OPINIÓN: Para Trump, todo está funcionando de maravilla
Nota del editor: Gloria Borger es jefa de analistas políticos de CNN; participa regularmente en el programa The Situation Room con Wolf Blitzer, en el programa AC360, con Anderson Cooper, y en los demás programas de horario estelar de la televisora. Síguela en Twitter como @GloriaBorger . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
(CNN) — Aunque gran parte de la opinión pública estadounidense no deja de asombrarse con los tuits, las travesuras o las declaraciones de Donald Trump, quienes lo conocen desde hace años se lo toman con calma. "Así es él", dice un viejo aliado refiriéndose al conflicto de los jugadores de la NFL que se arrodillan. "Ataca al triple y cree que todo está genial".
OPINIÓN: ¿Tienen derecho a arrodillarse los jugadores de la NFL?
¿Qué? Tiene un desastre en Puerto Rico (sin mencionar otros dos en Texas y Florida), una propuesta de ley de atención médica fallida, una reforma fiscal pendiente , un acuerdo potencial sobre los dreamers que podría hacer enojar a sus bases… ah, y por cierto, un enfrentamiento con Corea del Norte que todos los días llega a excesos retóricos nunca antes vistos.
Sin embargo, está obsesionado tuiteando sobre la NFL o sobre Steph Curry negándose a rendir homenaje en la Casa Blanca (el presidente les dijo a los Warriors: no vengan). Una y otra vez. Más de 20 veces.
null¿En qué está pensando entonces? De acuerdo con uno de sus amigos, primero "piensa que todo esto es genial para él. Dice que su base y la mayor parte de Estados Unidos coinciden con él". Ciertamente, según le dijo Trump a su amigo, "digo lo que todos quieren que diga". Agrega que da la impresión de que Trump cree que está "haciendo lo que lo mandaron a hacer a Washington: a socavar todas estas nociones del sistema en donde la gente teme ir".
Pero el valiente Trump no teme. Es tan valiente que está dispuesto a hacer a un lado la Primera Enmienda para que esos "hijos de perra", como Trump los llama, no se arrodillen en protesta cuando tocan el himno nacional. Es más, le gustaría que los despidieran.
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Tal vez no es una maniobra tan valiente, particularmente si pensamos que lo que le importa es algo profundamente político: satisfacer a sus bases de apoyo con su versión de patriotismo. Sabía que le funcionaría cuando hizo campaña en Alabama el otro día. Así, si su base está nerviosa por sus tratos con los demócratas, puede lanzarles un hueso… o un pañuelo.
Este modo de operar de Trump es intuitivo. El año pasado, cuando hice el documental de CNN sobre Trump, el candidato, hablé con Louise Sunshine, quien fue vicepresidenta en la Organización Trump en las décadas de 1970 y 1980. Se me quedó grabado algo que dijo sobre el estilo gerencial de Trump: "Donald siempre se las ha arreglado para llegar a una reunión, decir algo que nadie esperaba que dijera, poner de cabeza la reunión, dejar a todos en ascuas y controlar todas las situaciones de esta forma…".
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Pues ahí lo tienen. Solo que ahora no se trata de una pequeña reunión de negocios, sino de un diálogo nacional. Además, lo seguimos como las polillas a la llama. En un momento es Corea del Norte. Pero esperen: hay un tuit incendiario sobre la NFL. Vamos para allá.
No obstante, allí hay algo más que intuición. Cuando Trump se siente insultado, devuelve el golpe. El presidente que tiene insultos para todos no puede soportar las críticas. Barbara Res, otra exempleada de Trump, me dijo que "no le gusta que lo contradigan. Nunca". Cuando ocurría, "alzaba mucho la voz, era cruel y reaccionaba rápido". (Con copia para el general Kelly, quien, según el diario The New York Times , les dijo a otros empleados de la Casa Blanca que en sus 35 años de servicio nadie le había hablado como Trump le habla).
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Desafortunadamente para Trump, es imposible evitar las críticas si eres presidente. Así, el resentimiento consume a este presidente. Y arremete por igual, ya sea contra su fiscal general, Jeff Sessions, o contra Hillary Clinton, la NFL o por la cantidad de asistentes a su ceremonia de toma de posesión.
Ninguna ofensa es demasiado pequeña como para que el hombre más poderoso del mundo se encargue de ella. Vendrá por ti, como lo hizo en sus días de gloria en el mundo inmobiliario, cuando incluso fue su propio secretario de prensa para presumir sus logros y criticar a los demás al más puro estilo trumpiano.
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Pero hay una diferencia: Sunshine recuerda que, en esos días, cuando era objeto de publicidad negativa, ella llegaba corriendo a su oficina y le decía: "Mira, Donald, esto es terrible"; él le contestaba que se calmara y le recordaba que toda publicidad es buena publicidad.
Este es un momento diferente y un trabajo diferente. De alguna manera, el hombre no puede estar a la altura del momento.
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