“Me apasiona y me gusta lo que hago. Si estás dispuesto a estudiar, a saber, a ser muy observador y muy meticuloso (te espera un gran trabajo)”, afirmó en entrevista Guadalupe Martínez, una mujer que trabaja como perito en el sistema judicial del país.
Martínez, cuyo nombre y apellido reales fueron cambiados por motivos de seguridad personal, detalla que independientemente de si se trata de un delito del fuero común o federal, el perito tiene diferentes intervenciones.
“Tenemos diferentes intervenciones. Depende del lugar donde vayamos y qué quieren”, comenta.
Una vez que se comete un delito, el Ministerio Público (MP) inicia la labor investigación: “Llama a los servicios periciales para que vayan a procesar el lugar, que es procesar el acordonamiento, hacer la observación y mediciones. Desde que nos hacen el llamado nos asignan un folio y una carpeta”, explicó.
Guadalupe Martínez ennumera algunas actividades clave cuando le toca entrar en acción
-El jefe de área debe cerciorarse que el perito cuente con la seguridad necesaria para realizar su trabajo, así como de saber con exactitud su ubicación
- Una vez que llegan al lugar se encargan de acordonar la zona para evitar la contaminación de la escena.
-Se restringe el paso de personas.
-El número de peritos que solicite el MP varía dependiendo de la investigación: regularmente piden dactiloscopía, fotografía y criminalística.
-Se buscan indicios que ayuden a determinar las causas.
-Se etiquetan y embalan las pruebas. El perito debe de elaborar un reporte, que una vez revisado, se envía al MP.
La especialista aclara que ellos nunca tienen contacto con los familiares y amigos de las víctimas, pues eso le corresponde al MP.
Guadalupe Martínez recuerda que su carrera no ha estado exenta de riesgos y de situaciones complicadas debido a la austeridad implementada por el gobierno actual. Sin embargo, destaca el compromiso hacia su profesión: “Tienes que sacar la chamba como dé lugar, Nos han enseñado a que un criminalista tiene que sacar el trabajo, con los medios que tenga”.
Egresada de una escuela particular donde llevó clases de psiquiatría, leyes, armas y fotografía, Guadalupe se ve haciendo trabajos relacionados con su profesión en los siguientes cinco años y viajando por el país para tratar de esclarecer los hechos delictivos que se le presenten.
En la CDMX, hay actualmente 52 criminalistas, afirma, por lo que las posibilidades de crecimiento profesional son amplias.