo, pero el servicio de teléfono y de internet tenía muchas fallas. Para empeorar las cosas, el capitán de nuestro vuelo nos informó que el aeropuerto estaba cerrado y que habían evacuado a todos los empleados. Tendríamos que esperar en la pista por varias horas.

Cristal López Peña, quien iba a mi lado en el avión, es de la Ciudad de México, pero vive en Florida. Al principio, su teléfono no tenía internet ni línea telefónica y estaba aterrada por su familia. "Todos mis hijos, mis hermanos y mis amigos viven en la Ciudad de México", me dijo. Minutos más tarde, me informó, aliviada: "Gracias a Dios están bien. Mi hija estaba en el estacionamiento de un centro comercial, se estaba pintando los labios cuando la estructura empezó a sacudirse".

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Los hijos de López Peña siguieron enviándole videos de la destrucción que el terremoto había causado y los vimos juntas: videos de edificios convertidos en montones de escombros y polvo, videos tomados desde un helicóptero, en los que se veía humo saliendo de varios edificios.

Desde el avión solo tenía vista a la pista, así que me pareció surrealista ver videos de los edificios, en los que vivían y trabajaban mis amigos, que se derrumbaron. Como los servicios de telefonía e internet no funcionaban bien, no sabía si mis amigos estaban a salvo y me sentí impotente.

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Ya había sentido varios temblores menos intensos en la Ciudad de México en 2012 y 2013, así como un sismo de 7.1 grados mientras reportaba desde Tapachula, Chiapas, en junio de 2017. Sin embargo, el sismo de ayer fue el más fuerte que he sentido y conforme pasaban los minutos vía cómo aumentaba la cifra de muertos.

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Nuestro capitán anunció más tarde que partiríamos porque ya habían reparado el sistema de radar que necesitábamos para despegar. Durante el despegue, miré hacia abajo desde la seguridad de las alturas y me di cuenta de que esta ciudad, mi ciudad adoptiva, necesitará a todos los voluntarios y toda la buena voluntad posibles.

El camino a la recuperación apenas está comenzando.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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